"La formación continuada es clave para poder ofrecer un servicio eficaz al ciudadano"

Desde su oficina menorquina a pie de playa, Javier García atiende a residentes y turistas. Desde que se licenciara en la Universidad Complutense de Madrid, lleva 20 años dedicado a la farmacia comunitaria. “Hace 17 años que soy titular de mi oficina de farmacia donde desarrollo aspectos científicos, sanitarios y sociales con el fin de mejorar la atención al ciudadano”.

La ubicación de la botica determina, sin duda, el perfil de las personas que acuden a su farmacia, por lo que el cliente habitual suele ser el turista, tanto extranjero como nacional, y los menorquines con segunda residencia en la playa, además de jubilados, trabajadores de hoteles y de restaurantes. “Se trata de una farmacia que dispensa medicamentos relacionados con las clásicas patologías estivales (alergias y eritemas solares, otitis, patologías gastrointestinales, cistitis), tanto de receta médica como EFPs además de variados productos de parafarmacia muchos de ellos en ventas cruzadas con medicamentos”. Junto a estos productos, también están en alza secciones como la fotoprotección solar, los cuidados y la nutrición infantil, la ortopedia, la salud ocular, la higiene capilar, la salud bucodental, la dietética y los suplementos vitamínicos.

La transformación del modelo de farmacia y las exigencias de un mercado cada vez más competitivo requieren de una alta cualificación de los profesionales y de la incorporación de servicios complementarios al medicamento. “En estos tiempos, a la formación continuada -que es un requisito absolutamente clave para poder ofrecer un servicio eficaz al ciudadano- hay que sumar la ampliación de la cartera de servicios, la protocolarización de la atención farmacéutica, la importancia de las sociedades científicas y la venta por internet de parafarmacia, así como de las terapias integrativas”.

Para hacer frente a esta evolución Javier no duda cuál es la solución: “todas las farmacias pueden (y deben) desarrollar servicios profesionales complementarios como recurso para asegurar la sostenibilidad del sistema, además estamos perfectamente capacitados para ello. Eso sí sin olvidar nunca nuestra razón de ser como expertos del medicamento”.

En esta andadura, el farmacéutico ha tenido que hacer frente a las medidas anticrisis. La que más ha afectado a la comunidad de Baleares ha sido el impago. “La crisis ha perjudicado a todos los sectores, y nosotros no hemos sido inmunes. Los continuos impagos han provocado situaciones extremas, por eso observamos con una preocupante incertidumbre nuestro día a día, no obstante somos positivos. Considero que la administración ha aplicado excesivamente los recortes en el gasto farmacéutico, prueba de ello son las continuas bajadas de precio y los importes ridículos de algunos medicamentos”.

Por tanto, las actuaciones de futuro que debe acometer el sector se dirigen hacia la valoración de la función desarrollada por el farmacéutico como eslabón necesario e imprescindible de la cadena sanitaria. “Hemos de evolucionar hacia dos sentidos. Por un lado en lo económico adaptándonos a la nueva situación influenciada por los reales decretos, las bajadas de márgenes, la  competencia de otros canales de distribución, etc., y por otro, en lo profesional optimizando los recursos y poniendo en valor nuestra aportación a la sociedad”.

Para ello Javier plantea establecer una colaboración conjunta con las consejerías de sanidad que permita reconocer la labor del farmacéutico en la prevención de la enfermedad, el uso adecuado de los recursos sanitarios y en la calidad de vida del paciente y su entorno. “Debemos luchar por lo nuestro primero valorándonos a nosotros mismos y cumpliendo con dedicación, esfuerzo y compromiso nuestro papel social sanitario”.