"La labor del farmacéutico está cada vez más orientada a la colaboración con los distintos profesionales sanitarios"

De familia farmacéutica, Arantxa García recuerda cuando su madre ejercía en la antigua botica, hoy es ella la que se emplaza detrás del mostrador para atender solícita al paciente moderno que nada tiene que ver con el de aquellos tiempos. Después de haber trabajado en distintas empresas internacionales y en laboratorios farmacéuticos, Arantxa decidió abrir su propia farmacia, y desde 2007 es cotitular de una oficina en uno de los barrios más castizos de San Sebastián.

Al ser preguntada por lo que más le satisface de su profesión, no duda: “El contacto con los clientes es la mayor recompensa. El saber que formas parte activa de su mejoría, que le ayudas a mejorar su estilo de vida y, al fin y al cabo, a alcanzar su felicidad”.

El modelo de farmacia ha evolucionado sustancialmente en los últimos años y, junto a ello, el perfil del cliente. Si antes la dinámica del farmacéutico se concentraba en la dispensación de medicamentos, ahora es necesario desarrollar servicios complementarios que contribuyan no sólo a dar respuesta a las necesidades actuales, sino también a la sostenibilidad de la farmacia. “Los servicios profesionales están experimentando un gran desarrollo, porque existe una demanda sobre todo de gente joven. No obstante, a mí me gusta distinguir entre el punto de vista económico y el punto de vista de la dedicación. Si hablamos de ingresos, el medicamento representa un porcentaje muy elevado (80%). Frente a ello se sitúan aquellos servicios que requieren tiempo y dedicación y que, sin embargo, económicamente casi no revierten nada”.

Esta propia diversificación de la oferta responde a un criterio de heterogeneidad en el perfil del paciente. “Cada vez más acude a nosotros un cliente joven que está muy interesado en cuestiones como la dermofarmacia; son usuarios que están bien informados y que vienen con preguntas sobre recomendaciones concretas. Suelen acudir, no por una dolencia, sino para mejorar su calidad de vida, por bienestar y salud”.

Cuando le preguntamos por la diferencia entre su farmacia y la antigua botica. “Está claro que el modelo de farmacia ha evolucionado mucho en los últimos tiempos. Nada tiene que ver con la tradicional botica de hace unas décadas. Los cambios se observan sobre todo en nuestra labor diaria. Por ejemplo, se ha dejado la elaboración del medicamento –algo que están haciendo los laboratorios farmacéuticos en el 95% de las situaciones– y ya casi no se ven las farmacias con pipetas o ampollas”.

Una de las claves para garantizar la sostenibilidad de la farmacia a largo plazo consiste, según Arantxa, en aumentar el valor de los servicios farmacéuticos. “Y la mejor manera de hacerlo es ponerles un valor y multiplicarlos en número así como en trabajar en colaboración con la administración sanitaria tal y como se hace en otros países europeos. La labor del farmacéutico está cada vez más orientada a la cooperación con los distintos profesionales sanitarios para hacer un control más exhaustivo de la salud del paciente”.

En palabras de la farmacéutica guipuzcoana, el copago ha sido una buena medida porque ha ayudado a que el paciente valore el fármaco. Considera que lo que verdaderamente ha afectado de forma negativa a la farmacia es la bajada de precios de medicamentos. “En el País Vasco no hemos sufrido los impagos como en otras comunidades, no obstante, ha sido un período difícil. El futuro pasa por adoptar una dispensación activa del medicamento y trabajar de forma complementaria al médico, lo cual, al fin y al cabo, repercute en una mejora de la calidad de vida del paciente”.