"La subasta de medicamentos está provocando desabastecimiento"

Desde su infancia, Ana Sierra supo que su verdadera vocación era ser farmacéutica. Con la voluntad de ayudar a los demás y de cuidar por la salud de los pacientes, Ana se crió en una familia de farmacéuticos. “Ya cuando era pequeña trabajaba con mi madre en la botica durante las vacaciones. Me apasiona mi profesión, y la vivo intensamente desde el primer día que me licencié. Desde entonces –1985– hasta ahora he trabajado ocupando distintos cargos, como sustituta, adjunta o titular, pero siempre detrás del mostrador”.

Ahora detenta su propia oficina de farmacia en El Brillante, uno de los barrios más residenciales de la capital cordobesa. “Me encanta el trato con el público, es muy reconfortante ver cómo puedes contribuir a la mejora de la calidad de vida del ciudadano. En nuestra farmacia contamos con una clientela muy fiel que lleva con nosotros más de 40 años. Esto facilita mucho el trabajo diario, ya que depositan toda su confianza en ti”.

Los cambios que ha experimentado la farmacia en los últimos años han sido los grandes retos para la profesión. Han cambiado las circunstancias, puesto que nos encontramos con una población envejecida, han cambiado las exigencias, ya que el paciente de hoy en día está mucho más informado que antiguamente, pero también ha cambiado la tecnología y la normativa que afecta a la farmacia.

Según Ana, una de las fortalezas del sector es que ha sabido adaptarse a todos estos cambios: “La farmacia se ha transformado mucho en muy poco tiempo. Yo creo que los cambios no han sido ni para bien ni para mal, sino diferentes. La incidencia de la crisis, la entrada de los últimos avances tecnológicos, la demanda de información por parte del paciente, etc., todo ello nos ha empujado a buscar nuevas soluciones. Pero nunca debemos perder de vista que la formación y la especialización son el futuro”.

A pesar de todos estos cambios, la razón de ser de la farmacia sigue siendo el medicamento. “En una farmacia es raro que la dispensación de medicamentos no sea lo más numeroso. No obstante, el resto de servicios están experimentando un aumento significativo. Por ejemplo, servicios como la nutrición, la dermofarmacia o la fitoterapia son cada vez más importantes. En este proceso de implantación es fundamental la especialización, ya que si bien es cierto que la cartera de servicios que podemos ofrecer es muy amplia, también lo es que tenemos poco tiempo para todo lo que se podría hacer, lo cual nos obliga a especializarnos”.

En cuanto a la remuneración de estos nuevos servicios Ana se muestra decidida: “Yo estoy a favor de los servicios remunerados. Es la única fórmula para que se valoren, porque lo que nos cuesta dinero es lo que valoramos. Pero para ello es esencial que acostumbremos a la población, ya que antes todo se ha dado de forma gratuita. También de esta manera contribuimos a que la farmacia sea más sostenible”.

Una de las medidas más perjudiciales para el sector en Andalucía es la subasta de medicamentos. “No sé hasta qué punto están suponiendo un ahorro. A ello hay que añadir el agravante de que al haber tanto desabastecimiento estamos volviendo locos a la población en general y a los mayores muy en particular. Precisamente la población anciana es la que mayormente sufre sus consecuencias porque al cambiar envases se están dando casos de duplicidad en el tratamiento, y mucha desconfianza”. Sin embargo, Ana considera que el copago ha contribuido a reducir los abusos de medicamentos en las casas.

Se despide de nosotros con un mensaje de unidad. “Debemos trabajar codo con codo con el resto de profesionales. Sólo así seremos capaces de dar una solución conjunta a nuestros problemas. Lo que nunca debemos perder de vista es que nuestro trabajo es para y  por el bien y la salud de la población”.