Una actualización necesaria en infecciones vaginales

Las infecciones vaginales son uno de los principales motivos de consulta en ginecología. Comprenden la vaginosis bacteriana, la candidiasis vulvovaginal, la vaginitis aeróbica, la infección por trichomonas y las infecciones mixtas. De ellas, la más frecuente es la vaginosis bacteriana, que afecta al 30-40% de las mujeres sexualmente activas.

03/01/2017

Artículo de la doctora Patricia Vázquez del Río, Ginecóloga en el Hospital Universitario Lucas Augustí (Lugo). El estudio de la flora bacteriana vaginal se ha basado tradicionalmente en la presencia de los lactobacilos, que confieren un pH ácido protector, y el hallazgo de los diferentes patógenos en el cultivo microbiológico del ...

Artículo de la doctora Patricia Vázquez del Río, Ginecóloga en el Hospital Universitario Lucas Augustí (Lugo).

El estudio de la flora bacteriana vaginal se ha basado tradicionalmente en la presencia de los lactobacilos, que confieren un pH ácido protector, y el hallazgo de los diferentes patógenos en el cultivo microbiológico del exudado vaginal.

En la vaginosis bacteriana, observamos cómo la población de lactobacilos es sustituida por distintas bacterias anaeróbicas. Dentro de ellas destacan especialmente Gardnerella vaginalis y Atopobium vaginae, responsables del biofilm, una película que recubre la superficie de las células de las paredes vaginales, las hace más resistentes a los tratamientos, constituye el andamiaje sobre el que se anclan el resto de bacterias implicadas en el proceso y probablemente sea responsable de la alta tasa de recurrencias que presentan las pacientes.

La sintomatología se caracteriza por el aumento de flujo o leucorrea, de color blanquecino, lechoso y con un desagradable olor como a pescado, debido a las aminas liberadas por las bacterias responsables de la infección. No solemos ver signos inflamatorios como enrojecimiento, prurito ni quemazón.

El flujo característico, su olor, la pérdida del pH ácido vaginal y la visualización en el microscopio de las células de la mucosa recubiertas por el biofilm de bacterias (clue cells) son los criterios que nos ayudan en el diagnóstico de la infección.

La importancia de la vaginosis bacteriana radica en que se asocia con complicaciones ginecológicas y obstétricas potencialmente severas: favorece las infecciones después de cirugías ginecológicas, la enfermedad pélvica inflamatoria y la infertilidad por factor tubárico; se relaciona con la adquisición de infecciones de transmisión sexual, como herpes simple, trichomonas, gonococo o VIH; y, en mujeres embarazadas, se asocia a un mayor riesgo de aborto tardío, corioamnionitis, rotura prematura de membranas, parto pretérmino y endometritis postparto.

Uno de los principales problemas que nos encontramos al abordar la vaginosis bacteriana es su alta tasa de recurrencias, de manera que hasta el 50% de las pacientes presenta de nuevo síntomas a los seis meses de tratamiento. No se sabe si es debido a un fallo en la erradicación de los organismos causantes, por resistencia a los antibióticos o por estar protegidos por el biofilm, un fallo en el restablecimiento de la flora protectora vaginal normal dominada por lactobacilos o a ambos mecanismos.

En los últimos años se han desarrollado complejas técnicas basadas en la genética bacteriana para estudiar la microbiota humana, que están cambiando nuestros conceptos basados en la microbiología clásica.

Pese a haberse constatado variaciones incluso diarias, los lactobacilos dominantes en la población femenina mundial son L. crispatus, L. gasseri, L. iners, L. jensenni y probablemente L. vaginalis. Todos ellos producen ácido láctico a partir del glucógeno liberado por las células desprendidas de las paredes de la vagina, confiriendo el ambiente ácido y hostil que nos protege de los patógenos. Pero también secretan peróxido de hidrógeno, bacteriocinas y biosurfactantes protectores.

Su papel en el mantenimiento de la salud vaginal es indiscutible, se cree que interaccionan con el sistema inmune del huésped y vamos descubriendo su implicación en procesos tan imprescindibles para la humanidad como la fecundación y el mantenimiento del embarazo.

Paradójicamente, los estudios han desvelado que, en un porcentaje importante de mujeres sanas, la microbiota vaginal normal no está dominada por ninguna especie de lactobacilos, sino por bacterias anaeróbicas semejantes a las implicadas en la vaginosis bacteriana, sin que ello les produzca ninguna sintomatología pero sí representan un aumento del riesgo de infecciones urogenitales.

Para el tratamiento de la vaginosis bacteriana disponemos de varias alternativas. Se ha propuesto el uso de formulaciones de probióticos que contengan lactobacilos para normalizar el ecosistema vaginal a largo plazo y evitar las recidivas. Aún se está investigando su mecanismo de acción, si es necesario que colonicen vagina o si simplemente actúan temporalmente facilitando la restauración de la flora vaginal por el lactobacilo dominante. La evidencia científica no justifica su uso por el momento y probablemente sea necesario un enfoque más personalizado que ajuste el tratamiento al microbioma vaginal e incluso al sistema inmunitario y el genoma del huésped.  (…)

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Autor: IM Farmacias
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