"Debemos recuperar la dispensación de los medicamentos, y evitar que todas las novedades terapéuticas se dirijan al hospital"

Pertenece a una de las farmacias con mayor solera de la capital malagueña, con una herencia de dos generaciones dedicadas a la profesión, Pepe Alba vivió la profesión desde su infancia. “En mi familia todos somos farmacéuticos, por lo que he vivido en este ambiente desde pequeño. De hecho, me crié en la rebotica de la farmacia de mi madre, y allí he pasado mis primeros años”.

Son ya casi 20 años los que Pepe lleva como farmacéutico. Desde entonces ha experimentado la evolución de la farmacia y los cambios que ésta ha tenido que emprender en los últimos años. “Lo que más me satisface de mi profesión es sentir la confianza y el cariño de los pacientes, sentir que somos necesarios. Los boticarios desarrollamos nuestra profesión en el entorno más cercano al paciente, eso nos da una posición merecedora de su confianza”.

En una Comunidad Autónoma como Andalucía uno de los temas que más ha afectado a la labor farmacéutica son las subastas de medicamentos. “Los impagos, las subastas y todo este tipo de medidas son el resultado de una mala gestión propia de unos gestores que ante la necesidad de reducir los gastos, recurren a lo fácil: recortar o impagar”.

Las medidas autonómicas como la subasta han repercutido no sólo en la facturación de las oficinas de farmacia, sino que “han supuesto una pérdida de calidad en el servicio prestado con innumerables desabastecimientos que redundan en problemas de cumplimiento terapéutico. Además nos ha conducido hacia una sanidad de segunda clase que penaliza a la población con menos recursos económicos”.

Al ser preguntado por la posibilidad de que los recortes se hubieran dirigido a otros ámbitos como el hospitalario, Pepe es concluyente: “Desde luego que sí, la farmacia comunitaria ya no puede soportar más recortes. Debemos recuperar la dispensación de los medicamentos y evitar que todas las novedades terapéuticas se dirijan al hospital ya que, por un lado estamos perjudicando a los pacientes –que se tienen que desplazar innecesariamente para recibir su medicación– y por otro, conlleva una pérdida de conocimiento por parte de los farmacéuticos comunitarios sobre los nuevos tratamientos –lo cual a largo plazo supondrá un alto coste para toda la sociedad–”.

Como soluciones a estos problemas Pepe apuesta por invertir en un sistema eficiente y sostenible en el que estén presentes todos los actores implicados y huir de las medidas cortoplacistas. “Necesitamos un sistema que apueste por la promoción de la salud, por la prevención, por la adherencia y por la optimización de los recursos sanitarios. Un sistema eficiente pasa por utilizar todos los recursos a su alcance, y contar con todos los profesionales implicados”.

Además de ello será necesario el desarrollo de los servicios profesionales como una de las claves del futuro de la profesión y de la sostenibilidad del sector. “Debemos orientarnos hacia una farmacia asistencial y para ello los servicios profesionales farmacéuticos son esenciales. Uno de los mayores retos será establecer una remuneración adecuada para este tipo de prestaciones ya que el cliente de la farmacia no está habituado a pagar por servicios sino por producto, y cambiar la mentalidad será difícil, pero no imposible”.

Otro de los retos es dar mayor visibilidad a la labor que desarrolla el farmacéutico, y cómo ésta puede contribuir a la sostenibilidad del sistema de salud. “Debemos ser  capaces de demostrar a las administraciones el papel tan importante que desempeña el farmacéutico en la promoción de la salud y en la prevención de la enfermedad y, por tanto, en hacer más sostenible el sistema. Un verdadero uso racional del medicamento pasa por contar con el farmacéutico comunitario”.

Pepe se despide de nosotros anunciando un futuro prometedor. “Debemos adoptar un enfoque más asistencial y de servicios en el que la figura y la formación del farmacéutico sean necesarias. Tenemos mucho trabajo por delante, y ganas de trabajar”.