La farmacia que el barrio merece

Jesús Fernando Pérez Sánchez-Rodilla, y su esposa Estefanía han construido un espacio de salud volcado en la atención humanística al paciente.

13/02/2017

La Farmacia de Jesús es un lugar atípico, como atípicas son las personas que la comandan: el titular, Jesús Fernando Pérez Sánchez-Rodilla, y su esposa Estefanía. Atípica porque, al entrar en el establecimiento, es habitual escuchar las risas de los clientes, colarse en conversaciones en confianza y palpar un clima ...

La Farmacia de Jesús es un lugar atípico, como atípicas son las personas que la comandan: el titular, Jesús Fernando Pérez Sánchez-Rodilla, y su esposa Estefanía. Atípica porque, al entrar en el establecimiento, es habitual escuchar las risas de los clientes, colarse en conversaciones en confianza y palpar un clima de buena vecindad que impregna el quehacer diario de esta pareja de farmacéuticos.

Está situada en el coruñés barrio de Os Mallos, en el número 10 de la calle Eugenio Carré Aldao. Un animado barrio populoso y obrero que define el carácter de la farmacia. Jesús proviene de una familia con una importante rama de personal sanitario, ya desde el año 1850. Varios parientes eran o son farmacéuticos, entre ellos su abuelo y su padre. "Cada uno, dedicado a una rama distinta dentro de la farmacia: investigación, farmacia hospitalaria, farmacia rural... y oficina de farmacia. Eso da un conocimiento más amplio de la profesión y de lo polifacética que puede ser", explica Jesús.

Su abuelo era propietario de una botica en Madrid, que después pasó a su padre y a él mismo. "Allí tenía un problema personal de autorrealización, siempre iba a ser 'el hijo o el nieto de...'", recuerda. Entonces, decidió vender el establecimiento, mudarse a A Coruña y, en el año 2006 comprar la farmacia de la que hoy es titular.  Entonces, estaba situada en el local colindante: 36 metros cuadrados en total, incluyendo baño, rebotica, zona de atención... “Eso me obligó, durante 9 años, a optimizar recursos. Mi farmacia fue un eslabón más en la cadena productiva. Los índices de rotación eran de un 500, no tenía capacidad de almacenaje, por lo que casi hacía un 'just in time' para cada paciente”, relata.

En el año 2015, Jesús y Estefanía decidieron hacer el traslado. Las propietarias del anterior inmueble no les daban opción de adquirirlo, y “el alquiler era sangrante, lo que es un problema social dentro del colectivo farmacéutico. Una vez salvado esto, aumentada la seguridad jurídica a través de la compra del local, la nueva ubicación les permitió seguir haciendo lo que estaban haciendo “pero con algo que le debíamos a la gente: unas instalaciones apropiadas, la farmacia que se merecía el barrio”, detalla Jesús.

Autor: IM Farmacias
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