El Día Mundial de la Tuberculosis que se celebra este 24 de marzo, promovido por la OMS, hace un llamado a los gobiernos, a las comunidades, a la sociedad civil y al sector privado para que unidos pongan fin a la enfermedad a través del trabajo colectivo y colaborativo, ya ...
El Día Mundial de la Tuberculosis que se celebra este 24 de marzo, promovido por la OMS, hace un llamado a los gobiernos, a las comunidades, a la sociedad civil y al sector privado para que unidos pongan fin a la enfermedad a través del trabajo colectivo y colaborativo, ya que la tuberculosis junto con el VIH son las principales causas de muerte entre las enfermedades infecciosas en el mundo. Cada año mueren 1,4 millones de personas por esta enfermedad. En España, el número total de casos registrados en 2105 fue de 4.704.
Este año, bajo el lema: "Unidos para poner fin a la Tuberculosis", la OMS destaca que unidos: podemos prevenir la tuberculosis para contribuir a aliviar la pobreza; podemos mejorar el diagnóstico, el tratamiento y la curación; podemos poner fin a la discriminación y al estigma, y podemos impulsar la investigación y la innovación
El farmacéutico y la oficina de farmacia tienen una gran responsabilidad en estas acciones, ya que puede participar de forma muy significativa tanto en la prevención y control de la tuberculosis como en el seguimiento del tratamiento y curación; así como su labor fundamental en la investigación e innovación en esta materia.
Más allá de la detección de posibles pacientes y su derivación al médico, el farmacéutico es decisivo a la hora de mejorar el conocimiento de la enfermedad por parte de la población general, lo que permite el control de la diseminación de la infección tuberculosas y afrontar situaciones de discriminación y marginación que son sanitariamente injustificadas y socialmente inaceptables.
Además de la información sobre la enfermedad, su detección y las medidas higiénico-sanitarias más adecuadas, la quimioprofilaxis y la terapéutica de la tuberculosis activa, el farmacéutico hace un seguimiento farmacoterapéutico, en coordinación con el médico, fundamental para la mejora del paciente, ya que el abandono del tratamiento antituberculoso supone una barrera importante para el control de la enfermedad.
Con este seguimiento farmacoterapéutico, fundamentalmente se persiguen los siguientes objetivos: