Convencido del futuro de la farmacia, el joven boticario Bartomeu Amengual (Mallorca) decidió continuar con la tradición familiar y ya son 5 los años que lleva como farmacéutico adjunto en la botica de su madre. Desde sus primeros años, la farmacia se convirtió en su segunda casa y los temas ...
Convencido del futuro de la farmacia, el joven boticario Bartomeu Amengual (Mallorca) decidió continuar con la tradición familiar y ya son 5 los años que lleva como farmacéutico adjunto en la botica de su madre. Desde sus primeros años, la farmacia se convirtió en su segunda casa y los temas relacionados con la salud, los más habituales. "Teniendo en cuenta que mi tío es médico y mi madre farmacéutica, la salud era uno de los temas estrella; si a eso le sumamos mi preferencia por los estudios de biología y química, tenía bastantes probabilidades de terminar siendo farmacéutico".
Su función la tiene clara desde el principio: "conseguir un impacto positivo en la calidad de vida de mis pacientes". Pero para ello hay que invertir en avances y en innovación. "Debemos realizar labores de educación sanitaria y uso racional de medicamentos, seguimiento, así como control de patologías crónicas".
Desde su farmacia rural ubicada en un municipio de no más de 12 mil habitantes, Bartomeu analiza los efectos de la crisis. "Si bien la situación es mejor que en años anteriores, la profesión no pasa por su mejor momento. Aunque es verdad que la situación se ha normalizado en cuanto a tema de los impagos, y la economía se recupera lentamente". Pero aún quedan muchas cosas por hacer: "Es necesario que exista mayor cohesión entre los farmacéuticos ya que actualmente aún hay escasa colaboración entre los distintos profesionales de la salud".
Y en cuanto a la valoración social, "la población en general tiene una visión muy positiva del farmacéutico, sin embargo, todavía hay muchos que nos ven como simples vendedores y no como profesionales sanitarios. Considero que estamos infrautilizados por la administración".
Precisamente una de las reivindicaciones más frecuentes del colectivo es la puesta en valor de su aportación tanto desde el punto de vista sanitario como desde su contribución social. "El modelo actual tiene un futuro incierto, y la solución pasa por hacernos imprescindibles para la sociedad. De la crisis se pueden extraer cosas positivas: la mejora en la gestión de compras concentrando proveedores, así como un adecuado control de stocks; la disponibilidad de un buen surtido de productos y la apuesta por la implantación de servicios profesionales que son el futuro de la farmacia comunitaria".
En contraposición, la recesión económica también conllevó medidas drásticas como la bajada de precios o el copago. "Nos obligó a entrar en una competencia de precios con grandes superficies, venta online y otras farmacias. Pese a ello, considero que la bajada de precios no es garantía de fidelidad porque siempre habrá otro canal u otro farmacéutico que lo ofrezca más barato. Es mejor invertir en la fidelidad del paciente ofreciendo una calidad de servicio, con atención personalizada, mayor especialización e implantación de los servicios profesionales". En esta labor será imprescindible contar con un equipo de profesionales motivados que crean en el proyecto y estén bien formados.
En cuanto al copago: "mi experiencia ha sido muy positiva puesto que ha contribuido a racionalizar el consumo y el gasto en medicamentos. A pesar de ello, quizás haya un colectivo de población que se ha visto perjudicado, pero en general ha sida un buena medida que debería haberse implantado antes".
Para despedirse, Bartomeu nos descubre lo que él cree que es fundamental para el futuro. "Reivindicamos mayor integración en el sistema sanitario, mejorar las relaciones interprofesionales y crear una farmacia centrada en los servicios, además de seguir avanzando en innovaciones terapéuticas y en medicamentos para pacientes ambulatorios que actualmente se dispensan en farmacias hospitalarias".
