Protegiendo la piel de las inclemencias del invierno

Es normal que el frío produzca irritaciones, enrojecimientos, descamaciones e incluso picores. Entre las zonas que más sufren destacan tanto cara como manos, labios y extremidades. 

26/11/2014

Cuando llega el frío llegan también los cambios bruscos de temperatura, la contaminación y la influencia de la luz solar, que aunque es menor en intensidad no por ello deja de ser dañina. Nuestra piel guarda memoria de todas las agresiones que sufre, las agresiones invernales se suman así a las ...

Cuando llega el frío llegan también los cambios bruscos de temperatura, la contaminación y la influencia de la luz solar, que aunque es menor en intensidad no por ello deja de ser dañina. Nuestra piel guarda memoria de todas las agresiones que sufre, las agresiones invernales se suman así a las solares propias del verano. En invierno debemos seguir tomando precauciones para protegernos del sol.

Las personas que trabajan en el exterior no deberían prescindir de protecciones solares altas, FPS 50, siendo suficiente con una protección media FPS 20 para las que trabajan donde no hay exposición directa. Hemos de tener en cuenta que la protección solar no es aditiva, es decir si utilizamos una crema hidratante con FPS 10 y un protector solar de FPS 15, la protección será la máxima que hayamos utilizado.

Por otro lado, en invierno debemos contrarrestar la deshidratación provocada por las bajas temperaturas, para ello las cremas hidratantes tienen como función principal asegurar el correcto grado de humedad de la piel, de modo que esta pueda realizar sus funciones con normalidad. Es un buen momento para nutrir nuestra piel aportando aceites o cremas con excipientes más untuosos que la lubriquen y la protejan, así como vitaminas y otros principios activos que mejoren la vitalidad, el tono y el mantenimiento óptimo de todas sus estructuras. También podemos aprovechar el invierno para tratar manchas, realizar tratamientos de rejuvenecimiento, tales como peelings o láseres que consiguen mejorar la tonalidad y textura de la piel eliminando manchas, rojeces, arrugas finas o poros dilatados.

Los fuertes cambios de temperatura típicos del invierno afectan enormemente a la piel, produciéndose en ocasiones repentinas rojeces, especialmente en la cara. El nombre de este incómodo fenómeno es cuperosis, y se trata de un conjunto de lesiones vasculares producidas en el rostro que se agravan durante estas fechas con la llegada del frío y los cambios bruscos de temperatura, que suponen también el uso de calderas o calefacción. Se calcula que las personas afectadas con esta enfermedad alcanzan ya el 10% de la población. A pesar de que los primeros síntomas suelen aparecer durante la adolescencia, la cuperosis aumenta con la edad y puede llegar a volverse incluso permanente.

Autor: IM Farmacias
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