Los elevados precios de los nuevos medicamentos, sobre todo los dirigidos a la lucha contra el cáncer, suponen un desafío para los proveedores de salud, particularmente en una Europa inmersa en la austeridad. Por ello, el presidente ejecutivo de GlaxoSmithKline, Andrew Witty, ha señalado recientemente que la industria farmacéutica “debería ...
Los elevados precios de los nuevos medicamentos, sobre todo los dirigidos a la lucha contra el cáncer, suponen un desafío para los proveedores de salud, particularmente en una Europa inmersa en la austeridad. Por ello, el presidente ejecutivo de GlaxoSmithKline, Andrew Witty, ha señalado recientemente que la industria farmacéutica “debería poder cobrar menos por los medicamentos nuevos en el futuro transmitiendo eficiencias de investigación y desarrollo a sus clientes”. Y agregó: “No es poco realista esperar que las nuevas innovaciones puedan tener un precio igual o menor a los precios preexistentes. No lo hemos visto en las épocas recientes de la industria (farmacéutica), pero es completamente normal en otras industrias”.
De hecho, las compañías farmacéuticas siempre han argumentado que los precios altos son necesarios para pagar los costos superiores a 1.000 millones de dólares que conlleva el desarrollo de un nuevo medicamento. En el caso de GSK, una importante modernización en la manera de llevar a cabo investigaciones ha llevado implícito que la tasa de retornos por inversiones en ese campo se haya incrementado en cerca de un 30% en los últimos tres o cuatro años. “Si se deja de fallar tan a menudo, se reduce masivamente el costo del desarrollo de fármacos, por eso estamos empezando a poder bajar los precios”, continuó el CEO de GSK. El costo medio del desarrollo de un nuevo medicamento, incluyendo los intentos fallidos, es de 1.100 millones de dólares, según un estudio de productividad de investigación y desarrollo entre las 12 principales farmacéuticas del mundo publicado por Deloitte y Thomson Reuters.
