¿Cómo ha evolucionado el papel del farmacéutico? ¿Hacia dónde se dirige la farmacia como espacio de salud? A pie de calle, en contacto directo con los profesionales del sector, buscamos respuestas a éstas y otras preguntas clave.
Con más de 23 años de experiencia en la profesión, Eva Calatayud asegura que lo que más le satisface es el trato con los pacientes y las muestras diarias de agradecimiento que recibe constantemente. Su oficina está situada en un pequeño municipio de Teruel, Santa Eulalia del Campo, que cuenta ...
Con más de 23 años de experiencia en la profesión, Eva Calatayud asegura que lo que más le satisface es el trato con los pacientes y las muestras diarias de agradecimiento que recibe constantemente. Su oficina está situada en un pequeño municipio de Teruel, Santa Eulalia del Campo, que cuenta con poco más de mil habitantes. Esto explica la existencia de una población envejecida. “La mayoría de los pacientes son de edad avanzada. Por tanto, nuestras ventas se corresponden con las recetas de la Seguridad Social, sin embargo, disminuyen las consultas relacionadas con la parafarmacia y los productos de venta libre en general”.
Una de las ventajas de la farmacia rural es la accesibilidad a la población y la relación de familiaridad que se genera profesional-paciente. Aunque también es cierto que ha sido el área donde más se han dejado sentir los efectos negativos de la crisis. “Los recortes nos han afectado muchísimo porque dependemos casi exclusivamente del medicamento. Por el contrario, la farmacia urbana puede ir incorporando nuevos servicios complementarios que ayuden a sufragar los gastos. Junto a ello, la farmacia rural cuenta con otro problema añadido y es la incidencia de la receta electrónica en el número de dispensaciones, que han bajado de forma considerable, ya que, al no ser preciso acudir al médico, el paciente suele retirar el tratamiento en grandes poblaciones en lugar de acudir al botiquín más cercano”.
Considera que España cuenta con uno de los mejores modelos sanitarios que permite asegurar la accesibilidad a la atención farmacéutica a toda la población. No obstante, admite los cambios que está experimentando y que, en ocasiones, producen cierta desazón entre los profesionales. “Han cambiado mucho nuestras rutinas de trabajo. Hay veces que tienes la impresión de que eres más administrativo que farmacéutico debido a la acumulación de gestiones burocráticas que implica la farmacia. Lo que nunca cambiará será la confianza que tienen los pacientes en nosotros”.
Con la llegada de los cambios, los farmacéuticos deben adaptarse a las nuevas necesidades. Pese a la dificultad para introducir grandes modificaciones en el mundo rural, Eva apuesta por la implantación progresiva de nuevos servicios, puesto que “estos productos se presentan como una excelente solución de futuro y una fuente de ingresos importante. El problema es su incorporación en pequeños municipios. A ello hay que sumarle las ventas por internet que ofrecen precios más bajos y competitivos, contra los que nosotros no podemos hacer frente”.
En cuanto a las consecuencias de los recortes en el mundo rural, Eva nos ofrece otra visión aún más traumática. “En nuestra provincia, hay 22 farmacias VEC que tienen muy difícil seguir adelante, y, precisamente, hace un mes una localidad cercana se quedó sin farmacia por la complicada situación que estaba viviendo su titular. Las adversidades le obligaron a cerrar. Y esto es así porque el gobierno de Aragón ya nos adeuda desde el mes de noviembre. Es una situación insostenible”.
No obstante, y a pesar de los inconvenientes, Eva Calatayud se muestra optimista. “Es cierto que el futuro del sector está complicado, por eso debemos estar preparados para hacer frente a todos los nuevos cambios. Especialmente nos preocupa la temida liberalización del mercado. Sin embargo confío en nuestra profesionalidad, y en que las instituciones sepan valorar el papel trascendental del farmacéutico en la sociedad”.
