Psicobióticos: probióticos y salud mental

En España, según los resultados de la `Encuesta Nacional de Salud 2017´, una de cada diez personas mayores de 15 años refirió haber sido diagnosticada de algún problema de salud mental. Entre ellos, el trastorno de ansiedad y la depresión son los más frecuentes, afectando a un 6,7% y un 4% de la población total, respectivamente.

Según la OMS, en 2030, las enfermedades vinculadas a la salud mental serán la principal causa de discapacidad . En este contexto, la profesión farmacéutica tiene un importante papel y debe asumir un firme compromiso, especialmente en la detección temprana, el apoyo a los pacientes durante el tratamiento y en la concienciación de la sociedad sobre la incidencia, la causa y sus efectos.

Un número creciente de investigaciones constata los efectos prometedores del uso de ciertos probióticos (psicobióticos) en trastornos mentales como la ansiedad, las alteraciones del estado de ánimo, la depresión, así como en enfermedades neurodegenerativas y en trastornos del neurodesarrollo.

Eje intestino-cerebro

Se denomina `eje intestino-cerebro´ a la conexión bidireccional y dinámica existente entre estos dos órganos. Este término ha sido ampliado a `eje microbiota-intestino-cerebro´, ya que se ha constatado que la microbiota intestinal (conjunto de millones de microorganismos que conviven de forma simbiótica en nuestro intestino), desempeña un papel importante en esta comunicación bidireccional, modulando así la salud del individuo, de manera que cualquier alteración de esta conexión puede ocasionar trastornos digestivos, metabólicos. El eje microbiota-intestino-cerebro está formado por la microbiota intestinal, el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso autónomo, el sistema neuroendocrino y neuroinmune y el sistema nervioso central.

Recientemente se ha visto que la microbiota intestinal desempeña un papel importante en la salud mental, relacionado con la modulación de respuestas emocionales y comportamentales. De este modo, desequilibrios en la microbiota intestinal pueden afectar el comportamiento emocional y los sistemas cerebrales relacionados y, a su vez, el estrés psicológico o físico puede alterar la composición y la actividad metabólica de la microbiota intestinal. En varias investigaciones se ha demostrado que el estrés crónico, al alterar la microbiota intestinal y la permeabilidad de la barrera intestinal, puede influir en determinados trastornos mentales como la depresión o la ansiedad.

El estrés crónico induce cambios en la microbiota inestinal que, a su vez, pueden alterar los niveles de CRF (factor liberador de corticotropina), de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), de serotonina y de GABA, entre otros, lo que favorecería la aparición de patologías como la ansiedad y la depresión.

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