La piel es tan maravillosamente autosuficiente que podemos llegar a pensar que la tenemos garantizada para siempre, o que podemos abusar de ella sin problemas. Pero merece y requiere de cuidados adecuados, principalmente a medida que nos hacemos mayores.
11/04/2017
De todos los órganos del cuerpo, la piel es el más versátil de todos. Es el único órgano que está directa y constantemente abierto al exterior. La piel protege de agentes externos, del calor y el frío, del aire y los elementos, de las bacterias, es impermeable, se repara y ...
De todos los órganos del cuerpo, la piel es el más versátil de todos. Es el único órgano que está directa y constantemente abierto al exterior. La piel protege de agentes externos, del calor y el frío, del aire y los elementos, de las bacterias, es impermeable, se repara y lubrica a sí misma, incluso elimina algunos residuos del cuerpo.
Como sus parientes el pelo y las uñas, refleja tanto la salud física como la mental. La piel puede avisar de enfermedades internas con cambios en su color o textura o con la aparición de granos o de manchas. Proporciona el sentido del tacto, puede ser áspera o delicada, suave o arrugada, según dicten las necesidades o la edad.
La piel debe mantenerse limpia, pero lavarla excesivamente con jabón la secará, privándola de su lubricante natural: el sebo. El jabón también puede causar reacciones alérgicas. Si eso sucede, debemos elegir algún producto hipoalergénico. Los productos hidratantes ayudan a lubricar la piel con una película de emulsión de aceite y agua, y no son absorbidos más allá de la capa más externa de la piel. El mayor riesgo para la piel es el exceso de luz solar. La exposición excesiva causa no sólo sequedad o quemaduras, sino cambios a largo plazo que pueden provocar envejecimiento prematuro o, incluso, cáncer de piel.
Higiene corporal
Los hábitos de limpieza corporal han ido cambiando con el tiempo. Si bien hace unos años el baño era el procedimiento más frecuente, hoy día la ducha le ha ido ganando protagonismo de manera ostensible, del mismo modo que lo ha hecho el producto estrella en el ritual diario de la limpieza corporal: el gel. Se trata de un preparado compuesto por detergentes sintéticos que eliminan la suciedad cutánea y ejercen a la vez una acción tonificante y relajante. Un gel de ducha debe cumplir una serie de requisitos generales:
Buena presentación. Es importante que tenga un buen aspecto, perfume y color, que resulte atractivo. Para ello se añaden a la formulación agentes opacificantes y nacarantes, así como colorantes y perfumes que mejoran las características organolépticas del producto, que debe ser fácilmente soluble y no afectar al resto de las características del gel.
Poder detergente. Debe ser suficiente para eliminar las grasas y residuos. Para conseguirlo se añaden tensioactivos aniónicos primarios de compatibilidad dérmica a su composición.
Bajo poder desengrasante. No debe causar un desengrase excesivo, de modo que respete en la medida de lo posible el manto hidrolipídico protector. Por este motivo su formulación suele contener aceites, ésteres y glicéridos como agentes reengrasantes o emolientes.
Fácilmente aplicable. Tiene que ser suficientemente viscoso, lo que se consigue con la ayuda tensioactivos de tipo alcanolamidas, que actúan como espesantes, y se debe poder extender con facilidad, así como dispersarse con rapidez sobre la piel.
Productor de espuma. Tiene que desarrollar mucha espuma densa, cremosa y estable. Para conseguirlo se añaden estabilizadores de la espuma o boosters. Los tensioactivos más utilizados para esta función son nuevamente las alcanolamidas junto con los óxidos de amina.
Fácil de aclarar. Y no debe dejar residuos.
Insensible a la dureza del agua. Una elevada dureza del agua puede causar sales cálcicas de los correspondientes tensioactivos, que podrían ser insolubles con el agua y precipitar.
Inocuo. No debe irritar la piel ni las mucosas. Para ello se añaden agentes de ajuste de pH y se tiende a buscar productos de pH ligeramente ácido, por ser el que más se aproxima al pH cutáneo. Así pues, el pH del gel debe oscilar entre 5 y 5,5.
Estable y bien conservado. Tiene que ser resistente a la contaminación por microorganismos y debe poder llegar al consumidor en perfecto estado, por lo que es fundamental añadir conservantes, ya que la mayoría de preparados tensioactivos contienen una elevada cantidad de agua que los hace susceptibles de presentar contaminación microbiana.
Económico. Conviene una formulación sencilla, en la que se empleen sólo las materias primas necesarias para las funciones deseadas.
Elevado porcentaje de agua. Es el ingrediente mayoritario de la formulación. Es muy importante que la calidad microbiológica del agua esté garantizada. Además, pueden añadirse a la fórmula filtros solares, antioxidantes o agentes secuestrantes para ligar las sales de calcio y magnesio del agua. En definitiva, todos los ingredientes deben contribuir a que el gel resultante proporcione una agradable sensación de cuidado.
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