El mercado de probióticos sigue proliferando

El mercado de los probióticos se ha confirmado como un espacio comercial en el que ganan todos. Ganan los pacientes, porque se sienten más sanos con su ingesta. Ganan los profesionales sanitarios, porque encuentran mejor a sus pacientes, al liberarse en muchas ocasiones de problemas intestinales largamente padecidos. Y, por supuesto, ganan las compañías fabricantes, al reeditar MAT a MAT, cada vez mejores resultados.

26/12/2017

Los últimos cinco años han visto un florecimiento del mercado de los productos probióticos. A pesar de que son un recurso en la prescripción de los profesionales sanitarios desde hace bastante tiempo, ha sido en el último lustro cuando la población ha empezado a incluir estos suplementos de forma habitual ...

Los últimos cinco años han visto un florecimiento del mercado de los productos probióticos. A pesar de que son un recurso en la prescripción de los profesionales sanitarios desde hace bastante tiempo, ha sido en el último lustro cuando la población ha empezado a incluir estos suplementos de forma habitual en su dieta. Según diferentes estudios, aquellas personas que llevan suficiente tiempo consumiendo estos productos, refieren un mejor estado de salud general, así como su decisión favorable a mantenerlos como parte importante de su vida.

Pensando en la microbiota

Los productos probióticos están directamente dirigidos a potenciar la microbiota, o flora, intestinal. Esta está compuesta por billones de bacterias que colonizan el sistema digestivo humano, mediante una relación de simbiosis con el intestino, en equilibrio sensible. Los 1.000 tipos distintos de bacterias presentes en la microbiota suman una cifra de 1014 microorganismos, mayoritariamente en el colon. Se trata de una masa de microorganismos con 3 funciones principales: la nutrición a través del metabolismo, la protección frente a patógenos y la función trófica, tisular y autoinmune. Siguiendo a O´Toole, Cooney, Mariat y otros, la función nutricional y metabólica se realiza mediante la actividad bioquímica microbiana, capaz de crear moléculas de ácidos grasos de cadena corta a partir de las proteínas ingeridas, además de producir vitaminas y permitir la absorción de calcio y hierro. La Microbiota también protege al organismo, mediante el mecanismo de exclusión competitiva. Al ocupar el espacio, impide la entrada de agentes infecciosos y la proliferación de microorganismos potencialmente patógenos. En cuanto a su función trófica, aporta energía para el desarrollo diferenciado del epitelio intestinal y contribuye a la modulación del sistema inmune.

Por qué un prebiótico no es un probiótico

Como en otros aspectos de las ciencias de la vida, una sola letra supone una gran diferencia. Los probióticos no son lo mismo que los prebióticos. Estos últimos, tan conocidos como la Oligofructosa, la inulina, los Galacto-oligosacáridos, la lactuloda o los oligosacáridos de la leche materna, no son organismos vivos, sino un tipo de hidratos de carbono que estimulan de manera selectiva el crecimiento y la actividad de las bacterias benefi ciosas: bífidobacterias y lactobacilos. Su efecto fisiológico se debe a que no pueden ser digeridas por el metabolismo humano y, por el contrario, fermentan en el sistema digestivo para servir de alimento a las bacterias de acción positiva que forman la microbiota. Como es sabido, tienen mucho predicamento la inulina y los fructooligosacáridos (FOS), ya sea de forma natural en algunos alimentos o como añadidos por aquellos fabricantes que quieren dotar a sus productos de beneficios de salud concretos.

Acción pro vital

El término "probiótico", entendido de manera científica, se refiere a aquellos microorganismos vivos con acreditado beneficio mediante estudios para la salud de las personas. Una definición que completó hace algún tiempo la Organización Mundial de Gastroenterología, al añadir que ese efecto beneficioso buscado depende de que su ingesta se realice en las cantidades suficientes. Como se ha dicho, y en general, los probióticos más profusamente utilizados pertenecen a las especies Lactobacillus y Bifi dobacterium. Entre los primeros, de uso ya clásico, están los que permiten la obtención de yogur a través de la fermentación de la leche, habiendo sido muy utilizados también en la conservación alimentaria.

Los probióticos no solo ayudan a que se man­tenga y prolifere la población de bacterias beneficiosas para el intestino sino que, además, se instalan ellos mismos en su mucosa para expandirse y evitar, con ello, la instalación de otras bacterias perniciosas. Este efecto barrera evita la colonización del intestino por parte de patógenos. A parte de esa funcionalidad ya des­crita, la investigación se encamina a pensar que cada probiótico precisa su propio estudio y que los beneficios de uno no se pueden adjudicar de manera inequívoca a otros.

De igual forma, los probióticos también facilitan los mecanismos inmunitarios de la mucosa intestinal. Actualmente se sabe que consumir probióticos, como leches fermentadas, mejora la intolerancia a la lactosa, entre otras ventajas.

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Autor: IM Farmacias
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