Desde que llegara a Canarias hace 50 años, Gustavo Rodríguez (Las Palmas) se ha dedicado a lo que más le gusta: ser farmacéutico. Aterrizó en las islas realizando las milicias en el Estado Mayor del Mando Aéreo de Canarias y allí se enteró de que hacía falta un farmacéutico en ...
Desde que llegara a Canarias hace 50 años, Gustavo Rodríguez (Las Palmas) se ha dedicado a lo que más le gusta: ser farmacéutico. Aterrizó en las islas realizando las milicias en el Estado Mayor del Mando Aéreo de Canarias y allí se enteró de que hacía falta un farmacéutico en Sardina del Sur, pensó que ese farmacéutico podría él. "Se trataba de un núcleo muy pequeño, pero cabeza de toda una comarca que se quedaba sin asistencia porque la farmacia se iba a otra zona que se empezaba a desarrollar, y entonces me vine y aquí sigo. La profesión la he heredado de mi padre que era farmacéutico en Miajadas, Cáceres".
A partir de entonces no ha dejado de trabajar por y para sus conciudadanos. "Mi vocación de farmacéutico es de salud pública, y lo que más me gusta es la cohesión de todos los servicios farmacéuticos para los pacientes de la zona en coordinación con sanitarios, médicos y enfermeros. Después de una larga trayectoria como farmacéutico tengo muy claro que nuestro futuro está en los servicios farmacéuticos asistenciales".
La mayoría de sus pacientes son crónicos y polimedicados con un perfil envejecido que requiere una asistencia integral y personalizada. "Son personas que por sus características precisan una atención del medicamento fuera de la farmacia, en su casa, y nos cuesta mucho trabajo que sigan la prescripción facultativa tal y como ha sido señalada.".
Esta es la situación que impera en España con una población cada vez más envejecida que presenta importantes necesidades de salud. Pero la farmacia ha sabido adaptarse a la nueva coyuntura y salir fortalecida, por ejemplo, incorporando avances como la receta electrónica que ha agilizado mucho la labor de los profesionales. "El modelo es cambiante y ha evolucionado hacia mejor. Se han integrado las nuevas tecnologías que han ayudado a la actividad diaria del farmacéutico y que además han potenciado la coordinación con otros profesionales del Servicio Canario de la Salud", cuenta Gustavo desde la voz de la experiencia.
Pero, sin embargo, y a pesar de los años en la profesión, también a este veterano farmacéutico le llegó la crisis. "Lo pasamos mal hasta el punto de que nos tuvimos que poner en manos de los bancos para seguir adelante, los impagos nos ahogaron y rompieron el servicio normal de la farmacia, y endeudamos nuestro patrimonio para mantenerlo. Sufrimos además una enorme presión fiscal que todavía arrastramos", afirma Gustavo apesadumbrado, y continúa: "Todavía está por resolver una cuestión fundamental: la gestión del medicamento en los hospitales y el conjunto de la gestión de la sanidad hospitalaria porque no es eficiente. Está muy bien con respecto a otros países, pero todos los sanitarios estamos sufriendo las consecuencias de una mala gestión".
Los sucesivos reales decretos han hecho estragos en la farmacia porque son menores los márgenes. La situación es aún más complicada en el mundo rural. "Nos hemos visto obligados a aumentar la asistencia farmacéutica y la fidelidad de los pacientes ofreciéndoles una prestación de la mayor calidad posible pero sin obtener a cambio la rentabilidad de antes. Y todo ello con la amenaza de las plataformas de venta on line que conllevan un gran peligro sanitario".
Al respecto Gustavo hace una advertencia. "Si continúan las bajadas de precios combinadas con las medidas de ajuste de los reales decretos, se producirá un daño irreparable a las oficinas de farmacia que son un pilar importantísimo para el Sistema Nacional de Salud", advierte con tristeza, y concluye: "Tras cincuenta años de ejercicio, me asombra tener que manifestarlo: es preciso que se adopten medidas para garantizar la viabilidad de las farmacias y la importante función sanitaria que aportan al SNS".
