Con una amplia sonrisa Rosa María Castillón nos recibe en la puerta de su botica rural situada en el municipio riojano de Corera. Desde allí atiende a una población que apenas alcanza los 250 habitantes. "El servicio es bueno pero hay que invertir mucho tiempo, y cumplir los horarios rigurosamente. ...
Con una amplia sonrisa Rosa María Castillón nos recibe en la puerta de su botica rural situada en el municipio riojano de Corera. Desde allí atiende a una población que apenas alcanza los 250 habitantes. "El servicio es bueno pero hay que invertir mucho tiempo, y cumplir los horarios rigurosamente. Esta circunstancia incrementa las horas de trabajo y dedicación".
Su amor por la farmacia es vocacional y orientado completamente al servicio público, más aún en el medio rural donde se hace imprescindible la presencia del boticario. "Desde siempre supe que quería ser farmacéutica. Cuando terminé mis estudios hice algunas sustituciones en farmacias rurales, y me gustó tanto que decidí solicitar una, de eso ya han pasado 30 años".
Afirma estar encantada con su trabajo a pesar de los problemas que siempre han existido, de ahí la importancia de preservar el modelo de farmacia porque "debemos garantizar que cualquier persona pueda acceder al medicamento, sea en una gran ciudad o en un pueblo más pequeño. La farmacia rural es un ejemplo de las ventajas del modelo mediterráneo como paradigma de la capilaridad". Ventajas a las que se unen también ciertas dificultades añadidas. "La botica rural recibe muy pocos estímulos por parte de las administraciones locales y sanitarias. Todo ello pese a la labor de cohesión social que desarrolla como servicio sanitario accesible para todos los ciudadanos".
En contraposición a los intentos de liberalizar el sector o de transformar la gestión, Rosa María aboga por mantener el modelo actual y legislar "teniendo muy en cuenta a los rurales, ya que realizamos un trabajo trascendental como sanitarios a pie de calle". Pero no todo ha afectado de manera negativa a la farmacia, también hay avances que han contribuido a la labor diaria. "La receta electrónica ha sido algo positivo, aunque nos ha obligado a ponernos al día en temas informáticos y tener que invertir en programas y equipos. La interoperabilidad está implantada casi al 100%, aunque todavía quedan muchos detalles por pulir", advierte, y añade: "La relación con los profesionales sanitarios es muy buena; estamos coordinados para solucionar los desajustes que todavía existen en la receta electrónica y atender lo mejor posible a nuestros pacientes para optimizar el cumplimiento de los tratamientos".
En cuanto al futuro: "Está en los servicios remunerados, y en esto deberían colaborar las administraciones". Otra de las demandas más urgentes es un mayor reconocimiento del carácter sanitario de la profesión y no el mercantil exclusivamente. En definitiva, el objetivo final en palabras de Rosa María es convertir la farmacia en un espacio donde se pueda formar al paciente en temas básicos de Salud, labor que debe contar, por otra parte, con la ayuda de las instituciones públicas. "Se trata de luchar conjuntamente por el mantenimiento de un servicio básico y bien valorado en términos generales por la población".
Por último, nos advierte sobre uno de los problemas más acuciantes de la farmacia riojana. "En los últimos meses se han acuciado las faltas de medicamentos, y esta situación nos supone una gran preocupación de cara a nuestros pacientes, ya que no siempre es fácil de solucionar".
