Desde un pequeño municipio al norte de la Ribera del Ebro llamado Arguedas, Ignacio Samanes cumple con una misión sanitaria esencial: la del farmacéutico. "Llevo dedicándome a la oficina de farmacia 31 años desde que empecé en 1987. Es una farmacia con tradición familiar, situada en un pueblo de unos ...
Desde un pequeño municipio al norte de la Ribera del Ebro llamado Arguedas, Ignacio Samanes cumple con una misión sanitaria esencial: la del farmacéutico. "Llevo dedicándome a la oficina de farmacia 31 años desde que empecé en 1987. Es una farmacia con tradición familiar, situada en un pueblo de unos 2000 habitantes donde nos conocemos todos", asegura con un aire campechano. Su día a día, el trato cercano con los clientes es su mayor satisfacción: "Formamos ya una gran familia. Ellos depositan su confianza en mis conocimientos y yo trabajo por estar lo suficientemente preparado para no defraudarles".
Sincero, humilde, Ignacio es también realista. "A pesar de que en el mundo rural las transformaciones son más lentas, yo tengo claro que si la sociedad cambia, el modelo también debe cambiar. Tenemos que adaptarnos". Lo dice él que ha visto cómo la farmacia ha pasado de lo analógico a lo digital. "La base económica de la farmacia sigue siendo la venta de medicamentos. Eso es algo que no deberíamos olvidar, si bien debemos abrir el abanico a los servicios de salud".
El problema es que muchos de estos servicios no son exclusivos de la farmacia, afirma Ignacio. "Estamos en un mercado libre, lo que supone que tengamos que competir con otros canales distintos al nuestro". Y ante esta situación ¿qué puede hacer la farmacia, cuál es su valor añadido? "Muy fácil, debemos confiar en nuestros puntos fuertes, que son el consejo y la proximidad, aunque también influyen otros condicionantes como los precios, los horarios o la comodidad de comprar desde casa".
Nos dirigimos, pues, hacia una farmacia adaptada a las necesidades de una sociedad transformadora y a una farmacia más asistencial. "Avanzamos hacia un modelo asistencial, por ejemplo los SPDs se han convertido en una práctica necesaria para muchos pacientes. Los cambios sociales y familiares nos han dejado un gran número de ancianos que viven solos y que son incapaces de controlar las pautas de sus medicamentos".
Servicios que son esenciales para una población envejecida, pero servicios que deben ser exclusivos y remunerados. "Deben ser exclusivos porque hace falta una preparación farmacéutica para abordar con éxito los tratamientos farmacológicos y también remunerados porque es algo que no se hace en cinco minutos".
Profesionalidad y tiempo, dos factores que influyen en la prestación de nuevos servicios para que sean capaces de responder a las necesidades de los pacientes, sin embargo, esto se contrapone con el desarrollo de una profesión que ha vivido muy de cerca los recortes. "La farmacia ha experimentado muy de cerca los recortes en materia sanitaria que en esta última crisis también ha afectado al usuario final con medidas como el copago".
Ignacio tiene su propia opinión sobre el copago. "Es un arma de doble filo, ya que sirve para evitar la acumulación de medicamentos en las casas, a la par que nos genera mucho más trabajo en la farmacia. Y por otra parte tiene el peligro de que algunos pacientes con muchas enfermedades y rentas muy bajas abandonen la medicación que necesitan". Por tanto, la opinión general entre el colectivo es que estos recortes no se dirigen hacia el ámbito hospitalario, "y la evidencia es que el gasto hospitalario crece a un ritmo muy superior al farmacéutico".
Sobre cómo afrontar el futuro: con optimismo y profesionalidad. "Somos los expertos en medicamentos, y una pieza clave en el sistema sanitario. Sean cuales sean los caminos por los que se encauce la sanidad es seguro que ahí estaremos".
