Pedro Ávila regenta su farmacia en el barrio cordobés de El Naranjo, dando continuidad a una tradición familiar que alcanza ya la tercera generación de farmacéuticos. Nada es nuevo para él en una profesión que ha aprendido desde chico. "Me incorporé a la farmacia de mi padre en 1984 tras ...
Pedro Ávila regenta su farmacia en el barrio cordobés de El Naranjo, dando continuidad a una tradición familiar que alcanza ya la tercera generación de farmacéuticos. Nada es nuevo para él en una profesión que ha aprendido desde chico. "Me incorporé a la farmacia de mi padre en 1984 tras hacer farmacia y óptica, y la dirijo desde 2003. Todos los días doy lo mejor de mí mismo para ofrecer a los vecinos una atención de calidad basada en la preparación y en la formación cualificada del buen profesional".
El barrio es como un pequeño pueblo, y todos conocen al boticario. "Llevamos conociéndonos desde siempre, no en vano, la botica abrió sus puertas en 1960. El paso de los años nos ha permitido seguir creciendo como personas, y sobre todo como profesionales".
Años en los que también ha cambiado la farmacia. "La incorporación de las últimas tecnologías ha sido una gran transformación, también la introducción de la receta electrónica". Y estos avances requieren la presencia de un equipo de profesionales, adjuntos, técnicos y auxiliares que permitan ofrecer más servicios, "sin olvidar nunca cuál es nuestra principal labor: somos los especialistas en el medicamento con todo lo que ello conlleva de custodia, dispensación, garantía y seguimiento de tratamientos".
Pedro lo tiene claro, pero ¿la administración también? "Serían fundamentales acuerdos con la administración para la ampliación de estos servicios y su posible remuneración, pues somos los profesionales de la salud que hemos sufrido más recortes dentro del sistema sanitario, además de los sucesivos decretos que hoy todavía padecemos".
Situación compleja que no ayuda a ser optimistas, más aún con las condiciones especiales que han experimentado los farmacéuticos andaluces. "En Andalucía, la subasta ha supuesto un trastorno debido a los continuos desabastecimientos y alteraciones que, además, provocan en los pacientes dificultad para seguir sus tratamientos".
Lo dicho, al final siempre es el paciente el más perjudicado. Aún y así, Pedro nos deja con un mensaje positivo: "Somos un sector que sabemos adecuarnos al paso del tiempo y a todos los vaivenes que hemos tenido, lo cual me hace ser medianamente optimista respecto a un futuro prometedor plasmado en la declaración de Córdoba 2014 y que todavía sigue vigente".
