Abordaje del cuidado ocular desde la farmacia

El ojo seco, el orzuelo o la conjuntivitis son algunas de las patologías oftálmicas que se atienden con más frecuencia en la oficina de farmacia, siendo las consultas más frecuentes sobre cuidado ocular.

06/03/2019

En las oficinas de farmacia son frecuentes las consultas sobre problemas y patologías oculares: desde molestias leves a posibles alteraciones secundarias a enfermedades crónicas. El alivio de los síntomas, las pautas correctas de administración de los fármacos y la derivación al oftalmólogo son las principales actuaciones del profesional farmacéutico. Ya ...

En las oficinas de farmacia son frecuentes las consultas sobre problemas y patologías oculares: desde molestias leves a posibles alteraciones secundarias a enfermedades crónicas. El alivio de los síntomas, las pautas correctas de administración de los fármacos y la derivación al oftalmólogo son las principales actuaciones del profesional farmacéutico. Ya que el farmacéutico es un eslabón clave para promover el cuidado ocular, detectar patologías, derivar a otros profesionales cuando sea preciso y dar una correcta recomendación sobre el buen uso de las terapias farmacológicas, es necesario que tenga conocimientos básicos de la etiología, diagnóstico y correcto uso de los tratamientos, para abordar esta situación de manera segura y eficaz y dar una prestación sanitaria de calidad.

Ojo seco

El ojo seco o síndrome de ojo seco (SOS) es un proceso que afecta a mucha gente todavía por diagnosticar. Se calcula que más del 60% de la población mayor de 45 años sufre este trastorno, alrededor de unos 5 millones de personas en España. Se trata de una patología ocular que afecta principalmente a mujeres, incrementándose con la edad, hasta en un 80% en mayores de 60 años.

El ojo seco es una irregularidad ocular en la que el ojo produce una cantidad de lágrimas insuficiente, muy relacionado con los cambios hormonales en el caso de las mujeres, así como por su mala calidad o rápida evaporación, generalmente provocado por alteraciones en las glándulas de Meibomio. Estas glándulas, que se encuentran en los párpados y segregan lípidos (grasas), son las encargadas de lubricar la superficie ocular y evitar que se evapore la película lagrimal, lo que se conoce como Disfunción de las Glándulas de Meibomio (DGM). Esta falta o inexistencia de la lágrima en el ojo va a suponer un problema ya que la lágrima es la encargada de nutrir, humidificar y lubricar la superficie del ojo.

Existen múltiples factores que ocasionan la disfunción, provocando que la película lagrimal se rompa y quede expuesta al aire, algunos de los cuales pueden ser alteraciones en la piel, trastornos alérgicos, cambios hormonales, adicción al tabaco, enfermedades reumáticas, determinados tratamientos farmacológicos, o una cirugía ocular previa. Entre sus síntomas, destaca la sensación de quemazón, picazón y arenilla en los ojos, el enrojecimiento y el malestar al realizar tareas cotidianas como la lectura, conducir o fijar la mirada en una pantalla de televisión, así como la intolerancia a las lentes de contacto.

La contaminación ambiental creciente también se relaciona directamente con este tipo de patologías. La falta de humedad y el aumento de la contaminación por el humo de los coches y los compuestos químicos de las fábricas contribuyen a un crecimiento de inflamaciones oculares y a la aparición del ojo seco.

Orzuelo

Un orzuelo es la inflamación de una de las glándulas sebáceas situadas en el borde del párpado, que se manifiesta como una pequeña protuberancia sensible al tacto en su parte interna o externa. Los orzuelos son bastante comunes, pueden aparecer en personas de todas las edades y, por regla general, no interfieren en la visión. Normalmente afectan a un solo ojo, aunque es posible tener orzuelos en ambos ojos o más de un orzuelo en el mismo ojo.

En líneas generales, el orzuelo puede clasificarse como externo, cuando la hinchazón aparece a lo largo del borde del párpado y el orzuelo se puede convertir en un punto amarillento lleno de pus, que resulta molesto al tacto; o interno, cuando se sitúa en la parte interior del párpado. Normalmente es más doloroso que el externo. Además de las molestias derivadas de la hinchazón, el orzuelo también puede ir acompañado de lagrimeo, enrojecimiento del ojo y el párpado, aumento de la sensibilidad a la luz y sensación de cuerpo extraño.

Los orzuelos suelen estar provocados por una bacteria denominada estafilococo, presente en la piel y en las fosas nasales. El estafilococo, que alcanza el ojo con facilidad cuando nos frotamos los párpados tras tocarnos la nariz, aprovecha la menor oportunidad para multiplicarse, causando la infección que se encuentra tras el orzuelo. En el caso de orzuelos externos, la infección puede producirse en los folículos de las pestañas, las glándulas de Zeis (glándulas sebáceas adheridas a los folículos que producen una sustancia denominada sebo, destinada a lubricar las pestañas para evitar que se sequen) o las glándulas de Moll (glándulas sudoríparas que se vacían en los folículos). En los orzuelos internos, la infección suele afectar a la glándula de Meibomio, encargada de producir un líquido graso para la película lagrimal que cubre el ojo.

Algunos especialistas consideran que la causa fundamental de los orzuelos es una bajada de defensas del organismo. Cuando las defensas se reducen, aumenta nuestra predisposición a contraer infecciones. La blefaritis crónica, una inflamación de los párpados, también puede incrementar el riesgo de orzuelos.

La mayoría de los orzuelos mejora sin ningún tratamiento pasadas entre una y tres semanas, aunque a veces se reavivan. Lo normal es que los orzuelos externos se vuelvan puntos amarillos y liberen pus a los tres o cuatro días. Los orzuelos internos, más dolorosos, pueden prolongarse un poco.

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Autor: IM Farmacias
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