Nos acercamos hasta Santibáñez el Bajo, un hermoso pueblecito del norte de Cáceres donde viven apenas 700 habitantes, para conocer a Elisa Amador. Nos recibe en la puerta de la farmacia: "Comencé en la profesión en 1980 como regente en la farmacia de Acebo, un pueblo de la Sierra de ...
Nos acercamos hasta Santibáñez el Bajo, un hermoso pueblecito del norte de Cáceres donde viven apenas 700 habitantes, para conocer a Elisa Amador. Nos recibe en la puerta de la farmacia: "Comencé en la profesión en 1980 como regente en la farmacia de Acebo, un pueblo de la Sierra de Gata. Después me concedieron una beca en el hospital de Plasencia perteneciente a la Diputación, y por último, solicité la farmacia de mi pueblo de la que sigo al frente desde 1983".
Su historia es una historia de entrega y dedicación a los demás. "Lo que más me satisface es poder trabajar en el medio rural, ya que se crea un vínculo muy cercano con los vecinos, la relación es casi familiar hasta el punto de que te llegan a pedir consejo profesional e incluso personal, es la mejor recompensa".
Y es que a pesar de que el modelo de farmacia ha evolucionado con los nuevos tiempos, el mundo rural sigue siendo el mismo, sobre todo en lo que se refiere al trato con los pacientes. "Los cambios tienen que ver más con los problemas burocráticos y con las dificultades administrativas". Es el caso de medidas como el copago o la interoperabilidad entre CCAA. "El paciente no suele está muy bien informado de estos cambios, y es ahí cuando el farmacéutico juega un papel esencial, pues es quien resuelve sus dudas y le aconseja en todo momento".
Confianza, cercanía, son los valores añadidos que ofrece la farmacia rural, pero ¿tiene futuro? "La farmacia rural tal y como la concebimos hoy día quizás no tenga mucho futuro, pero creo que es un agente imprescindible puesto que se trata del único sanitario que queda en muchos pueblos".
También influye el perfil del paciente. "La mayoría de los clientes son pensionistas, de ahí la dificultad de implantar determinados servicios". A esto hay que sumarle medidas como las bajadas de precio que han afectado especialmente al entorno rural en Extremadura. "El 90% es dispensación de medicamentos, lo que significa que muchos boticarios dependen casi exclusivamente de ello, por lo que la política de precios es esencial".
¿Cómo contrarrestar esta situación? Elisa lo tiene claro: con formación. "Los pacientes confían en nuestro conocimiento y en nuestro consejo profesional. El hecho de poderles explicar con un lenguaje cercano y sencillo cómo deben tomar los fármacos y las dosis adecuadas, además de, claro está, indicarles cuáles son los efectos secundarios. Si no tenemos el conocimiento adecuado, no podremos ayudarles".
Una visión realista pero prometedora es la que nos ofrece Elisa. "Veo el futuro un tanto incierto, aunque tengo la esperanza de que la farmacia rural no desaparezca por el gran servicio que aporta a la población de pequeños municipios, cada vez más envejecida y a la vez más necesitada de ayuda sanitaria".
