Información y repelentes, fundamental para el viajero

Las picaduras son frecuentes en verano, pero aunque son bastante molestas, no suelen producir problemas de salud importantes. Caso aparte es la realización de viajes lejanos donde los insectos puedan ser transmisores de enfermedades graves.

24/07/2019

Los viajes internacionales conllevan, en sí mismos, ciertos riesgos sanitarios, que dependerán tanto del viajero como del tipo de viaje a realizar. Los viajeros pueden encontrarse con cambios repentinos y considerables de altitud, humedad, temperatura, etc., a lo que se añade una posible exposición a distintas enfermedades infecciosas. Uno de ...

Los viajes internacionales conllevan, en sí mismos, ciertos riesgos sanitarios, que dependerán tanto del viajero como del tipo de viaje a realizar. Los viajeros pueden encontrarse con cambios repentinos y considerables de altitud, humedad, temperatura, etc., a lo que se añade una posible exposición a distintas enfermedades infecciosas. Uno de los riesgos más importantes en viajeros a determinadas zonas son los que implican a insectos transmisores de enfermedad (denominados "vectores"), entre los que destaca el mosquito, insecto vector de enfermedades graves y frecuentes en los trópicos y subtrópicos.

Los mosquitos son los vectores más importantes de enfermedades, pero no son, en absoluto, los únicos. Existen enfermedades que se transmiten por picaduras de moscas, por garrapatas, por pulgas, piojos y chinches, aunque en general son enfermedades menos frecuentes y más localizadas geográficamente. Existen diversas medidas de protección, que incluyen la correcta información, el evitar viajes a zonas de brotes o epidemias activas, el uso de ropa adecuada, la elección de un alojamiento protegido, el uso de mosquiteras, la utilización de insecticidas y el uso de repelentes sobre la piel expuesta.

Síntomas

Cuando un insecto (mosquito, avispa, abeja, pulga, etc.) o una araña pican, inoculan sustancias en el cuerpo que irritan la piel, haciendo que aparezcan habones o ronchas en la zona en la que han picado. En cuanto a los síntomas, principalmente dependen del animal. Por ejemplo, no es lo mismo que pique un mosquito, una araña, una garrapata o una avispa. Los más importantes son:

- Mosquitos: Suelen provocar habones, más raramente ampollas, que pican.

- Avispas y abejas: En este caso el habón duele. Pasadas unas horas después de la picadura el habón suele ir disminuyendo. En algunas personas, la picadura sigue aumentando de tamaño lentamente durante varias horas. Una diferencia entre avispas y abejas es que la primera no deja el aguijón clavado. En este caso, es conveniente extraerlo con unas pinzas lo más pronto posible, para frenar la entrada del veneno en el cuerpo. Puede intentarlo si está accesible y se ve fácil. No es recomendable hurgar mucho en la zona, porque además de poder aumentar la inoculación del veneno, se puede producir una infección.

- Garrapata: Suele quedarse adherida a la piel y se va hinchando según chupa la sangre del huésped. Otras veces, la picadura pasa desapercibida y unos días después se aprecia una costra negra.

- Arañas y escorpiones: Las arañas producen una mancha roja en la piel con dos puntos centrales mientras que los escorpiones solo uno, que puede doler. Las especies que existen en España son poco peligrosas.

- Chinches y pulgas: Ambos producen varias picaduras y ronchas agrupadas sobre una zona del cuerpo. El picor es inmediato. Además, las reacciones en algunas personas son más intensas, ya sea en el lugar de la picadura, con grandes habones y vesículas, o de forma generalizada, con ronchas y habones por todo el cuerpo (urticaria), dificultad respiratoria o un colapso circulatorio que puede poner en peligro la vida. Las avispas y las abejas son las que producen reacciones graves con más frecuencia, aunque hay que tener en cuenta que son poco habituales en los niños. Los padres de niños que hayan sufrido una reacción grave por la picadura de una abeja o una avispa deben tener un autoinyector de adrenalina y saber cómo utilizarlo. Si el niño es mayor, también debe saber cómo hacerlo. Además, es recomendable consultar con un alergólogo para valorar un tratamiento de desensibilización con una vacuna.

Repelentes

Los repelentes son compuestos químicos que, aplicados sobre la piel, interfieren los receptores químicos de los insectos e impiden que éstos se fijen en la piel para realizar la picadura. Estos productos sólo actúan cuando el artrópodo se encuentra a poca distancia de su objetivo, es decir, a poca distancia de la piel. Las diferentes especies de insectos u otros artrópodos reaccionan de manera diferente ante un mismo repelente. La eficacia del repelente depende básicamente de su concentración y de la frecuencia y uniformidad de la aplicación. Así, la abrasión de la ropa, la capacidad de absorción de la piel, el baño o el lavado de la piel con agua (incluyendo el agua de la lluvia) y los ambientes de altas temperaturas (cada 10 °C de temperatura disminuye un 50% el tiempo de protección) son factores que disminuyen la eficacia de estos productos. Es importante conocer que, en general, mayores concentraciones de ingrediente activo proporcionan una mayor duración de la protección, independientemente del ingrediente activo, aunque concentraciones por encima del 50% ya no ofrecen un marcado incremento en el tiempo de protección. También es deseable saber que los productos con menos de un 10% de ingrediente activo pueden ofrecer una protección limitada, a menudo 1-2 horas.

Aplicación correcta

Existen repelentes en forma de líquidos, lociones, ceras sólidas (tipo barra), cremas, espumas, jabones y toallitas impregnadas, etc. El repelente puede aplicarse directamente a la piel expuesta, o primero aplicarse sobre las manos y frotarse después sobre la piel. Se debe evitar el contacto con mucosas, y no deben ser rociados directamente en la cara o aplicados sobre párpados o labios. Las palmas de las manos deben lavarse después de aplicar el repelente. No deben aplicase en piel sensible, dañada o quemada por el sol o en pliegues profundos de la piel. En general, los repelentes deben utilizarse en estricta conformidad con las instrucciones del fabricante, sin sobrepasar la dosificación, especialmente en los niños pequeños.

No son recomendables los productos que combinan protección solar y repelente, porque las instrucciones para el uso de cada uno de ellos son diferentes (la mayoría de las veces el repelente de insectos no necesita ser renovado tan frecuentemente como el filtro solar), y existen estudios que muestran la posible interacción entre ambos productos, concretamente aumentando la absorción sistémica de DEET cuando se usa combinado con la protección solar. En general, la recomendación es aplicar protector solar en primer lugar, y después, pasados 20 minutos, aplicar el repelente.

Hay muchos productos (repelentes y otros sistemas) que se comercializan también como seguros, naturales y eficaces para reducir el riesgo de las picaduras de artrópodos. Sin embargo, diversas fuentes muestran a estos productos como carentes de base científica suficiente para recomendarlos, o incluso existe una base científica suficiente para indicar la falta de utilidad del producto.

Estos productos incluyen diversos aceites esenciales, dispositivos electrónicos (ultrasonidos), muñequeras, y tobilleras impregnadas de repelentes (ya sea para uso humano o animal), dispositivos electrocutadores, las trampas de mosquitos por olor y la toma por vía oral de vitamina B1 o la ingesta de ajo. Debido a que no han sido sometidos a pruebas reales de efectividad contra insectos vectores de enfermedades, los viajeros deben considerarlos, en el mejor de los casos, medidas de tercera línea o de apoyo.

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Autor: IM Farmacias
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