"La situación de la farmacia rural es complicada"

La trayectoria de Inmaculada Magaña es digna de ser contada. Desde que en 1999 acabara la carrera ha pasado por diferentes farmacias, todas ellas le han reportado una experiencia que se ha ido enriqueciendo con el paso del tiempo. "Comencé a trabajar como sustituta en un pueblo de La Rioja baja de unos 500-600 habitantes. Ahí vi el gran trabajo que se realiza a nivel socio-sanitario en municipios pequeños. Más tarde, estuve como farmacéutica adjunta en una farmacia de Logroño capital durante 10 años. En el año 2010 conseguí la apertura de mi farmacia en Viniegra de Abajo. Por último, y ya en 2015 me instalé en Azofra, donde sigo trabajando con la misma ilusión del primer día".

Ganas de trabajar y mucho entusiasmo es lo que tiene esta experimentada boticaria que ha vivido muy de cerca la farmacia rural. "A nosotros acude una población envejecida y la mayoría pluripatológica y polimedicada", lo cual supone un plus en la atención farmacéutica. "La situación de la farmacia rural es complicada. La revisión y la bajada constante de precios de los medicamentos además de la despoblación, dificultan mucho el trabajo diario".

Y es que los tiempos han cambiado, sí, pero hay cosas importantes que aún conservan su esencia. "A pesar de que el modelo de farmacia ha evolucionado, el mundo rural sigue siendo el mismo, especialmente en el trato con los pacientes".

Por tanto, ¿dónde se han hecho notar los cambios? "Sobre todo en cuestiones como la burocracia, es decir, cuando hay que explicarles a los clientes medidas como el copago o la interoperatibilidad entre CCAA. También en las dificultades administrativas, por ejemplo, el hecho de que tengamos que regirnos por el horario de las farmacias de la capital o que no haya una bolsa de trabajo para cubrir vacaciones o una posible baja".

Y ¿el valor añadido del farmacéutico rural? "El farmacéutico es en muchas ocasiones el único referente sanitario para los vecinos, de ahí lo importante que es la educación en salud que se les da". En este sentido, "la relación con el médico y la enfermera del pueblo es clave para el seguimiento y adhesión del tratamiento farmacológico".

Y esto es fundamental en boticas en las que las ventas se corresponden casi exclusivamente con fármacos. "Durante muchos años la farmacia ha estado enfocada casi exclusivamente al medicamento, pero la disminución continua de los precios y cuestiones actuales como la des- población hace que tengamos que enfocarnos más a la parafarmacia, que, por otro lado, tiene un margen más alto de beneficio".

Esto colisiona frontalmente con los recortes de la crisis. "Considero que los recortes en salud, al igual que en educación, no resultan eficaces en ningún caso, más bien al contrario", afirma tajantemente. Precisamente la medida que más afecta a las farmacias es la continua bajada de precios, que a su vez, ha provocado grandes desabastecimientos de medicamentos. "Hay veces que parece que somos los farmacéuticos los que debemos apretarnos el cinturón en época de crisis, pero nuestro gasto farmacéutico es estadísticamente muy inferior al gasto farmacéutico hospitalario, por ejemplo".

En resumen, invertir en formación, una apuesta decidida por parte de las administraciones públicas para garantizar un servicio que es esencial en una población envejecida, y mayor corporativismo y colaboración entre los profesionales sanitarios. "Veo el futuro de la farmacia rural inseguro. Pero hay que seguir trabajando por mejorar y por mantener este tipo de farmacia asistencial fundamental para nuestros pacientes, que son nuestra máxima prioridad".