Y así ocurrió cuando en 2009 abrió su propia farmacia. "Después de realizar dos másteres, uno en dietética y nutrición humana y otro en cosmética y dermofarmacia, apliqué el conocimiento adquirido a mi labor diaria en la farmacia; hoy en día somos especialistas en estas categorías".
Íngrid Jaime tenía muy claro que su futuro era mejorar la vida de los demás, y eso es precisamente lo que guía su día a día. "La confianza y el agradecimiento de los pacientes me satisface mucho a nivel personal y profesional. Además es una profesión donde siempre aprendes cosas nuevas, es muy enriquecedora".
Su farmacia se sitúa en Tona, un área básica de salud semiurbana de Barcelona. "Tenemos un perfil de cliente muy familiar, conocemos al 80% de la gente que acude a nuestra farmacia, lo que nos permite saber sus problemáticas". Desde que abrió hace 10 años el perfil del cliente ha cambiado. "Al principio acudía gente joven –quizás por la arquitectura moderna de la farmacia–, aunque con los años nos hemos ido ganando la confianza de diferentes perfiles". Un futuro prometedor, el de la farmacia, que aporta riqueza y estabilidad al sistema de salud, pero que, sin embargo, tiene que hacer frente a diferentes problemas. "Actualmente la botica se encuentra en una situación difícil. La población empieza a ser consciente del desabastecimiento de muchos medicamentos". La bajada de precios de los fármacos no ayuda. "Puede plantear dos situaciones: o vender a otros países donde pagan más dinero, o que por el bajo precio se concentra la fabricación de un principio activo en una sola planta a nivel mundial y cuando esta falla, ya no hay producto. Pero la última pieza del engranaje es la farmacia, y el perjudicado principal es el paciente... Es una situación preocupante que irá a más".
También los impagos han sido un gran obstáculo. "Cuando se implantaron en Catalunya hacía muy poco que yo había abierto la farmacia, y fue una época muy dura. Era difícil de entender que nuestro dinero sirviera para financiar un país en crisis…" No obstante Íngrid es positiva: "Nos sirvió para aprender a optimizar las compras y buscar la excelencia en nuestro trabajo".
Y ante estas dificultades ¿qué puede hacer la farmacia? Modernizarse e invertir en tecnología y en avances científicos. "La digitalización y la aparición de grandes plataformas está cambiando el panorama de la farmacia", pero nunca a costa de perder su verdadera esencia: la proximidad, la confianza y la profesionalidad que deposita el cliente en la botica. "Hay que buscar soluciones como dar valor a servicios de promoción de la salud, participar en programas de detección precoz del cáncer de colon y recto u otros similares". Y también consolidar la remuneración de servicios que ayudan a la viabilidad del sector. "Se tiene que ampliar la cartera de servicios para seguir trabajando como expertos en el medicamento ayudando al correcto cumplimiento y a la farmacovigilancia".
Claro está, no podemos caer en el error de "convertir las farmacias en supermercados compitiendo por precio porque esto desprestigia el sector", asegura Íngrid, y concluye: "Somos profesionales que podemos aportar un valor diferencial en muchos aspectos. Tenemos que hacer valer nuestros conocimientos".
Y lo dice desde la experiencia. En su farmacia en la ciudad condal apuestan decididamente por el equipo humano. "Nos hemos especializado en productos de elevada calidad priorizando la formación de todo el personal. Así hemos conseguido un personal formado y preparado. Además, intentamos seguir las tendencias del mercado para introducir productos innovadores y exclusivos".
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