Detrás de este farmacéutico hay una bonita historia de vida. "Mis comienzos en la profesión se iniciaron desde muy pequeño, ya que mi lugar de juego favorito era en la rebotica, donde mi padre trabajaba, escondiéndome entre estanterías y cajas de cartón. Más tarde, me divertía ordenando y colocando el ...
Detrás de este farmacéutico hay una bonita historia de vida. "Mis comienzos en la profesión se iniciaron desde muy pequeño, ya que mi lugar de juego favorito era en la rebotica, donde mi padre trabajaba, escondiéndome entre estanterías y cajas de cartón. Más tarde, me divertía ordenando y colocando el pedido que llegaba cada tarde".
De esta manera, Julio César recogió el testigo de su padre, y actualmente, ejerce de cotitular de la farmacia San Francisco en el municipio cordobés de Lucena. "Se trata de una ciudad de más de 42000 habitantes donde hay 13 o cinas de farmacia abiertas al público. Por tanto, la responsabilidad es compartida con los compañeros y demás agentes implicados en la salud de los enfermos, pero también la amplitud de servicios y de retos profesionales se dispara exponencialmente".
Una farmacia que Julio César ve en constante evolución. "Se producen períodos de incertidumbre derivados de la presión por las medidas políticas, la exigencia en el dominio de muchos conocimientos, la excesiva carga burocrática, la participación de las nuevas tecnologías y nuevos modos de mercado, etc., pero los farmacéuticos nunca debemos perder el eje de nuestra existencia: el medicamento y el paciente".
Se puede decir más alto, pero no más claro: estamos ante una farmacia con futuro y dispuesta a incorporar los últimos avances científicos. "Nuestra profesión tiene mucho que aportar, ya que, aunque es cierto que vienen tiempos turbulentos, seguimos siendo los profesionales sanitarios más cercanos al paciente y los especialistas del medicamento", admite, y concluye: "Solo nos queda prepararnos concienzudamente y demostrar nuestra valía y determinación para defender el modelo farmacéutico que tantos éxitos ha dado a la sociedad".
Así es, un cambio de mentalidad radical que viene abanderado por los profesionales farmacéuticos y que se fundamenta en ofrecer una gama de servicios que mejoren la calidad del paciente en lugar de limitarse a la mera dispensación de fármacos. "Las nuevas generaciones hemos dejado atrás la concepción de la farmacia como mera dispensadora, para centrarnos en la formación continuada que nos permita dar una respuesta cualificada a la demanda de la sociedad".
Un rol, el del boticario, que ha pasado a ser más activo en todo lo relacionado con la salud. "En efecto, junto a la profesional dispensación de medicamentos, participamos en la detección de problemas de salud relacionados o no con la medicación, impartimos formación sanitaria a colectivos comprometidos, realizamos campañas de concienciación sanitaria, vigilamos el correcto cumplimiento de los tratamientos y ofertamos un amplio abanico de servicios profesionales (SPD, pruebas analíticas, asesoramiento dermofarmacéutico, seguimiento de alimentación infantil y adulto, etc.)".
Un conjunto de servicios que, sin embargo, han tenido como freno los recortes del gobierno. "Todas las intervenciones se han llevado a cabo en el mismo actor de todo el escenario sanitario. Si bien es cierto que algunas de esas medidas podían estar justificadas como el copago farmacéutico, otras sí que han causado un grave perjuicio para nuestra profesión, como es el caso de las denominadas subastas", se queja Julio César, y añade: "Esta medida implantada en Andalucía ha supuesto un lastre en la actividad económica del sector farmacéutico en toda su amplitud, además de un recorte en el acceso a la medicación por parte del usuario".
Frente a esto, el sector reacciona con más formación y un reciclaje continuo. "Tenemos un futuro apasionante, pero también un gran reto por delante: entusiasmar al profesional farmacéutico y evidenciar su capacidad de adaptación a los tiempos actuales. El éxito estará en la reivindicación del farmacéutico como agente sanitario primordial".
