Año y medio de pandemia es lo que ha tardado la farmacia española en poder sumarse oficialmente a la estrategia de contención del virus. Salvo experiencias piloto llevadas a cabo en Galicia, Comunidad de Madrid y Cataluña, la realidad es que el potencial de la cercanía y la accesibilidad de ...
Año y medio de pandemia es lo que ha tardado la farmacia española en poder sumarse oficialmente a la estrategia de contención del virus. Salvo experiencias piloto llevadas a cabo en Galicia, Comunidad de Madrid y Cataluña, la realidad es que el potencial de la cercanía y la accesibilidad de las farmacias y la labor asistencial de los farmacéuticos ha estado, a juicio de los profesionales, desaprovechado todo este tiempo.
Tras meses de peticiones, las farmacias españolas pueden dispensar test rápidos de antígenos sin receta. Y, aunque el sector sigue reclamando celeridad al Gobierno, la medida supone, en palabras de Jesús Aguilar, presidente del CGCOF, "una buena noticia para todos los ciudadanos". Finalmente, pues, los 54.555 farmacéuticos comunitarios de nuestro país se incorporan a la lucha contra la propagación del Covid-19, "aportando profesionalidad, cercanía y accesibilidad a la población, en un momento de repunte de la enfermedad", según el propio presidente.
Pero, ¿cómo se llegó hasta este punto? En abril de este año y después de meses de reticencias, el Ministerio de Sanidad empezaba a tramitar la modificación del Real Decreto 1662/2000 sobre productos sanitarios para diagnóstico `in vitro´, con objeto de regular la venta al público y la publicidad de los productos de autodiagnóstico para el Covid-19. Llegados a julio y después de pasar por varias instancias, la medida recibió la luz verde del Consejo de Ministros.
"Aumentar la capacidad diagnóstica del Sistema Nacional de Salud y permitir reducir la presión asistencial en los centros sanitarios y la identificación rápida de sospechas de casos positivos" fue la motivación del departamento liderado por Carolina Darias para un cambio de postura tardío sobre este asunto que tanta discordia ha sembrado entre los profesionales, las comunidades y las Administraciones. Y es que, en otros países, la farmacia lleva siendo un agente principal en la lucha contra la pandemia desde prácticamente el principio.
Cribado en las farmacias en otros países: una medida temprana
Sin ir más lejos, Francia abrió esta posibilidad en octubre de 2020 con el fin de acelerar el cribado del coronavirus. Semanas después de comunicar la medida el Ejecutivo, el 80% de los establecimientos del país galo ya habían solicitado sus partidas de test rápidos de antígenos para realizárselos a los pacientes con síntomas (de edad igual o inferior a 65 años) y obtener resultados en 15 minutos, un tiempo ínfimo frente a los días de espera de los resultados que podían conllevar las pruebas PCR.
Además, el 12 de abril de este año la Haute Autorité de Santé autorizó la venta de auto-test, que no necesitan supervisión profesional. Bélgica y Portugal siguieron sus pasos, al tiempo que Austria no solo empezó a dispensar a cada residente cinco auto-test gratuitos al mes, sino que también habilitó 2.400 centros para hacerlos, entre ellos, buena parte de su red de boticas.
Es la misma línea de facilitar el cribado que han seguido otros países el entorno. En Alemania, por ejemplo, todos los establecimientos sanitarios, incluidas farmacias, realizan de forma gratuita e ilimitada estas pruebas diagnósticas, e incluso venden auto-test en algunos supermercados. Entre 30 y 60 minutos es lo que tardan los residentes en Italia en obtener su diagnóstico de la mano de su farmacéutico, sin prescripción médica de por medio. Y, en Reino Unido, el Gobierno ofrece a cada habitante dos test de antígenos por semana de forma gratuita para realizar en casa o en el trabajo.
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