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La dermofarmacia es la rama de la Farmacia que estudia, fabrica y expende productos de cosmética no relacionados con patologías, según la Real Academia Española. De esta definición se deducen tres actuaciones del farmacéutico en dermofarmacia: investigación, fabricación y dispensación de productos cosméticos. El profesional farmacéutico, como experto en dermofarmacia, informa ...
La dermofarmacia es la rama de la Farmacia que estudia, fabrica y expende productos de cosmética no relacionados con patologías, según la Real Academia Española. De esta definición se deducen tres actuaciones del farmacéutico en dermofarmacia: investigación, fabricación y dispensación de productos cosméticos.
El profesional farmacéutico, como experto en dermofarmacia, informa a los usuarios sobre las posibles reacciones adversas y resuelve las dudas sobre la utilización de los productos. Además, aconseja a los mismos sobre las diversas situaciones que requieren medidas higiénico-sanitarias específicas y, en caso necesario, los remitirá al especialista. También, de forma personalizada, el farmacéutico podrá elaborar una fórmula cosmética individualizada.
Por otro lado, la cosmetovigilancia es la actividad destinada a la recogida, evaluación y seguimiento de la información sobre los efectos no deseados observados como consecuencia del uso normal o razonablemente previsible de los productos cosméticos. El objetivo de un sistema de cosmetovigilancia es garantizar la notificación armonizada de los efectos no deseados por la persona responsable o el distribuidor, así como el seguimiento de estas notificaciones por las autoridades competentes, las personas responsables o los distribuidores. El farmacéutico, como profesional sanitario que es, puede colaborar de forma activa en la detección de reacciones adversas provocadas por los productos cosméticos a través de la cosmetovigilancia.
Higiene facial
Una buena higiene facial es básica para tener una piel saludable. Por ello, es importante mantener una rutina de limpieza diaria que permita eliminar impurezas y mantener la piel cuidada. Este gesto es fundamental antes de aplicar los tratamientos de cuidado facial para asegurarse de que sus activos penetren en la piel. El resultado será un rostro luminoso y de aspecto más juvenil.
La limpieza facial hay que realizarla dos veces al día: al empezar la jornada y antes de ir a la cama. Por la mañana, aunque existe la creencia de que la ducha ya deja la piel limpia, es necesario hacer la limpieza facial, tanto para retirar los restos de sebo y otras sustancias que se puedan haber segregado por las glándulas sudoríparas durante el sueño, como para lucir una piel brillante y luminosa. Por su parte, la limpieza nocturna es fundamental para la salud cutánea ya que elimina la polución, los restos de sebo, el maquillaje y todas las impurezas que la piel acumula durante el día, dejándola preparada para repararse durante la noche.
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