El cuidado de la piel del bebé requiere productos adecuados a su frágil estructura. Compuesta por tres capas: epidermis, dermis e hipodermis, el estrato córneo es cinco veces más no, permeable y, por tanto, hipersensible y fácilmente irritable. Semanas después del nacimiento, las glándulas sebáceas dejan de funcionar y alcanzan ...
El cuidado de la piel del bebé requiere productos adecuados a su frágil estructura. Compuesta por tres capas: epidermis, dermis e hipodermis, el estrato córneo es cinco veces más no, permeable y, por tanto, hipersensible y fácilmente irritable.
Semanas después del nacimiento, las glándulas sebáceas dejan de funcionar y alcanzan su funcionamiento óptimo en la adolescencia. A su vez, las glándulas sudoríparas secretan poco sudor y de forma irregular, lo que aumenta el riesgo de deshidratación. Y muy importante: los melanocitos son inmaduros, por lo que no les protegen del sol. La total dependencia del bebé al adulto durante los primeros años, obliga a estar atentos a cualquier señal que nos alerte de incomodidad o malestar. Y la piel, como órgano barrera, es indicador de ello. Hablamos de una piel muy delicada, en continuo desarrollo, por lo que es más vulnerable a distintos tipos de agresiones desde las variaciones de temperatura a irritaciones por roce.
Por otro lado, la piel del bebé absorbe agua con la misma rapidez y facilidad con la que la pierde, por tanto, esto puede ayudar a la hora de protegerla contra la sequedad. Además, se trata de una piel mucho más activa que la piel adulta, debido a un ritmo de desarrollo acelerado de las células cutáneas.
Todo ello hace de la piel del bebé un órgano delicado que necesita ser tratado con productos especialmente formulados para dar respuesta a sus necesidades.
Atentos a la dermatitis atópica (DA)
Qué es y cómo tratarla. Ésta es una de las consultas más frecuentes que reciben tanto el pediatra como el farmacéutico. Actualmente, un 20% de niños tiene la piel atópica. La dermatitis cutánea se mani esta en forma de rojeces e in‑ amación, aparece dentro del primer año de vida, a partir de los dos o tres meses de edad, y puede durar hasta la adolescencia o la edad adulta. Como zonas en las que puede manifestarse destacan el rostro, el tórax anterior y la cara externa de las extremidades.
Como consejos generales hay que evitar la utilización de prendas de tejidos sintéticos y lana, y optar por las de algodón. Es conveniente un aclarado extra a la hora de lavar la ropa para que no queden restos de jabón y no utilizar suavizantes que puedan ser agresivos para la piel. Es importante, asimismo, vigilar la temperatura ambiental, que debe ser estable, entre los 18 y los 23 ºC y sin cambios bruscos.
En cuanto a los productos utilizados, hay que evitar el uso de jabones comunes, espumas y baños muy prolongados. Y recomendar dermocosméticos específicos para la prevención de los molestos brotes y el mantenimiento en buen estado de la piel del bebé.
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