Julia Machado (Las Palmas de Gran Canaria) Hace unos meses, Julia consiguió lo que venía buscando desde hace tiempo: ser titular de su propia farmacia. "Para mí, lo más reconfortante es el trato directo con el paciente, es decir, cómo a partir de una breve interacción podemos dar solución a su ...
Julia Machado (Las Palmas de Gran Canaria)
Hace unos meses, Julia consiguió lo que venía buscando desde hace tiempo: ser titular de su propia farmacia. "Para mí, lo más reconfortante es el trato directo con el paciente, es decir, cómo a partir de una breve interacción podemos dar solución a su necesidad de salud", empieza a contarnos.
Julia lo sabe bien porque lleva más de 15 años en la profesión: "Nuestra oficina de farmacia (y digo nuestra, porque la tendencia a olvidar al resto del equipo es muy frecuente) está situada en una zona alejada del entorno urbano, fuera de la capital. Es una farmacia de barrio en un pueblo".
El cliente mayoritario es una persona de edad avanzada, polimedicada y con un nivel sociocultural bajo, "lo que provoca que, por un lado, acudan pacientes que desconfían por creer que se les vas a torear y, por otro, está ese perfil de cliente que recurre al servicio farmacéutico esperanzado en encontrar respuesta a todos sus problemas, sean farmacológicos o no".
El farmacéutico realiza una aportación intangible que es decisiva para nuestra sociedad, pero también para el sistema. "La labor que las farmacias desempeñamos en plena pandemia nos impulsó a situarnos donde merecemos: como sanitarios", recuerda.
Y es que los farmacéuticos españoles están sobradamente preparados para ejercer una profesión sanitaria multidisciplinar, opina Julia: "La mejor lección que me ha dejado la Covid-19 es esa capacidad de desarrollo del ejercicio en múltiples tareas propias del farmacéutico: gestión, dispensación, información, farmacovigilancia, custodia y trazabilidad, al tiempo que el enriquecimiento personal, como la escucha, paciencia, optimismo, amabilidad, sensibilidad y disponibilidad".
Por otra parte, la entereza ante momentos difíciles, como los vividos durante la pandemia, son, sin duda, una de las fortalezas de la farmacia: "Creo que el interés por evolucionar es lo único que aviva al gremio. Asimismo, considero que ha habido un avance importante en velar por el cuidado de nuestro consumidor final".
La implantación de servicios profesionales se dibuja como parte del futuro de la farmacia, ¿o del presente? "Hay un público para todo, y el alza o no de determinados servicios debe ajustarse a las necesidades particulares de cada entorno".
Sin embargo, antes de mirar al futuro, todavía hay algunas cuestiones que deben resolverse. Por lo menos, así lo cree Julia: "Hay una asignatura pendiente de interoperabilidad entre sanitarios por la búsqueda de un bien común: el paciente. La sostenibilidad a largo plazo debería estar íntimamente ligada a una comunicación fluida médico-farmacéutico-enfermero respaldada por un equipo unido y cualificado desde la oficina de farmacia".
En definitiva, trabajar unidos por y para el bienestar del enfermo. "Confío en que el manejo adecuado de las nuevas tecnologías sirva para divulgar información de rigor científico en un lenguaje de fácil entendimiento, logrando la excelencia de nuestro ejercicio sanitario por encima de todo".