La Organización Mundial de la Salud define el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud por el hecho de predisponer al padecimiento de enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, alteraciones en el aparato locomotor y determinados tipos de ...
La Organización Mundial de la Salud define el sobrepeso y la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud por el hecho de predisponer al padecimiento de enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, alteraciones en el aparato locomotor y determinados tipos de cáncer.
Asimismo, cuando hablamos del impacto en la salud que tiene el exceso de peso en las personas, cabe poner el acento en los prejuicios en relación al peso y al estigma de la obesidad arraigados en nuestra sociedad, que interiorizados por las personas que lo padecen, contribuye a empeorar los problemas de salud asociados y a crear barreras adicionales para su prevención y tratamiento.
Por otro lado, las intervenciones basadas en un `enfoque normativo del peso´, es decir, que sitúan el énfasis en el control del peso corporal y su pérdida a la hora de definir la salud y bienestar, así como las dietas restrictivas, se vinculan con una mayor estigmatización del peso y con trastornos de la conducta alimentaria.
De manera que, en la farmacia, podemos hacer que el estigma del peso no prevalezca, con el objetivo de aportar un mayor bienestar emocional y promover hábitos de vida saludables en lugar de poner el foco en la pérdida de peso.
El estigma del peso o de la obesidad y sus consecuencias para la salud
El estigma del peso o de la obesidad es la devaluación social y denigración de las personas, debido a su exceso de peso, que puede conducir a actitudes negativas: estereotipos ("las personas con exceso de peso son perezosas, sin fuerza de voluntad, no cumplen con su tratamiento médico y son culpables de su mayor peso corporal") y discriminación (prejuicios y trato injusto).
Este estigma está generalizado en nuestra sociedad y se produce en diferentes ámbitos: sanitario, educativo, laboral, familiar, medios de comunicación y salud pública.
Afecta a niños, adolescentes y adultos, que al experimentarlo e interiorizarlo, genera sentimiento de culpa y autodevaluación, con más insatisfacción corporal y menos autoestima. También hay una asociación entre el estigma de la obesidad y los trastornos de conducta alimentaria (TCA), pues las personas que sufren burlas o bullying por su aspecto y peso corporal tienen entre dos y tres veces más probabilidades de desarrollar un TCA. De hecho, hay una fuerte relación establecida entre obesidad y trastorno por atracón o con una alimentación más descontrolada y emocional.
Por tanto, se puede afirmar que la estigmatización de la obesidad representa un gran obstáculo a los esfuerzos para prevenir y tratar de forma efectiva la obesidad, ya que se crean barreras psicológicas que añaden complejidad a la enfermedad en cuestión.
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