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La hidradenitis supurativa es una enfermedad inflamatoria crónica del folículo pilosebáceo, recurrente y debilitante, que cursa con lesiones profundas, inflamadas y dolorosas. Además, conlleva una elevada carga psicológica y una merma considerable de la calidad de vida de las personas que la sufren que es incluso mayor que el que ...
La hidradenitis supurativa es una enfermedad inflamatoria crónica del folículo pilosebáceo, recurrente y debilitante, que cursa con lesiones profundas, inflamadas y dolorosas. Además, conlleva una elevada carga psicológica y una merma considerable de la calidad de vida de las personas que la sufren que es incluso mayor que el que se asocia a la psoriasis y a la dermatitis atópica.
La situación empeora porque los pacientes tardan entre 7 y 10 años en tener un diagnóstico. En este tiempo, la incertidumbre puede conducir al paciente a ir de especialista en especialista, a buscar recursos en redes sociales e internet e intentar autogestionar las lesiones. Esto provoca que la enfermedad se agrave, se pierda lo que se denomina oportunidad terapéutica y aumenten las comorbilidades e intervenciones quirúrgicas.
Con el fin visibilizar esta realidad, promover la divulgación e investigación científica y reducir el estigma de los pacientes, cada 6 de junio se celebra el Día Mundial de la Hidradenitis Supurativa, una iniciativa a la que se suma el Consejo General de Colegios Farmacéuticos con la publicación del Punto Farmacológico 190, centrado en la enfermedad. En este informe se enfatiza en la importancia del diagnóstico temprano, el impacto del cuidado de las lesiones y la educación sanitaria sobre la calidad de vida y el papel asistencial del farmacéutico, uno de los actores fundamentales en el manejo multidisciplinar de la patología.
Señales de alarma
En el abordaje de la hidradenitis supurativa –que se manifiesta con nódulos inflamados recurrentes, abscesos o fístulas que cursan con dolor y molestias graves– procesos como la detección precoz de sospechas para un diagnóstico temprano, la educación sanitaria o el seguimiento farmacoterapéutico de los tratamientos prescritos son actividades clave con un gran impacto en la salud de estos pacientes.
En este sentido, resalta la importancia del farmacéutico comunitario quien, en el ámbito de sus competencias y formación, y por el cercano y frecuente contacto con el paciente, puede identificar los signos iniciales de la enfermedad y, ante una sospecha, derivar al médico para que realice un diagnóstico e instaure un tratamiento adecuado.
Entre los síntomas de alarma destacan la prescripción continuada de antibióticos tópicos; la solicitud de productos de cura de manera asidua (gasas o soluciones desinfectantes); la detección de comorbilidades asociadas (tabaco u obesidad); el uso de productos con peróxido de benzoílo sin acné visible, y el interés por productos de higiene personal sin productos irritantes o por productos para la depilación, el control de la sudoración y el olor.
También hay que tener en cuenta otros criterios de derivación, como el tipo de lesiones, su localización (axilas, ingles, nalgas, región inframamaria y perianal), si son dolorosas o supurativas, los antecedentes familiares y la presencia de olor en la zona lesionada.
Más allá del tratamiento farmacológico
El manejo clínico de esta patología es complejo y multidisciplinar, pues engloba a distintos profesionales sanitarios, así como medidas farmacológicas, cambios en el estilo de vida y el abordaje quirúrgico.
En cuanto al tratamiento farmacológico, destacan los medicamentos tópicos (resorcinol y clindamicina), las terapias sistémicas (antibióticos, antiinflamatorios y agentes biológicos) y para combatir el dolor, los analgésicos.
El farmacéutico, a través de los Servicios Profesionales Farmacéuticos Asistenciales (SPFA), ayudará a que los resultados de la farmacoterapia sean óptimos y podrá identificar posibles problemas derivados del uso de medicamentos, entre ellos, interacciones, reacciones adversas, duplicidades y falta de adherencia.
Así, en el seguimiento farmacoterapéutico es necesario tener presente algunos conceptos sobre el perfil beneficio-riesgo de los tratamientos más comúnmente empleados en la hidradenitis supurativa. Por ejemplo, en las formulaciones cutáneas de clindamicina o resorcinol, pueden aparecer dermatitis de contacto, sequedad o descamación, y durante los tratamientos con antibióticos, síntomas gastrointestinales e interacciones con otros medicamentos, como con los anticonceptivos orales o con los anticoagulantes.
Respecto a la intervención quirúrgica, tradicionalmente se ha reservado para lesiones localizadas recurrentes, lesiones inflamatorias resistentes al tratamiento farmacológico o secuelas estructurales relacionadas con la enfermedad. Sin embargo, en la actualidad se está considerando (según la gravedad) la combinación de tratamiento farmacológico con cirugía en pacientes con enfermedad crónica o extensa.
No menos importantes son los estilos de vida y la adopción de medidas generales básicas, sobre todo si se tiene en cuenta que en el desarrollo y evolución de la hidradenitis supurativa están implicados factores ambientales.
Por ello, es tan relevante la educación sanitaria y ofrecer al paciente diversos consejos, entre ellos, los de tipo dietético, con el fin de reducir el peso y la grasa corporal, y otros, como evitar usar ropas ajustadas y productos de higiene personal o cosméticos con sustancias irritantes; cuidar las heridas y las cicatrices e hidratar la piel; abandonar el hábito tabáquico, y minimizar el estrés y los factores de riesgo cardiovascular. También es recomendable evitar el afeitado con cuchilla y optar por la depilación láser en las zonas de aparición habitual de lesiones, así como recurrir a apoyo psicológico o grupos de educación terapéutica como soporte.