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La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune que afecta a las células productoras de insulina del páncreas. En los millones de personas afectadas, especialmente niños, el sistema inmunitario ataca y destruye estas células, deteniendo la producción de insulina. Sin esta hormona, las células del cuerpo no pueden absorber el ...
La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune que afecta a las células productoras de insulina del páncreas. En los millones de personas afectadas, especialmente niños, el sistema inmunitario ataca y destruye estas células, deteniendo la producción de insulina. Sin esta hormona, las células del cuerpo no pueden absorber el azúcar. El desequilibrio metabólico resultante provoca pérdida de peso y masa muscular, acidificación de la sangre y diversos problemas cardiovasculares y renales. Para las personas con diabetes tipo 1, el único tratamiento actual es la administración externa de insulina. Si bien es eficaz, es restrictivo y paliativo.
"Para curar realmente a estos pacientes, necesitamos restaurar su capacidad de producir insulina", afirma la investigadora Ekaterine Berishvili, cirujana convertida en'ingeniera de tejidos', y centrada en el desarrollo de páncreas bioartificiales desde la Universidad de Ginebra (Suiza).
A paretir de una combinación de técnicas de ingeniería tisular y celular para reemplazar páncreas defectuosos su equipo pretende desarrollar una terapia para curar la diabetes tipo 1. "Para curar realmente a estos pacientes, necesitamos restaurar su capacidad de producir insulina", explica la prof. Berishvili.
Los trasplantes de páncreas pueden ser eficaces, pero son procedimientos complejos y arriesgados. Una alternativa menos invasiva es el trasplante dirigido de las estructuras pancreáticas destruidas en los diabéticos: los islotes de Langerhans, grupos de células productoras de insulina. Sin embargo, esto requiere tejido de hasta tres páncreas de donantes para obtener suficiente material para un injerto. Además, todas las opciones de trasplante requieren terapia inmunosupresora de por vida para prevenir el rechazo. "Existen tres problemas principales, la escasez de páncreas de donantes, la dificultad de garantizar la funcionalidad de los injertos a largo plazo y el riesgo de rechazo", resume la investigadora.
"Casa celular"
Junto con su equipo, la prof. Berishvili está desarrollando una especie de "casa celular", reprogramando células de la piel o la sangre de los pacientes. Estas diminutas estructuras imitan el entorno natural del páncreas, con sus vasos sanguíneos y tejidos de soporte. Están diseñadas para albergar nuevos islotes de Langerhans.
Si estos islotes se reprograman a partir de las propias células del paciente, el sistema inmunitario aún podría reconocerlos y atacarlos. Por otro lado, si los islotes provienen de donantes o células madre, el organismo los percibe como intrusos. En cualquier caso, el sistema inmunitario representa una amenaza. Para evitarlo, los científicos alteran los islotes, equipándolos con moléculas inmunosupresoras y camuflaje protector, como disfrazar a los residentes de una casa y cerrar las ventanas por seguridad.
Una vez desarrollada, esta "casa" completa, con sus residentes ocultos productores de insulina y sus características protectoras, podría implantarse justo debajo de la piel del paciente. Dicho sitio, mínimamente invasivo, serviría como base segura para la producción constante de la insulina que el organismo necesita.
El objetivo para esta investigadora no es solo hablar de los problemas y proponer soluciones tecnológicas. "Es desarrollar soluciones prácticas que beneficien a pacientes de todo el mundo lo antes posible". Se muestra optimista y cree que los tratamientos que se están desarrollando "podrían perfeccionarse en el laboratorio en cinco años y estar disponibles a gran escala en diez", concluye la prof. Berishvili.