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Un tercio de la población mundial podría estar infectada por un parásito intracelular conocido comoToxoplasma gondii (T. gondii) que puede alterar significativamente la función cerebral, incluso cuando infecta solo a un pequeño número de neuronas. Después de un período de rápida replicación e inflamación sistémica, la infección conduce a quistes tisulares ...
Un tercio de la población mundial podría estar infectada por un parásito intracelular conocido comoToxoplasma gondii (T. gondii) que puede alterar significativamente la función cerebral, incluso cuando infecta solo a un pequeño número de neuronas. Después de un período de rápida replicación e inflamación sistémica, la infección conduce a quistes tisulares de crecimiento lento en el cerebro, el músculo esquelético y cardíaco del huésped.
Por lo general, Toxoplasma gondii (T. gondii) se contrae, generalmente, a través de carne poco cocida o la exposición a heces de gato. Aunque el sistema inmunitario suele controlar lafección, el parásito puede permanecer latente en el cerebro durante décadas. En personas con un sistema inmunitario debilitado, puede reactivarse y causar una enfermedad grave, desempeñando un pape importante en los trastornos neurológicos y de comportamiento.
Un equipo de científicos de la Universidad de California, Riverside (EEUU) ha investigado sobre dicho parásito, observando cómo interfiere con la comunicación esencial entre las neuronas, según lo publicado en 'PLoS Pathogens'. "Descubrimos que esta alteración en la señalización de las vesículas extracelulares (VE) puede interferir con la forma en que las neuronas y las células gliales, especialmente los astrocitos, mantienen un entorno cerebral saludable", según expuso Emma H. Wilson, profesora de ciencias biomédicas en la Facultad de Medicina de la UC Riverside , quien dirigió el equipo de investigación. "Incluso unas pocas neuronas infectadas pueden alterar el equilibrio neuroquímico del cerebro. Esto sugiere que la comunicación entre las neuronas y las células gliales de soporte no solo es crucial, sino también vulnerable a la intrusión de parásitos", agregó.
En cerebros sanos de ratones, los astrocitos regulan neurotransmisores como el glutamato, lo que garantiza que las neuronas no se sobreexciten. Sin embargo, cuando las neuronas infectadas con Toxoplasma gondii dejan de enviar las señales VE correctas, esta regulación se interrumpe. El resultado son niveles elevados de glutamato, que pueden provocar convulsiones, daño neuronal o alteración de la conectividad cerebral.
"Nuestros cerebros tienen defensas innatas que pueden reconocer y responder a las neuronas infectadas por Toxoplasma gondii ", según la prof. Wilson. "Si aprendemos a apoyar o potenciar ese proceso, podremos proteger mejor a las personas, especialmente a las más vulnerables". "Las embarazadas deben tener cuidado, ya que el parásito puede causar graves defectos congénitos si se contrae por primera vez durante el embarazo. La prevención más eficaz es la manipulación adecuada de los alimentos y la higiene", agregó.
Las herramientas de diagnóstico actuales solo pueden detectar si una persona ha estado expuesta a Toxoplasma gondii mediante la identificación de anticuerpos. Sin embargo, estas herramientas no pueden confirmar si el parásito aún está presente en el cerebro ni cómo podría estar afectando su función cerebral. "Nuestra investigación abre la puerta al uso de VE como biomarcadores, que pueden aislarse de la sangre", concluyó la prof. Wilson.