Los recién nacidos y los pacientes con Alzheimer comparten una característica biológica desconocida

Recientes hallazgos arrojan luz sobre el papel crucial  de la fosforilación de tau en el desarrollo cerebral temprano. Sin embargo, ese mismo proceso se transforma en un mecanismo patológico asociado a la enfermedad de Alzheimer. Entender cómo el cerebro del recién nacido mantiene la proteína tau bajo control podría servir de pauta para ralentizar o detener dicha patología en personas adultas.

Estado: Esperando

24/06/2025

Tau es una proteína esencial involucrada en la regulación de la dinámica de los microtúbulos, el transporte axonal y el crecimiento de las neuronas. Durante el desarrollo fetal, dicha proteína apoya la dinámica de los microtúbulos y la neuroplasticidad, mientras que en la enfermedad de Alzheimer (EA), impulsa la agregación patológica  ...

Tau es una proteína esencial involucrada en la regulación de la dinámica de los microtúbulos, el transporte axonal y el crecimiento de las neuronas. Durante el desarrollo fetal, dicha proteína apoya la dinámica de los microtúbulos y la neuroplasticidad, mientras que en la enfermedad de Alzheimer (EA), impulsa la agregación patológica  y la formación de ovillos. Partiendo de estos antecedentes, investigadores de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) han podido constatar que tanto los recién nacidos como los pacientes con Alzheimer presentan niveles elevados en sangre de tau y, más concretamente, una forma llamada p-tau217. Esta es la primera vez que los científicos miden directamente las concentraciones de p-tau217 en la sangre de recién nacidos humanos, lo que abre la puerta a una comprensión mucho más clara de su papel en el desarrollo.

Si bien esta proteína se ha utilizado ampliamente como prueba diagnóstica para la enfermedad de Alzheimer, se sabe que el aumento de los niveles sanguíneos de p-tau217 se debe a otro proceso: la agregación de la proteína β-amiloide en placas amiloides. Los recién nacidos (por razones naturales) no presentan este tipo de cambio patológico, por lo que, curiosamente, el aumento de p-tau217 plasmático en ellos parece reflejar un mecanismo completamente diferente y completamente sano.

El equipo investigador, dirigido por los profs. Fernando González-Ortiz y Kaj Blennow, analizó muestras de sangre de más de 400 personas, incluyendo recién nacidos sanos, prematuros, adultos jóvenes, ancianos y personas con Alzheimer. Descubrieron que los recién nacidos presentaban los niveles más altos de p-tau217, incluso superiores a los de las personas con Alzheimer. Estos niveles eran especialmente elevados en los prematuros y comenzaron a disminuir durante los primeros meses de vida, hasta alcanzar los niveles de la edad adulta.

De acuerdo con los investigadores, en la enfermedad de Alzheimer, la p-tau217 se asocia con la agregación de tau en grumos dañinos llamados ovillos, que se cree que causan la degradación de las células cerebrales y el consiguiente deterioro cognitivo. Por el contrario, en los recién nacidos, este aumento de tau parece favorecer un desarrollo cerebral saludable, ayudando a las neuronas a crecer y a formar nuevas conexiones entre sí, moldeando así la estructura del cerebro joven.

El estudio, publicado en 'Brain Communications',  también reveló que, tanto en bebés sanos como prematuros, los niveles de p-tau217 estaban estrechamente relacionados con la prematuridad del nacimiento. Cuanto más prematuro es el nacimiento, mayores son los niveles de esta proteína, lo que sugiere su papel en el rápido crecimiento cerebral en condiciones de desarrollo difíciles.

Por tano, mientras que aumento de p-tau217 es una señal de peligro en cerebros de mayor edad, en los recién nacidos podría ser un elemento vital para su desarrollo. La misma molécula, dos funciones radicalmente diferentes: una que construye el cerebro, la otra que marca su declive.

Otro de los hallazgos es el indicio de que nuestros cerebros pueden haber tenido alguna vez una protección incorporada contra los efectos dañinos de la tau, de modo que los recién nacidos pueden tolerar, e incluso beneficiarse de, altos niveles de tau fosforilada sin desencadenar los tipos de daños que se observan en el Alzheimer.

"Comprender cómo funciona esta protección natural y por qué se pierde con la edad podría ofrecer una hoja de ruta para nuevos tratamientos. Si logramos entender cómo el cerebro del recién nacido mantiene la tau bajo control, algún día podríamos imitar esos procesos para ralentizar o detener el Alzheimer por completo", según el prof.  González-Ortiz.

Los autores subrayan, a modo de conclusión,  la necesidad de comprender también el mecanismo del aumento de p-tau217, especialmente para interpretarlo como un resultado en la investigación clínica y epidemiológica, así como en el desarrollo de fármacos. Este estudio indica que las placas amiloides podrían no ser el principal factor desencadenante del aumento de p-tau217.

 

 

 

Autor: IM Farmacias