El papel clave del farmacéutico ante las reacciones alérgicas a medicamentos

En el marco de la Semana Mundial de la Alergia, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos recuerda que cualquier medicamento puede provocar una reacción alérgica, aunque en la mayoría de los casos son poco frecuentes. Desde la farmacia se insiste en la importancia de comunicar cualquier sospecha y realizar pruebas diagnósticas específicas para evitar complicaciones, incluidas las reacciones graves como la anafilaxia.

Estado: Esperando

04/07/2025

Cualquier medicamento tiene la capacidad potencial de provocar una reacción de hipersensibilidad o alergia, pero en la práctica, esto solo ocurre en una pequeña parte de los pacientes. No obstante, algunos fármacos, entre los que se encuentran algunos antibióticos, determinados antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y ciertos agentes de quimioterapia, se ...

Cualquier medicamento tiene la capacidad potencial de provocar una reacción de hipersensibilidad o alergia, pero en la práctica, esto solo ocurre en una pequeña parte de los pacientes. No obstante, algunos fármacos, entre los que se encuentran algunos antibióticos, determinados antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y ciertos agentes de quimioterapia, se asocian con mayor frecuencia con la aparición de efectos adversos de tipo alérgico.

En el marco de la Semana Mundial de la Alergia, que se celebra del 29 de junio al 5 de julio, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos destaca que, aunque en la gran mayoría de los casos las reacciones alérgicas a medicamentos son raras (pudiendo afectar a entre el 0,01 % y el 0,1 % de pacientes tratados) o muy raras (menos del 0,01 %), es importante que el paciente, ante cualquier sospecha de reacción, incluso las de carácter leve, lo comunique siempre a un profesional sanitario. En cualquier caso, tanto el médico como el farmacéutico, antes de prescribir o dispensar un medicamento, consultan con el paciente si tiene alguna alergia.

Respecto a los antibióticos, los betalactámicos, como las penicilinas o las cefalosporinas, pueden provocar reacciones de hipersensibilidad inmediata que se manifiestan como urticaria, angioedema o anafilaxia. Además, los pacientes alérgicos a penicilinas (como amoxicilina o cloxacilina), frecuentemente, presentan alergia cruzada a otros antibióticos betalactámicos, como las cefalosporinas, por ejemplo, cefuroxima, cefixima o ceftriaxona.

En el caso de las sulfonamidas, otro tipo de antibiótico, pueden provocar reacciones cutáneas graves, mientras que los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), entre ellos, el ácido acetilsalicílico y el ibuprofeno, pueden producir urticaria, angioedema o anafilaxia e intensificar el asma.

Asimismo, determinados agentes de quimioterapia pueden inducir reacciones de hipersensibilidad desde leves a graves.

No hay que olvidarse de los excipientes incluidos en la composición de los medicamentos. Por ejemplo, la proteína del huevo, presente en algunas vacunas, también puede asociarse a procesos alérgicos. Ahora bien, en ocasiones, la cantidad es tan pequeña que no supone una contraindicación en personas alérgicas al huevo. En cualquier caso, siempre se debe informar al médico antes de la administración del medicamento.

De reacciones leves a moderadas

La dermatitis de contacto, la erupción cutánea maculopapular o el prurito son las formas más leves de reacciones alérgicas a medicamentos.

En cambio, las reacciones alérgicas graves a medicamentos, que implican riesgo para la vida del paciente y, por tanto, requieren tratamiento urgente, se pueden manifestar en forma de urticaria grave, broncoespasmo, hipotensión, desmayos, angioedema, dificultad respiratoria o hinchazón de labios y lengua.

Por tanto, en función de la gravedad de los síntomas, el tratamiento podrá ser uno u otro. Si la reacción es leve, con evitar la administración del medicamento y consultar con el médico posibles alternativas de tratamiento será suficiente. Y, en ocasiones, dependiendo de los síntomas, se pueden administrar antihistamínicos para aliviarlos.

Si los síntomas son moderados o graves o no responden a los antihistamínicos, el médico puede indicar la administración de corticoides por vía sistémica (oral o parenteral) o tópica, en caso de que la reacción sea específicamente cutánea y afecte a un área localizada.

Otra situación muy diferente es la de la anafilaxia, una reacción alérgica muy grave que puede manifestarse con dificultad respiratoria, caída brusca de la presión arterial, desmayo o hinchazón de labios y lengua. En esta situación, el tratamiento de elección será la administración de adrenalina por vía intramuscular, lo que provoca una rápida recuperación de la presión arterial y evita el angioedema y el cierre de la glotis, que podría resultar en asfixia si el tratamiento no se administrara a tiempo.

Las pruebas diagnósticas

Desde la farmacia se insiste en que las pruebas alérgicas que se usan para identificar las sustancias, entre ellas, los medicamentos, a las que una persona está sensibilizada son un método diagnóstico sensible y seguro, que permite establecer un tratamiento correcto.

Ahora bien, hay que aclarar que no son útiles para predecir si una persona sana o sin antecedentes va a presentar reacciones alérgicas en un futuro. Por ello, están indicadas siempre que se sospeche de una patología alérgica, sobre todo si tiene carácter persistente o grave. Además, deben realizarse con precaución en personas que pueden ser altamente sensibles.

La prueba más extendida en la práctica clínica es el prick-test o prueba de punción para investigar la alergia mediada por la IgE (reacción de hipersensibilidad inmediata). Consiste en poner una gota de extracto del alérgeno que se va a evaluar en la cara anterior del antebrazo sobre la que se hace una ligera punción con una lanceta para que penetre en la capa externa de la piel (epidermis). Esto permitirá que contacte directamente con los mastocitos responsables de reacciones alérgicas. Si el paciente está sensibilizado, estas células reaccionan, liberando mediadores proinflamatorios que provocarán la aparición de una roncha o habón rodeada de eritema.

En el caso de sospecha de reacción alérgica a medicamentos, es posible que el prick-test sea insuficiente y que se requiera realizar pruebas intradérmicas, que consisten en una inyección directa del extracto en la dermis mediante una aguja extremadamente fina. La lectura es similar a las pruebas prick, siendo más sensibles que ellas y con la ventaja adicional de su utilidad para investigar la hipersensibilidad de tipo tardío (con una nueva lectura a las 24, 48 e incluso 96 horas).

También existen las pruebas de provocación (administración bajo control médico de dosis progresivamente crecientes) con alimentos o fármacos "sospechosos", indicadas en algunos pacientes para complementar los datos de la entrevista clínica y las pruebas alérgicas in vivo.

Autor: IM Farmacias