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La leucemia linfocítica crónica (LLC) tiene una evolución heterogénea a lo largo de la vida, afecta principalmente a los hombres (63% de los casos) y es, en gran medida, una enfermedad de adultos mayores, con una edad promedio de diagnóstico de más de 70 años. Aproximadamente entre el 60% y ...
La leucemia linfocítica crónica (LLC) tiene una evolución heterogénea a lo largo de la vida, afecta principalmente a los hombres (63% de los casos) y es, en gran medida, una enfermedad de adultos mayores, con una edad promedio de diagnóstico de más de 70 años. Aproximadamente entre el 60% y el 70% de los adultos mayores con LLC se clasifican como prefrágiles o frágiles, una diferencia significativa con la fragilidad del 15% al 30% observada en la población general de mayor edad.
Y es que la mayoría de los pacientes afectados experimenta síntomas significativos que afectan negativamente su calidad de vida. Si bien la actividad física y el ejercicio pueden ayudar a controlar los síntomas, actualmente no se sabe con certeza qué factores relacionados con la enfermedad impulsan la inactividad física observada en personas con LCC.
Un estudio llevado a cabo, sobre esta situación, impulsado por la Universidad de Surrey (Australia) considera que cerca del 80% de los participantes en el mismo expresó su deseo de participar en programas de ejercicio, sin embargo, el 70 % informó que nunca recibió ningún consejo relacionado por parte de los profesionales que les prestan atención médica.
"Los pacientes simplemente no reciben la orientación necesaria para realizar ejercicio y actividad física de forma segura y eficaz", aseguró el Dr. David Bartlett, profesor titular de inmunología del ejercicio en la Universidad de Surrey.
Apoyo profesional
Así, el trabajo, publicado en la revista 'eJHaem', identifica una falta de programas estructurados de prehabilitación (las intervenciones sanitarias que tienen como objetivo prevenir complicaciones y efectos secundarios antes de la cirugía) y de rehabilitación (las intervenciones que tienen como objetivo ayudar a recuperarse de lesiones, enfermedades y tratamientos médicos) para pacientes con LLC dentro de los sistemas nacionales de salud, incluido el NHS.
Frente a ello, destaca el impacto positivo de la actividad física en la calidad de vida y el manejo de los síntomas de estos pacientes. Aquellos que son físicamente activos aseguran disfrutar de una mejor calidad de vida, un mejor funcionamiento físico y diario y niveles más bajos de fatiga, dolor y gravedad de sus síntomas, en comparación con aquellos que eran físicamente menos activos. Asimismo, puede reducir la fragilidad al mejorar la función física tanto en entornos clínicos como comunitarios.
Por otra parte, tal como se contempla, la mayoría prefería las clases virtuales en casa o en clínicas comunitarias, en lugar de las clases en hospitales o en grupos públicos, lo que indica la importancia del costo, la flexibilidad y la proximidad al hogar. Los pacientes también valoraron la orientación de especialistas en oncología, como fisiólogos del ejercicio y fisioterapeutas, por encima de la instrucción general de acondicionamiento físico o impartida por pares.