Cómo proteger a los menores de los efectos negativos de la tecnología

La exposición excesiva a dispositivos electrónicos puede aumentar el sedentarismo, alterar el sueño y afectar el desarrollo cerebral en niños y adolescentes. Los expertos recomiendan establecer límites de tiempo, supervisión parental, hábitos de actividad física y retrasar la llegada del primer smartphone.

Estado: Esperando

29/09/2025

El uso cotidiano y generalizado de dispositivos electrónicos, como móviles, tabletas, consolas u ordenadores, se ha extendido también a la población infantil y adolescente, dos colectivos especialmente vulnerables por encontrarse en etapas vitales de su desarrollo. Como advierte Julio Maset, médico de Cinfa, "entre las consecuencias del uso y exposición ...

El uso cotidiano y generalizado de dispositivos electrónicos, como móviles, tabletas, consolas u ordenadores, se ha extendido también a la población infantil y adolescente, dos colectivos especialmente vulnerables por encontrarse en etapas vitales de su desarrollo. Como advierte Julio Maset, médico de Cinfa, "entre las consecuencias del uso y exposición de menores a la tecnología, se encuentran el aumento del sedentarismo, problemas de visión y trastornos relacionados con el sueño, ya que el uso de las pantallas les lleva a tener un sueño más corto y de menor calidad, porque se acuestan más tarde y tardan más en dormirse".

Las alteraciones en el sueño provocan, a su vez, mayor dificultad para llegar a un sueño profundo y una mayor somnolencia durante el día, lo que, a largo plazo, puede derivar en un estado de ánimo depresivo y provocar alteraciones en la conducta e, incluso, en el desarrollo cerebral.

Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), los menores de 6 años no deberían estar expuestos al uso de pantallas, ya que, para ellos, no existe un tiempo `seguro' de utilización, mientras que UNICEF señala que el uso de tecnología hasta esa edad no aporta nada al desarrollo del niño o la niña.

En el caso de los mayores de 6 años, para conseguir un uso saludable de dispositivos tecnológicos y pantallas, el experto de Cinfa recomienda "establecer rutinas y límites en el hogar y, como padres y madres, predicar con el ejemplo. Los últimos estudios científicos señalan una relación entre el uso que hacen los padres y madres de tecnología y el que realizan sus hijas e hijos, en especial, en momentos clave como la hora de comer o de dormir".

Para la población de 7 a 12 años, la AEP aconseja limitar el uso de pantallas a menos de una hora al día —que debe incluir el tiempo de deberes escolares y estudio—, utilizar la tecnología con la supervisión de una persona adulta, y hacerlo desde dispositivos fijos y en lugares que no sean el baño y el dormitorio.

En adolescentes, dos horas diarias como máximo

Entre adolescentes (la población de 13 a 16 años), el uso responsable de dispositivos tecnológicos es también clave, ya que una mala utilización puede aumentar la activación de la región límbica del cerebro, que provoca una necesidad de gratificación inmediata y genera por tanto una tendencia a su uso en exceso. Además, la utilización de pantallas provoca una hiperestimulación por estos dispositivos, disminuye la capacidad de concentración y focalización en una tarea ya que con estos dispositivos abordan múltiples tareas a la vez, y todo ello conlleva un mayor riesgo de malos resultados cognitivos, problemas para filtrar distracciones, aumento de la impulsividad y disminución de la memoria de trabajo.

Para evitarlo, se recomienda limitar el uso a dos horas diarias como máximo, con control parental y priorizar el uso de dispositivos sin acceso a internet. "Como vemos, la implicación de toda la familia es esencial para proteger a los menores. Tanto a la hora de establecer límites de tiempo, rutinas y control parental como de incentivar un uso saludable y razonable, con el fin de proteger a la población más vulnerable", concluye Julio Maset.

Consejos para tener una relación saludable con la tecnología:

  1. Cero pantallas para los menores de 6 años. Está científicamente demostrado que el contacto con la tecnología antes de esta edad no reporta ningún tipo de beneficio.
  2. Limita el uso de pantallas y dispositivos tecnológicos. En niños y niñas de entre 7 y 12 años, restringe su utilización a una hora al día, incluyendo el tiempo de estudio y deberes escolares. En el caso de adolescentes de entre 13 y 16 años, el límite saludable se establece en dos horas máximo al día, con control parental.
  3. Establece rutinas saludables. El uso continuado de tecnología provoca, entre otros efectos, el sedentarismo. Por ello, además de limitar el uso de pantallas, es esencial complementarlo con unas buenas pautas saludables que incluyan deporte o movimiento físico.
  4. Activa el control parental. La mayor parte de dispositivos tecnológicos permiten establecer sistemas de control parental para limitar su uso, así como el acceso a las aplicaciones utilizadas o webs consultadas.
  5. Sin pantallas en el dormitorio. Está demostrado científicamente que el uso de dispositivos tecnológicos antes de dormir provoca cambios y distorsiona el sueño, especialmente en los más pequeños. Por eso, es esencial dejar los aparatos electrónicos como móviles, tabletas u ordenadores portátiles en zonas comunes, como el salón. Esto debería incluir los dispositivos de los progenitores.
  6. Pacta horarios y límites. Establecer restricciones puede conllevar conflictos familiares. Por eso, es esencial que se pacten horarios de uso de dispositivos tecnológicos y límites a su utilización en cuanto a contenidos, espacios en los que se pueden usar utilizar, supervisión, etc.
  7. Predica con el ejemplo. Es importante señalar los límites, pero también dar ejemplo como personas adultas. Por ello, evita o disminuye el uso de dispositivos tecnológicos delante de menores y apoya la introducción de rutinas como el deporte o dejar los dispositivos en zonas comunes antes de ir a dormir, participando también en ello.
  8. Prioriza el uso de dispositivos sin conexión a Internet. De esta manera, el acceso a contenidos no será ilimitado y, por tanto, es más sencillo que la desconexión llegue impulsada por los propios menores.
  9. Retrasa la llegada del primer teléfono inteligente. Los smartphones son cada vez más frecuentes entre menores y posibilitan la conexión a Internet desde cualquier lugar, por lo que es recomendable retrasar el contacto con el primer dispositivo inteligente y dar prioridad aquellos sin conexión a la red.

Autor: IM Farmacias
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