Estado: Esperando
Tras la pandemia, la fragilidad del sistema nacional de vigilancia salvadoreña ha quedado en evidencia: escasez de recursos técnicos, falta de personal especializado, carencia de protocolos actualizados y poca coordinación entre los distintos niveles de atención. A esto se suman las barreras culturales y de género que dificultan el acceso ...
Tras la pandemia, la fragilidad del sistema nacional de vigilancia salvadoreña ha quedado en evidencia: escasez de recursos técnicos, falta de personal especializado, carencia de protocolos actualizados y poca coordinación entre los distintos niveles de atención. A esto se suman las barreras culturales y de género que dificultan el acceso equitativo a la salud. Frente a esta realidad, el programa apuesta por un modelo integral y participativo que combina el fortalecimiento técnico del sistema público con la organización y liderazgo de las comunidades locales.
Frente a este contexto, "junto a la Asociación Salvadoreña Promotora de la Salud (ASPS) y en coordinación con el Ministerio de Salud (MINSAL), hemos impulsado un programa que coloca a la vigilancia epidemiológica en el centro de la estrategia para proteger la salud colectiva, mejora la capacidad de respuesta frente a enfermedades transmisibles y fortalece la participación de mujeres, liderazgos locales y equipos sanitarios. La iniciativa se desarrolla en seis micro-redes de salud del SIBASI Morazán —Perquín, Osicala, Gotera, Corinto, Sesembra y Jocoro— en el que participan más de 127.000 personas", explica el responsable de los proyectos de Cooperación en Farmamundi, Emilio Oriola.
Fortalecer la salud pública en Morazán
El programa avanza con un plan de trabajo que busca fortalecer la salud pública desde lo local, combinando el trabajo técnico con la participación de las comunidades, con cuatro ejes:
Tres nuevas unidades de Inteligencia epidemiológica
"Hemos avanzado de forma muy significativa en el fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica con la puesta en marcha de tres nuevas Unidades de Inteligencia Epidemiológica totalmente equipadas. También reforzamos la coordinación multisectorial y seguimos impulsando la formación técnica en gestión epidemiológica y reglamento sanitario internacional, con una amplia participación del personal sanitario del territorio", explica la directora ejecutiva de ASPS, Ana Cecilia Arévalo.
Arévalo cuenta que algunas actividades tuvieron que reprogramarse o adaptarse a las circunstancias, sobre todo por el aumento de casos de dengue y ajustes logísticos, pero sin detener el ritmo de trabajo. "Hemos capacitado a más de 80 profesionales de salud en temas de vigilancia, género y salud pública, mejorado la infraestructura de varias unidades comunitarias y fortalecido la estrategia de vigilancia epidemiológica comunitaria —la red VECO—, con agentes formados y materiales adecuados. Todo ello nos permite avanzar hacia una respuesta en salud más ágil, coordinada y cercana a las comunidades", prosigue.
Una red de alianzas con impacto para la salud pública
El impacto de este trabajo se mide no solo en cifras, sino en cambios concretos en la vida de las personas. Gracias a la vigilancia epidemiológica, las comunidades pueden anticiparse a las epidemias, reducir riesgos y fortalecer su resiliencia colectiva. El personal sanitario dispone ahora de herramientas más eficaces para la prevención y el control, y las mujeres comunitarias han adquirido un papel central como promotoras de salud.
El éxito del programa se debe, además, a la articulación de múltiples actores, entre los que destacan:
"Esta gran alianza, que cuenta con el apoyo financiero de la Generalitat Valenciana, permite que las comunidades de Morazán cuenten hoy con más herramientas, conocimientos y recursos para responder a las epidemias, con la vigilancia epidemiológica como piedra angular de su derecho a la salud", concluye Oriola.