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el farmacéutico | 16 Raquel Casado (Madrid) Buitrago del Lozoya es un municipio del nor- te de la Comunidad de Madrid situado a los pies de la sierra de Guadarrama. Hasta este rinconcito nos vamos para conocer a Raquel, farmacéutica rural con más de 20 años de experiencia . “Lo que más me satisface de mi profesión es la oportunidad que me brinda de poder colaborar en el mantenimiento y mejora de la salud de muchas personas que residen en la SierraNorte deMadrid”. Satisfecha y entregada a su labor diaria, es la primera farmacéutica de su familia. “Comencé trabajandoenunafarmaciadehorarioampliado de 24 horas situada enMajadahonda. Posterior- mente me trasladé a vivir a Sotillo de la Adrada en Ávila y trabajé en la farmacia de Piedralaves, también en Ávila, donde aprendí atención far- macéutica y formulación magistral. Luego se cruzó enmi camino la posibilidad de comprar la farmaciadeMontejodelaSierraenMadrid,ycon laayudademi familiaadquirí la farmacia. Ocho años después surgió la oportunidad de comprar la farmacia de Buitrago del Lozoya”. Sin duda una extensa trayectoria que le ha proporcionado una perspectiva real del en- torno rural. “Tres de las cuatro farmacias donde he trabajado son rurales. El hecho de ser una farmacia rural implica un trato más cercano y ser farmacéutica las 24 horas del día”. Y es que la mayoría de los pacientes que acuden a su farmacia son personas mayores, y, por tanto, los productos más demandados son los medi- camentos. “El principal sustento demi farmacia son los ingresos que provienen del pago de las recetas. Por lo que la venta libre de productos de dermoestética, dietética, plantas medicinales, etc., tiene un volumen de facturaciónmuy bajo”. Debidoal per l del cliente. Raquel prestaespe- cialmente servicios como el SPD. “Sonmuchas las ventajas que tiene: hace más fácil el segui- miento del tratamiento por parte del paciente y le proporciona una mayor tranquilidad en la correcta toma de su medicación”.En cuanto a la remuneración: “elfarmacéuticoempleabastante tiempoenlarealizacióndelospastillerosydebería jarse una tarifa regulada para este trabajo”. Referente al impacto de las medidas anticrisis en la farmacia rural, “lo que más nos ha afectado han sido o las bajadas de precio de los medicamentos, pero, aun así, es todo el conjunto de medidas el que hace que las farmacias rurales se en- cuentren cada vez en peor situación”. Ademásdeestosproblemas económicos, la farmacia rural tiene la obligación de prestar un servicio de guar- dia, “nosóloyanoremunera- do, sino que genera pérdidas económicas y que dificulta enormementelaconciliación de la vida laboral y familiar”. La formación sigue siendo uno de los pilares de la pro- fesión. “Debemos estar al día de las novedades: nuevos medicamentos, mejoras de tratamien- tos, nuevas patologías y sus tratamientos, etc. Para ello siempre he con ado en el equipo de formación del Colegio O cial de Farmacéuticos deMadrid”. La situación de la farmacia está en continuo cambio, por loqueesmuydifícil predecir hacia dónde nos encaminamos. “En ocasiones nos vemos infravalorados y no reconocidos como personal sanitario que somos. Si bien suplimos esto con el reconocimiento de nuestros vecinos y de otros colectivos con los que estamos colabo- rando estrechamente”. Pilar Varela (Madrid) Viajamos hasta uno de los barrios más cas- tizos de la capital madrileña para conocer a Pilar. Su farmacia de toda la vida la compró su padre su padre, también farmacéutico, en el año 1945. “En 1982 me hice cargo yo después de su fallecimiento, y desde entonces llevo atendiendo a los vecinos y gente de paso que acude a nosotros”. Tanto es así, que ya tienen preparada la tercera generación de farmacéuticos en la familia. Pasear por los alrededores de la farmacia de Pilar es una auténtica maravilla. El barrio de La Latina donde está ubicada nos traslada a un tiempo en que esta zona era el verda- dero centro de la vida en la ciudad: calles como puerta de Moros, plaza de la Cebada, calle de la Morería o la propia Latina evocan la historia de Madrid. “Mis recuerdos de chica están en esta botica, cuando jugábamos con los sellos, con los yogures, en la puerta, etc., hemos vivido aquí toda nuestra infancia, in- cluso yo ayudaba a mi padre acompañando a una persona que llevaba los medicamentos a las casas”. Toda una vida llena de recuerdos indisocia- bles de la labor del boticario. “En mi caso no tenía una vocación definida. Mi padre me dijo que si quería estudiar farmacia, que lo hiciera. Reconozco que mi profesión me lo ha dado todo, soy una persona muy afortunada”. Pero también ha habido momentos difíci- les. “Yo destacaría los años 80 con la heroína en aquel entonces, luego vinieron los años del VIH, y ahora estamos viviendo el coronavirus. Son situaciones complicadas en las que tene- mos que dar el máximo de nosotros mismos a nivel personal y profesional”. Si bien es cierto que la farmacia se ha ido adaptando a las circunstancias, en esencia la profesión no ha cambiado nada: “La de- dicación al paciente, cuidarle, cribarle, sigue siendo la misma. Ha cambiado la forma de atender, la tecnología, la forma de trabajo… pero la esencia humana de la profesión es exactamente la misma: repartir salud”. Y es que la salud es un bien cada vez más extendido y que mantiene a las personas >> “Lo que más nos ha afectado han sido las bajadas de precio de los medicamentos” “Mi profesión me lo ha dado todo, soy una persona muy afortunada”

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