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“1-hidroxipireno glucurónico”o“3-metilhistidina” se asocian también al consumo de los productos deorigenanimal (Allenet al., 2008). Los polifenoles sehanasociadopositivamente con el consumo de té y vino (Mennen et al., 2006). Además, los biomarcadores dietéticos no solo incluyen componentes naturales de alimentos, sino también ciertos productos alimentarios fortificados como el yodo en la leche (Brantsæter et al., 2009) ocontaminantes alimenticios como los “bifenilos policlorados” en pescados grasos (Turunen et al., 2010). Estos estudios se irán incorporandoen futuras etiquetas de alimentos. Una de las características que deben cumplir los biomarcadores dietéticos es que deben ser suficientemente sensibles demedir las exposiciones en la población (Pirro et al., 2011). Algunos biomarcadores están presentes en concentraciones demasiadobajas para ser detectados de forma fiable cuando los niveles de exposición sonmuybajos (Pirroet al., 2011). La especificidad (que sean identificativos únicos para cadagrupode alimentos) es otra característica esencial de los biomarcadores. Algunos biomarcadores pueden ser altamente específicos para un alimento enparticular, comopor ejemplo la“prolina betaína”y el“licopeno”, los cuales estánbienestablecidos paraproductos de frutas cítricas y tomates, respectivamente (Al-Delaimy et al., 2005; Lloyd et al., 2011). En este sentido, lanutricióndeprecisiónencargada de utilizar las ciencias ómicas para evaluar la respuesta de un individuo a alimentos o patrones dietéticos específicos (LeVatte et al., 2022), utiliza los biomarcadores dietéticos de salud para identificar atributos individuales clave que impulsan el proceso de personalización tanto para el mantenimiento de la salud, como la prevención y tratamiento de la enfermedad. Por ello, el metaboloma alimentario ofrece ser unaherramientavaliosapara lamediciónde los cambios bioquímicos asociados a los cambios de salud relacionados con la dieta, además de ser un instrumento prometedor en la identificación de biomarcadores nutricionales de consumo de alimentos en la personalización de las dietas. De esta manera, utilizar biomarcadores en la práctica clínica que identifiquen gruposdealimentosespecíficospermitemedir de formaobjetiva lasexposicionesdietéticasen comparacióncon losmétodos tradicionalesde recogida de datos nutricionales orientadas a una nutrición de precisión. Estas investigaciones formanpartedel proyectofinanciadopor la Unión Europea sobre la relación de ingesta de los nutrientes y alimentos con biomarcadores metabolómicos. Biomarcadores dietéticos Diversos estudios epidemiológicos han medido una variedad de biomarcadores dietéticos identificados a través del análisis de correlaciones con la ingesta dietética. Estos biomarcadores pueden ser medidos principalmente en tejidos, plasma o suero (como los carotenoides, ácidos grasos, vitaminas, polifenoles, contaminantes alimentarios y enzimas), glóbulos rojos (como los ácidos grasos, carotenoides y aductos de hemoglobina) y, en menor medida, en la orina (como los polifenoles, vitaminas, compuestos inorgánicos y aminoácidos). Algunos de estos biomarcadores corresponden a nutrientes y compuestos bioactivos, mientras que algunos investigadores han utilizado como biomarcadores sustitutos de la ingesta de alimentos. En este contexto, los compuestos fitoquímicos y bioactivos como los“polifenoles”, “carotenoides”y“vitamina C”, son biomarcadores referentes para las frutas y verduras (Baldrick et al., 2011; Mennen et al., 2006). También, otros compuestos biológicos como los “alquilresorcinoles” son identificativos del consumo de cereales integrales (Ross et al., 2012). Existen ácidos grasos específicos, como por ejemplo el “ácido eicosapentaenoico” o el “ácido docosahexaenoico”, que están asociados con el consumo de pescados, tal como el “ácido margárico”, el “ácido pentadecílico” o “ácido fitánico”, que están asociados con el consumo de productos lácteos (Allen et al., 2008; Arsenault et al., 2009). Los compuestos como los “aminoácidos”, el propio organismo de forma endógena (Figura 1). El metaboloma alimentario se define como el conglomerado de moléculas que forman parte del metaboloma humano derivada directamente de la digestión y resultado de la biotransformación de los alimentos y sus constituyentes por los tejidos del ser humano y la microbiota (Scalbert et al., 2014). Los biomarcadores metabolómicos representan una fuente considerable (y aún en gran medida sin explorar) para medir las exposiciones dietéticas con un alto nivel de detalle y precisión. El «metaboloma de los fármacos» y de los «contaminantes» procede de la biotrasformación de los metabolitos de medicamentos y de los que proceden del medioambiente (Scalbert et al., 2014), ya que se aplica con fines sanitarios. El metaboloma alimentario supone una herramienta útil para valorar la ingesta de alimentos y su relación con la aparición o progresión de una enfermedad (Bictash et al., 2010). Estudios científicos como los ensayos clínicos y estudios transversales han encontrado biomarcadores sin ningún tipo de suposiciones a priori (o lo que se denomina untargeted analysis), es decir, un enfoque en el que no se plantea ninguna hipótesis inicial con respecto a una posible exposición (dieta, contaminantes o medicamentos) que son evidentes en una relación con la enfermedad. Este tipo de investigaciones científicas tienen como finalidad encontrar biomarcadores que sean característicos de una exposición (Vinayavekhin & Saghatelian, 2010). Figura 1. Metaboloma humano (elaboración propia)

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