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75 La Asociación Española de Pediatría (AEP) nos recuerda que “una buena nutrición es esencial para que el niño crezca y desarrolle sus capacidades”. Sabemos que los buenos hábitos alimenticios contribuyen a que los pequeños de la casa se conviertan en un adulto sano, pero ¿cómo trasladar la teoría a la vida real? La farmacia puede ser un buen foco de información y recomendaciones sobre alimentación infantil desde el mismo momento en el que llega un nuevo integrante a la familia, así como un centro de apoyo y acompañamiento durante las distintas etapas de crecimiento. Por ejemplo, las necesidades energéticas durante el primer año de vida son muy elevadas, inversamente proporcionales a la edad del niño. Se recomiendan ingestas entre los 105108 kcal/kg/día de peso en los seis primeros meses (en el recién nacido a término sano es de 80-90kcal/kg de peso) y, de los 6-12 meses, unas 96 kcal/kg/día. Los requerimientos energéticos durante la infancia dependen de tres factores: mantenimiento (el metabolismo basal), crecimiento y actividad física. Con lo que la proporción de energía que deberían aportar los distintos nutrientes varía dependiendo del periodo de crecimiento que se encuentre el niño. Nada más llegar al mundo, explica la AEP, “los recién nacidos sanos amamantados obtienen toda la energía, agua y los nutrientes que necesitan de la leche de su madre”. En las primeras 48 horas de vida, pequeñas cantidades de calostro (la primera leche que sale) son suficientesn y la mayoría de bebés no necesitan otro aporte. “Algunas veces, en situaciones especiales, pueden necesitar, además de la leche que obtienen del pecho, un aporte extra al que llamamos suplemento. El suplemento puede ser de leche de la propia madre, leche donada o ‘leche artificial’ (sucedáneo de leche humana)”. El uso exclusivo de la leche materna, por tanto, está recomendado al menos hasta los seis meses de edad. En el caso de que la lactancia materna no sea posible, la infantil para bebés es la alternativa a la alimentación del recién nacido. Eso sí, en caso de optar por las fórmulas infantiles, los padres deben cersiorarse de que estas cumplen con las necesidades nutricionales óptimas. En la etapa 1, es decir, hasta los seis meses, es primordial consultar con el pediatra o con el farmacéutico para que aconseje cuál es la opción más adecuada. Después, y hasta que cumpla el año, la leche de fórmula actúa como complemento a otros alimentos. Leches de crecimiento en la alimentación del niño A partir de los 12 meses deberá ingerir un preparado lácteo infantil, dado que la leche de crecimiento es un complemento a la dieta diversificada durante esta etapa del crecimiento. En este sentido, el Comité de Nutrición de la AEP, en colaboración con la Federación Iberoamericana de Nutrición y con la Fundación Española de Nutrición, ha elaborado un documento sobre la importancia de la leche en los primeros años de vida y, específicamente, la oportunidad que representan las leches de crecimiento como opción útil y complementaria a partir del primer año de edad para mejorar los aportes de determinados nutrientes esenciales, como calcio, hierro, vitamina D o ácidos grasos omega 3 DHA. Así, un punto que subrayan los pediatras es que la dieta en los niños de uno a tres años ha de cubrir los requerimientos nutricionales específicos de esta etapa de la vida, ya que las necesidades en cuanto a ingestas de proteínas, lípidos, hierro y vitamina D son diferentes a las de la edad adulta. Para mantener una alimentación equilibrada en la infancia se recomienda consumir frutas, verduras y hortalizas diariamente, entre dos y tres porciones diarias de leche y/o lácteos, y aumentar el consumo semanal de pescado. Sin embargo, varios estudios han puesto de manifiesto que los niños españoles tienen una ingesta relativamente elevada de proteínas, lípidos y ácidos grasos saturados, y bajas ingestas de ácidos grasos omega 3, hierro y vitamina D. Al respecto, tal y como indican los autores, “la leche, por sus características biológicas y por el hecho de estar presente en el 99% de los hogares españoles, es un buen vehículo para el enriquecimiento con nutrientes, como la vitamina D o los ácidos grasos poliinsaturados omega 3”. Ahora bien, la leche de vaca no debe introducirse como alimento fundamental en la alimentación del niño antes de los 12 meses. En este sentido, el documento señala que, a partir del año, cuando con la dieta habitual no se consiga cubrir los requerimientos de determinados nutrientes, las leches adaptadas con mejoras en el perfil proteico y lipídico representan una oportunidad porque permiten completar dichas necesidades. Como hemos comentado, desde hace varios años están disponibles una serie de productos lácteos líquidos cuya composición ha sido adaptada para cubrir los requerimientos nutricionales tan específicos para este grupo de edad. Estos productos, denominados genéricamente como ‘leches de crecimiento’, son una opción complementaria en la dieta para alcanzar las ingestas recomendadas de nutrientes esenciales en la infancia. Además, como indican los autores, “la leche proporciona proteínas de alto valor biológico, fundamentales para el crecimiento y desarrollo infantil. Con el objetivo de adaptarse mejor a las EL USO EXCLUSIVO DE LA LECHE MATERNA ESTÁ RECOMENDADO AL MENOS HASTA LOS SEIS MESES DE EDAD

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