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EL FARMACÉUTICO 14 Antonio Ruiz (Badajoz) Antonio está al frente de la farmacia de Cordobilla de Lácara y de los botiquines farmacéuticos de las poblaciones de Carmonita y Rincón de Ballesteros, en Badajoz. Ni más ni menos. “Comencé en la farmacia gracias a mi madre, que disfrutaba y amaba esta profesión como ninguna otra. Recuerdo que, de pequeño, me encantaba ver lo que ella hacía y cómo lo hacía, aprendía mucho”, explica. Ya suma seis años como farmacéutico titular después de ejercer cuatro años como farmacéutico adjunto en Badajoz. “Lo que más valoro de mi día a día es la relación tan cercana y de confianza con los pacientes”, sostiene, y continua: “Es muy gratificante ver cómo acuden a ti en busca de consejo y solución a muchos de los problemas sanitarios y de la vida diaria”. Durante la pandemia, los farmacéuticos han estado al pie del cañón desde el primer día. “Nos han tenido, más que nunca, como su establecimiento sanitario más accesible y de confianza”. Una labor que, sin embargo, no siempre ha sido reconocida por algunos organismos. Con todo, en los últimos años, el modelo de farmacia está en pleno desarrollo de los servicios profesionales asistenciales, aunque, para Antonio, se debería fortalecer y afianzar con mayor contundencia la farmacia rural, ya que es primordial como punto de acceso para la gran mayoría de poblaciones aisladas. “De hecho, las boticas rurales son la base en la que se sustenta el modelo de farmacia que tenemos”, asegura. La constante bajada de medicamentos es una de las medidas que afecta en mayor proporción a la farmacia rural. “Los recortes en sanidad representan una amenaza no solo para la farmacia, sino para todo el sistema sanitario en general, pero se dejan sentir especialmente en el entorno rural”, se lamenta, y reflexiona que, la situación económica actual, en general, “es bastante comprometida. Los usuarios se piensan mucho cada una de las compras que realizan y que no son estrictamente necesarias”. Y, aunque el futuro de la farmacia rural viene cargado de incertidumbre, también esconde muchas posibilidades: “Me gusta ser optimista, hay que seguir trabajando duro con el fin de mantener este tipo de farmacia asistencial tan importante y necesaria para el sistema y para los ciudadanos”. “LAS BOTICAS RURALES SON LA BASE EN LA QUE SE SUSTENTA EL MODELO DE FARMACIA QUE TENEMOS” Lourdes Vara (Badajoz) Atalaya es un pueblo de apenas 300 habitantes próximo a Zafra. La labor del farmacéutico es clave para una población envejecida y con importantes necesidades de salud. Nos acercamos hasta allí para conocer a Lourdes, titular hace apenas un año pero con un futuro apasionante por delante: “Decidí embarcarme en este proyecto porque quería tener una perspectiva más amplia del trabajo de farmacéutico y poder, así, aportar en primera persona un granito de arena a la sociedad”. El modelo de farmacia no se entendería sin las boticas rurales. Al respecto, se ha puesto en marcha el Programa de la Farmacia Comunitaria Rural impulsado por el Gobierno de España y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) con el fin de mejorar la atención sanitaria, social y asistencial de las áreas rurales. “Los boticarios rurales atendemos a una población envejecida a la que el médico pasa consulta unas horas, por lo que el único referente sanitario durante el día somos nosotros”, asegura Lourdes, que defiende que una farmacia rural es un ‘centro sociosanitario’, donde sus funciones y competencias van mucho más allá de la mera dispensación de medicamentos. Farmacéutico y médico en el entorno rural trabajan mano a mano, de manera que “la labor asistencial está aún más garantizada que nunca, lo cual redunda en beneficio del paciente”. Y es que el usuario reconoce el valor añadido que aporta el farmacéutico en términos de salud. “La población se está dado cuenta de nuestro papel en el sector sanitario y, cada vez más, recurre a nuestro consejo profesional”, afirma, y añade: “Por contra, las farmacias rurales ven muy disminuida su viabilidad debido a que el actual modelo de familia hace que muchos ancianos terminen sus días en residencias, lo que conlleva que sus necesidades farmacéuticas sean asumidas por las farmacias a las que están adscritas dichos centros”. ¿Deben ser remunerados los servicios profesionales? Lourdes sostiene que depende de la localización de la farmacia. “En mi caso, sería mucho más atractivo obtener una remuneración por los servicios básicos, como es el caso de los SPD y la toma de tensión, pues son servicios que actualmente ofrecemos de manera gratuita”, explica. El futuro de las farmacias en pequeñas poblaciones está comprometido: “La idiosincrasia de los nuevos graduados no es permanecer en entornos rurales, sino que la globalización envuelve a estos profesionales a otras opciones que se alejan de ejercer una profesión vocacional y de servicio”. ¿Cómo sobrevivirá la España vaciada sin la atención farmacéutica? “Todo está por ver, pero nosotros seguiremos haciendo lo que mejor sabemos: trabajar por y para la salud de la población”.

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