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127 Al mismo tiempo, parte de sus cometidos también van destinados a impulsar actividades de divulgación, siendo los profesionales de la salud uno de los “colectivos diana”. Precisamente aquellos que pueden contribuir a normalizar el uso de medicamentos basados en CBD, cuya evidencia científica es cada vez mayor (a falta de poderse realizar más ensayos clínicos en pacientes): una búsqueda rápida en PubMed sirve para encontrar más de 1.200 estudios sobre CBD y cáncer; más de 400 sobre CBD y ansiedad, y más de 200 sobre CBD y neuroprotección. “Pero la realidad de la academia y de la formación académica en cannabinoides o sistema endocannabinoide es muy mejorable”, lamenta la profesora antes de añadir que “ningún profesional de la salud se forma, durante su periodo universitario, en el conocimiento del sistema endocannabinoide”, es decir, sobre la diana de acción de los cannabinoides. Y, por tanto, “no saben que es una opción terapéutica cuando ellos salen a su práctica profesional”. De ahí que la califique como “una de las grandes carencias” en el currículo formativo de los estudiantes de Medicina, Enfermería o Farmacia. Y, como resultado, “lo poco que saben” del cannabis es que es una droga de abuso, “que lo es, pero además de eso son unas sustancias que tienen un potencial terapéutico enorme”. Al no tener acceso a ese conocimiento, como consecuencia, “no lo meten en su caja de herramientas terapéuticas para tratar a sus pacientes”, concluye Sánchez que, por su parte, sí que dedica “un par de clases” al sistema endocannabinoide. Sumado a ello, apenas existen formaciones de posgrado relacionadas con este sector en nuestro país: una, centrada en Tecnologías de Producción y Transformación del Cannabis, que ofrece la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), y el título de especialista universitario que ofrece la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, enfocado hacia el uso del cannabis y derivados cannabinoides. Ambos muy recientes, y a los que Sánchez espera que se le sume dentro de poco un Máster en Investigación en Cannabis Medicinal de la UCM del que, cuenta, ya tienen el visto bueno de la universidad y continúan con la tramitación de más permisos. Lo que supondría ser pioneros en impulsar unos estudios de este tipo. Hasta el momento, uno de los países de referencia en occidente para la formación en esos niveles educativos es Estados Unidos (EE. UU.). Múltiples investigaciones En el plano investigador, la vicepresidenta de la SEIC reconoce que, con tal cantidad de socios, los grupos de investigación son muy variados y, además, cada uno puede tener diversas líneas abiertas. En cualquier caso, el Congreso Nacional de la sociedad científica (que este año se celebrará a finales de noviembre en Burdeos, Francia) sirve de punto de encuentro de los últimos avances realizados. En anteriores ediciones, se han constituido secciones dedicadas “al sistema nervioso central, a funciones periféricas, a enfermedades intestinales, a neuroprotección...”, enumera como una parte de la representación de los temas en los que trabajan los grupos españoles, muy reconocidos a nivel internacional. Estos abarcan distintos campos de conocimiento: desde estudios químicos de relación estructura-función de los cannabinoides hasta posibles aplicaciones en cáncer o posibles efectos sobre comportamientos adictivos ta. Aunque donde más expectativas generan los cannabinoides es en sus potenciales dianas en el sistema nervioso central. No obstante, para mejorar el nivel de las investigaciones científicas, ya sea en cannabinoides o en cualquier otro campo, será fundamental “más inversión en I+D” como “motor de producción del país”, opina Sánchez. Si bien en las fases preclínicas de cualquier trabajo que se lleve a cabo sobre cannabinoides no hay “barreras ni cortapisas” para participar en convocatorias públicas, la realidad es distinta cuando se trata de investigación clínica. “Ahí sí que lo que pedimos es más inversión para poder hacer esa traslación clínica”, reconoce, si se quiere aportar mayor evidencia científica a los potenciales usos terapéuticos que ya se han demostrado en modelos animales. El potencial del CBD Esos caminos ya iniciados en el uso de CBD como opción terapéutica han dado potenciales resultados prometedores en diversas especialidades médicas. En Oncología, donde se centra el trabajo de Sánchez, tanto esta molécula como otros cannabinoides han demostrado tener (en animales) propiedades antitumorales. El siguiente paso sería demostrarlo en pacientes: “Estamos haciendo todo lo posible para que tanto la comunidad clínica como las empresas se interesen en este tema y podamos hacer esa traslación clínica”, apunta. Esta sustancia también muestra un potencial enorme en la neuroprotección. Un grupo de trabajo de la SEIC investiga con modelos de hipoxia o isquemia prenatal en los que el CBD, a nivel preclínico, ha demostrado tener dicha capacidad neuroprotectora. “Pensamos que esto podría tener un potencial clínico gigante, y para eso hay que hacer ensayos clínicos también”. Desde su experiencia, cree que serían “dos de los grandes temas” en los que profundizar en su estudio clínico. Pero también, y “a pesar de lo que se ha dicho históricamente”, se quiere probar si los cannabinoides (e incluye al CBD y al THC) podrían utilizarse para tratar las adicciones ya que, argumenta, en base a experiencias en otros países en los que el uso médico del cannabis es legal, están actuando como “vías de salida” para evitar el consumo de drogas, en lugar de la concepción generalizada que hay respecto a que son “sustancias de entrada”. Aceptación social La profesora, que además ostenta el cargo de secretaria del Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM), lamenta que aún haya “mucho desconocimiento en general” entre la población y la comunidad médica. Si bien, perciben que los clínicos cada vez tienen más información sobre los cannabinoides. Sin ir más lejos, esto sirve para diferenciar entre el THC y el CBD. Como ejemplo, menciona el carácter “psicoactivo” de estas dos moléculas, del que se tiene una concepción errónea ligada al atribuirse los efectos “intoxicantes” del THC, también al CBD, cuando en realidad este actúa como un potencial ansiolítico (demostrado en estudios realizados en EE. UU. e Israel con excombatientes de guerra) sin tener dichas propiedades perjudiciales del THC. “Cada vez está más asumido que el CBD tiene, por ejemplo, propiedades antiinflamatorias y no produce esos efectos psicoactivos o psicointoxicantes del THC, y cada vez está más aceptado que esto puede ser una estrategia terapéutica para mucha gente. No tiene el estigma que tiene el THC”, concluye Sánchez.

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