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129 ya a primeros de año, cosa que no ha pasado”. El principal problema que destaca el doctor Serrano es que el texto indicaba que se daban seis meses de plazo para crear una norma regulatoria. “Es ahí donde es importante y clave que se incluyan aspectos de seguridad, de control, de indicaciones, de tipos de presentaciones, dónde se podrán conseguir (no es lo mismo farmacia hospitalariaquefarmaciaambulatoria,porejemplo)”, subraya. El texto aprobado, sin embargo, “no aporta estas cuestiones porque se tenían que elaborar en la normativa que todavía estamos esperando”. Y lo que también es preocupante, a su modo de ver: al menos los expertos del grupo de trabajo de la SED desconocen totalmente en qué punto se encuentra la legislación prometida. Aunque sea un asunto complejo de regular, no obstante, existen evidencias que avalan la regulación de los tratamientos con cannabis para el dolor. Como expone el experto, “hay diversos estudios científicos y revisiones sistemáticas (metaanálisis) que indican el posible beneficio terapéutico del cannabis medicinal”. No obstante, matiza que se requieren estudios mejor diseñados, puesto que “muchos de ellos adolecen de deficiencias metodológica, por lo que la evidencia es de calidad baja”. Esto deriva en uno de los problemas más importantes bajo el punto de vista del facultativo, y es la falta de constancia sobre posibles efectos secundarios. Al respecto, indica que los estudios bien diseñados son de muy corta duración en el tiempo. “Sí se conocen efectos secundarios, pero para el uso temporal y limitado. No hay estudios de larga duración, por lo que los efectos secundarios a largo plazo son desconocidos”. Además, cuenta que los estudios observacionales en diferentes países (Real World Data) son controvertidos. “Hay países donde se objetiva beneficio con pocos efectos secundarios, y otros donde no se consigue comprobar ese efecto analgésico e, incluso, empiezan a verse algunos efectos deletéreos. Probablemente esto tiene que ver con el tipo de población”. Por lo tanto, insiste en que siguen faltando datos para hablar con seguridad. Las demandas de la SED Hace unos días la SED reclamó públicamente una ley que también incluyera, además de la indicación para el dolor oncológico, para otros tipos de dolores neuropáticos y refractarios crónicos. En el dolor oncológico, para Serrano, es “evidente” el beneficio, no solo por analgésico, sino también por otros secundarios acompañantes (menos náuseas, menos ansiedad, mejor conciliación del sueño). En el dolor neuropático, sin embargo, las evidencias son, de nuevo controvertidas. “Hay muchas luces, pero también hay sombras”, apunta. Sin embargo, el experto detalla que el dolor neuropático “es una enfermedad muy difícil de tratar, que limita mucho la calidad de vida de aquellos que la sufren. De hecho, se podría considerar una enfermedad ‘huérfana’”. “El último tratamiento del que disponemos es de hace más de 15 años. No hay nuevos tratamientos. Los últimos ensayos con novedades terapéuticas han fracasado y se han quedado por el camino. En la última década se ha conseguido aprender mucho sobre los mecanismos, pero no ha habido avances en el tratamiento”, añade. Así pues, a pesar de que las evidencias son de calidad débil, “la necesidad de los pacientes aprieta, y el sistema cannabinoide es uno de los implicados en el dolor neuropático”, comenta. De ahí que hayan solicitado que se incluya esta indicación. Sobre las indicaciones de las guías clínicas al respecto, el coordinador del Grupo de Trabajo de la SED admite que “depende mucho de cuáles miremos”. “La canadiense, por ejemplo, es mucho más abierta y laxa que la EFIC o la EFNS. Y, aun así, todas recomiendan que el tratamiento sea como coadyuvante de al menos otros dos analgésicos, excluyendo algunos tipos de población (pacientes jóvenes, por ejemplo), y bajo un control terapéutico estricto”, declara. Entre los apuntes aportados por la SED sobre la regulación del cannabis medicinal, incluyen la importancia de que su uso sea supervisado por profesionales de la salud especializados en tratamiento del dolor. Asimismo, añaden que la legislación debería incluir la necesidad de la educación y formación de los profesionales sanitarios. Ancor Serrano hace hincapié en que “los profesionales sanitarios estamos formándonos constantemente”. Luego está el hecho de que, según él, el manejo del dolor no es una especialidad reconocida. “A éste se puede llegar por varias especialidades. Pero todas ellas tienen una formación escasa en el manejo del dolor”. Así pues, “aquellos profesionales que nos dedicamos al manejo y tratamiento del dolor nos pasamos los primeros 4-5 años formándonos para poder conocer este problema en profundidad”, continúa. “Y mientras más conocemos, más nos damos cuenta de que hay muchas incógnitas aún por resolver. Éstas están dándose a conocer a una velocidad increíble en los últimos 10-20 años gracias a nuevas tecnologías, que nos están permitiendo comprender mejor cómo funciona el cerebro, el sistema nervioso y sus patologías”, manifiesta. Dicho de otro modo, están en constante aprendizaje. Por lo tanto, sí considera que los profesionales sanitarios especializados en el tratamiento del dolor deben llevar a cabo una formación específica para usar el cannabis medicinal. Aparte de reivindicar una Ley del Cannabis que contemple su indicación para el tratamiento del dolor, en el marco XIX Congreso Nacional de la SED se presentaron también regulaciones de cannabis medicinal muy específicas en otros países. A juicio del especialista, “tenemos ya modelos en países de la UE que están funcionando bien y no deberíamos salirnos de ese marco”. De hecho, cree que la tendencia a futuro es que este tipo de regulaciones se homogenicen en toda la UE. “No tiene sentido irse al modelo canadiense o israelí si ya funcionan en países como Alemania”, esgrime. Pero, lamentablemente, se muestra muy pesimista acerca de la aprobación de definitiva de esta norma a corto o medio plazo. Más aún con la convocatoria de las elecciones generales. “No creo que se vuelva a abordar este tema hasta 2024, como muy pronto”, augura. Por último, recalca que el tratamiento del dolor como enfermedad debería tener una consideración prioritaria en los sistemas sanitarios. “El gasto para esta dolencia puede llegar al 3% del PIB, y es mayor que muchas otras enfermedades”, cuenta. Y concluye con una certera reflexión. “Como me gusta decirle a mis pacientes, el dolor como enfermedad no es una enfermedad que mata, pero es una enfermedad que no deja vivir”. “LA NECESIDAD DE LOS PACIENTES APRIETA, Y EL SISTEMA CANNABINOIDE ES UNO DE LOS IMPLICADOS EN EL DOLOR NEUROPÁTICO” “EL GASTO PARA EL TRATAMIENTO DEL DOLOR PUEDE LLEGAR AL 3% DEL PIB, Y ES MAYOR QUE MUCHAS OTRAS ENFERMEDADES”

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