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EL FARMACÉUTICO 12 Inmaculada Martínez (Albacete) Desde muy pequeña, Inmaculada fue testigo del desvelo de su madre por la farmacia. Ella siguió sus pasos amando y valorando esta labor sanitaria a pie de calle. “Aprendí la profesión farmacéutica de la mano de quien mejor me lo podía enseñar: mi madre”, confiesa Inmaculada, que creció observando el cariño con el que ella cuidaba a sus pacientes: “Sin darse cuenta y a través de su ejemplo, aprendí los grandes valores de nuestra profesión: el compromiso y nuestra inmensa vocación de servicio”. Una profesión que no va de conocimientos -que también, y muy cualificados-, sino sobre todo de escucha activa, sensibilidad y empatía. “Continuar con su legado es mi mayor satisfacción. Así disfruto cada día de mi farmacia de barrio”, asegura nuestra farmacéutica, cuya botica está enclavada en Albacete, desde donde ofrece a sus pacientes servicios asistenciales como “la dispensación e indicación farmacéutica, para lo que utilizamos la plataforma Nodofarma, la cesación tabáquica o el asesoramiento nutricional, ya que también soy nutricionista”. Pero si hay un servicio estrella al que Inmaculada le dedica horas de estudio es la formulación magistral: “Es como volver a nuestros orígenes y ofrecer un servicio genuino, único y exclusivo de los farmacéuticos”. “Qué mejor forma de promover una atención personalizada que a través de las fórmulas magistrales, porque es un medicamento destinado a un paciente individualizado, a una persona concreta con unas necesidades concretas”, detalla. La formulación, además, constituye un valor añadido en otras áreas de la farmacia, como la dermocosmética o la veterinaria: “Ayuda a mantener el concepto One Health, preservando una salud única de las personas, animales y medioambiente”. Junto a ello, también se dibuja como una solución ante la escasez de fármacos, algo especialmente relevante si tenemos en cuenta, por ejemplo, el desabastecimiento en las boticas castellanomanchegas de Ozempic (semaglutida), un medicamento esencial en el tratamiento de la diabetes tipo 2. Y es que, para Inmaculada, la profesión vive un momento apasionante y de enorme expansión. En este sentido, afirma que “nuestra capacitación técnica, nuestra habilidad de cooperar con las administraciones, nuestro trabajo en equipo con el resto de los profesionales sanitarios y nuestra cercanía a los pacientes nos empodera y nos posiciona como un gran agente de salud”. Con todo, nadie duda de que el envejecimiento y la despoblación suponen retos importantes en materia de salud. “La sociedad es cada vez más compleja; desafíos como el envejecimiento, la dependencia o la soledad no deseada, nos exigen mucho compromiso, apostar por la formación continuada y, por supuesto, tener mucha creatividad”, asegura Inmaculada, que se despide de nosotros con una reflexión con vistas al futuro más inmediato: “Ahí es donde entran herramientas como la digitalización y otras tan fascinantes como inteligencia artificial o el big data. No tengo duda de que nos van a ayudar muchísimo en nuestra profesión y van a suponer un antes y un después en nuestra forma de trabajar”. Eduardo Quintana (Ciudad Real) Eduardo atesora una extensa trayectoria en el sector de la salud. Antes de regentar la botica de origen familiar, desarrolló otras labores que le permitieron tener una visión global de la profesión. “Llegué a la oficina de farmacia después de una etapa dedicada a la investigación en la Universidad de Granada y de seis años en la industria farmacéutica en diferentes laboratorios de Barcelona”, empieza a relatarnos. Con casi 50 años de historia, la botica familiar es un referente para todos: “Mi madre estuvo al frente de ella hasta que yo me hice cargo en 2010”, explica Eduardo, que vive su labor al servicio de la sociedad en primera persona y con una dedicación admirable y confiesa que “la oficina de farmacia me permite desarrollar lo que más me gusta de mi profesión: el contacto directo con el paciente y esa vocación de ayuda a los vecinos de nuestro pueblo”. Terrinches es un municipio ciudadrealeño de apenas 700 habitantes, por lo que su farmacia es eminentemente rural y su clientela “se compone de personas de edad avanzada, polimedicadas y que requieren una atención farmacéutica, seguimiento e implicación especiales”. Y, junto a su compañera, Loli Patón, técnico en farmacia, “tenemos una relación fluida con el médico, a quien enviamos las incidencias de la receta electrónica y hacemos lo posible para evitar desplazamientos a los pacientes”. Sin duda, el punto fuerte de la botica rural reside en la proximidad y la confianza. En este sentido, Eduardo tiene claro que “en el entorno rural a los farmacéuticos se nos considera un referente social y sanitario. No solo dispensamos medicamentos y hacemos atención farmacéutica, sino que también atendemos psicológica y anímicamente a nuestros pacientes y damos consejo farmacéutico personalizado”. “LA FORMULACIÓN MAGISTRAL ES UN SERVICIO ÚNICO Y EXCLUSIVO DE LOS FARMACÉUTICOS” >>

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