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137 En el corazón de la filosofía de Weleda no solo se encuentra la búsqueda de fórmulas eficaces y naturales para el cuidado de la piel, sino también un profundo compromiso social y medioambiental. Un ejemplo vivo de esto es su historia con la Rosa Damascena, una flor que, más allá de su belleza y aroma, simboliza una red de valores, personas y acciones sostenibles que transforman realidades. El origen de una flor extraordinaria La Rosa Damascena que utilizan en Weleda para crear el exclusivo aceite esencial ‘Rose Absolue’ nace en M’Gouna, una remota región situada al sureste de la cordillera del Atlas, en Marruecos. Este lugar parece un terreno hostil debido a su clima desértico, pero las aguas del deshielo de las montañas del Atlas transforman el valle en un oasis fértil, perfecto para el cultivo de rosas. Allí, en medio del desierto, crecen rosas orgánicas certificadas, cultivadas con un profundo respeto por la planta y el entorno. Cada flor es recogida a mano, una por una. Este gesto, tan delicado como exigente, combina tradición, artesanía y sostenibilidad. Mujeres que cultivan un futuro mejor Desde hace años, en Weleda trabajan de manera cercana con un socio local y, sobre todo, con las mujeres de la región, que son las encargadas de la recolección. En Weleda, no se conforman con pagar un precio justo por las flores, sino que quieren ir mucho más allá y generar un impacto social directo. Ejemplo de ello es que, en mitad del campo, han construido una casa comunitaria, un espacio que ha transformado la vida de la comunidad. Esta casa cuenta con: • Lavabos y aseos. • Salas de descanso y de formación. • Cocina y comedor. • Una guardería con parque infantil para los hijos de las trabajadoras. Durante la temporada de cosecha, las mujeres pueden trabajar sabiendo que sus hijos están seguros, cuidados y alimentados. Además, Weleda proporciona almuerzos gratuitos para las familias, aliviando la carga económica y fortaleciendo el bienestar familiar. Esto ha supuesto un cambio profundo: no solo a nivel económico, sino también en la autoestima, el acceso a nuevas oportunidades y el tejido social de la comunidad. Biodiversidad en el desierto: compromiso medioambiental El proyecto no se detiene en el aspecto social. En un entorno tan frágil como un valle desértico, cada acción medioambiental cuenta. Junto a la comunidad local, en Weleda han impulsado la introducción de nuevos cultivos como aceitunas, albaricoques y pistachos. Estos enriquecen el suelo y aportan nuevas fuentes de ingresos, a la par que contribuyen a la protección de la biodiversidad. Estas plantaciones dan refugio y alimento a muchas especies de aves, fundamentales para mantener el equilibrio ecológico del valle. En un ecosistema tan vulnerable, cada árbol, cada flor y cada acción consciente marca la diferencia. Sostenibilidad: un compromiso directo y tangible En Weleda no delegan la responsabilidad de sus ingredientes. Se implican desde el origen, acompañando cada paso del proceso. Esto significa estar presentes en el terreno, colaborar estrechamente con sus socios locales, y velar por la salud del suelo, la calidad de las materias primas y el bienestar de las personas involucradas. Este enfoque directo les permite garantizar no solo la excelencia de sus productos, sino también la coherencia entre lo que dicen y lo que hacen. Para ellos, la sostenibilidad no es una tendencia: la viven como una convicción. Mucho más que una fragancia Esta es la verdadera historia de la Rosa Damascena en Weleda: una historia de belleza que cuida, de sostenibilidad que transforma, y de compromiso que inspira. Porque para ellos, la sostenibilidad no es una etiqueta, es un camino que recorren todos los días, junto a quienes hacen posible una cosmética que realmente importa. PARA WELEDA, LA SOSTENIBILIDAD NO ES UNA TENDENCIA: LA VIVEN COMO UNA CONVICCIÓN

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