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151 Desde la farmacia, es clave ofrecer un consejo cercano y sin tabúes, que combine soluciones eficaces con pautas de prevención y educación en autocuidado. 30-40 años: conciliación, agotamiento y salud integral Aquí empieza una etapa de gran exigencia física y mental. Muchas mujeres combinan su vida profesional con la maternidad, el cuidado familiar y la gestión del hogar. Es cuando más sentimos el impacto del llamado burnout femenino: cansancio emocional, mal humor, irritabilidad, falta de energía, estrés crónico, alteraciones digestivas o del sueño. Desde la farmacia podemos ofrecer pautas completas que incluyan gestión del estrés, suplementación adaptada, actividad física y descanso. Escuchar, comprender y ayudar a priorizar el autocuidado marca una gran diferencia en esta fase. 40-45 años: la transición silenciosa El umbral de la perimenopausia, una etapa que muchas veces pasa desapercibida, pero que trae consigo cambios sutiles: trastornos del sueño, reglas irregulares, ansiedad, mayor retención de líquidos o cambios de humor. Nuestra labor aquí es anticipar, informar y proponer soluciones que alivien síntomas sin alarmismos. Desde el mostrador, podemos normalizar esta transición y ofrecer estrategias de prevención que preparen el cuerpo y la mente para el siguiente ciclo vital. 45-55 años: menopausia visible y redefinición personal Con el cese definitivo de la menstruación, muchas mujeres se enfrentan a una reorganización física y emocional. Sofocos, insomnio, alteraciones del ánimo, pérdida de masa ósea, sequedad vaginal o aumento de peso son algunos de los síntomas más frecuentes. El consejo farmacéutico debe ser claro, empático y riguroso: explicar lo que ocurre, ofrecer soluciones naturales o complementarias a tratamientos médicos, e insistir en la importancia de mantenerse activas, nutridas y bien acompañadas. +55 años: envejecimiento activo y calidad de vida Las mujeres mayores de 55 años no buscan solo aliviar síntomas, sino vivir con energía y autonomía. Es el momento de cuidar articulaciones, masa muscular, salud ósea, cardiovascular y cognitiva. La prevención y el mantenimiento del bienestar general cobran un valor central. Desde la farmacia, podemos seguir siendo su punto de referencia: para el control de factores de riesgo, el seguimiento de pautas y la mejora de su calidad de vida a largo plazo. Ellas valoran el consejo experto, pero también la relación de confianza que se ha construido con los años. Un nuevo enfoque desde la farmacia La farmacia del presente -y del futuro- debe integrar esta visión de la salud femenina en su día a día. No se trata solo de tener un lineal con productos, sino de ofrecer un verdadero acompañamiento. Para ello, la formación del equipo, la exposición clara, la comunicación coherente y la relación de confianza con la paciente son fundamentales. Implementar este enfoque en el punto de venta, contar con herramientas de seguimiento, datos personalizados y materiales formativos nos permite ir más allá de la dispensación y convertirnos en referentes en salud de la mujer. Conclusión Cuidar de la salud femenina no es una tendencia, es una necesidad estructural. Las mujeres confían en su farmacéutica para encontrar respuestas, apoyo y soluciones reales a lo largo de su vida. Y nosotras tenemos los conocimientos, las herramientas y la sensibilidad para estar a la altura. Desde el mostrador, con rigor científico y empatía, podemos acompañarlas a vivir mejor cada etapa. Porque entender a la mujer es también entender su salud. Además, cada vez más mujeres valoran una atención integral, sin paternalismos ni estigmas. Quieren ser comprendidas, no minimizadas. Por eso, formarnos en salud femenina, comunicarnos con sensibilidad y mantenernos actualizadas es clave para ejercer una farmacia moderna, consciente y verdaderamente centrada en las personas. La salud de la mujer Desde la adolescencia hasta el envejecimiento activo, la mujer atraviesa transformaciones físicas y emocionales que impactan en su bienestar. Estos cambios merecen una atención especializada desde el mostrador. Lejos de ser una categoría puntual, la salud femenina debe tratarse desde una visión transversal, empática y con base científica. Como profesionales sanitarios de primera línea, el rol de la farmacia es clave para acompañar de forma individualizada a cada mujer, reconociendo los retos específicos que enfrenta en cada etapa y ofreciendo soluciones reales, sin tabúes ni juicios. 12-20 años: el inicio del ciclo En esta etapa se producen los primeros cambios hormonales, el inicio de la menstruación y las primeras dudas sobre el cuerpo. Aunque las adolescentes no suelen acudir solas a la farmacia, es habitual que lo hagan acompañadas por sus madres para consultas relacionadas con problemas de piel, infecciones urinarias o primeras molestias vaginales. Estos momentos ofrecen una oportunidad valiosa para establecer un primer vínculo con la salud femenina desde el consejo farmacéutico, proporcionando información clara, empática y adaptada a su etapa. Nuestro papel es acompañarlas con sensibilidad, resolver dudas y sentar las bases de un autocuidado saludable y consciente. 20-30 años: energía, ritmo acelerado y primeros desequilibrios Esta etapa se vive con intensidad: trabajo, estudio, vida social y el inicio de las relaciones sexuales. Aunque es una fase de plenitud, también aparecen los primeros signos de estrés, el descanso se resiente y surgen infecciones urinarias o vaginales relacionadas con cambios en la flora íntima.

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