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45 En lo referente al cáncer, estudian en detalle qué tienen las células senescentes inducidas por quimioterapia que las diferencian de las células normales, para poder identificar mecanismos únicos que sirvan como diana terapéutica. “Así mejoraríamos la eficacia del tratamiento y, además, minimizaríamos efectos secundarios”, subraya la científica del CIMA, un centro de investigación que, resalta, “es privilegiado para poder alcanzar nuestros objetivos, dada su proximidad a la Clínica Universidad de Navarra (CUN), hospital pionero en oncología”. El impacto de esta vía de investigación en las enfermedades dermatológicas En la piel, por su parte, “los hallazgos sobre senescencia celular pueden tener un impacto significativo en el tratamiento de enfermedades dermatológicas”. De hecho, según la experta, “la senescencia juega un papel clave en el envejecimiento de la piel, así como en el desarrollo de lesiones premalignas y la progresión tumoral”. “Los lunares, que son lesiones benignas, se forman por el acúmulo de células que se han vuelto senescentes en respuesta a daños en el tejido producidos, por ejemplo, por la radiación UV. Estos tumores benignos que sufren senescencia pueden volverse susceptibles a la transformación maligna. La inflamación crónica y la interacción entre las células senescentes y las células vecinas pueden impulsar la progresión de estos tumores a formas más agresivas”, advierte. En este sentido, Marta Montes considera que “investigaciones que busquen eliminar o revertir la senescencia en la piel podrían ofrecer nuevas terapias para frenar el envejecimiento cutáneo, reducir la inflamación y tratar o prevenir el cáncer de piel”. Para finalizar, la investigadora recalca la importancia de investigar los mecanismos básicos que subyacen a procesos complejos como la senescencia celular. No en vano, “comprendiendo en profundidad estos procesos podremos desarrollar estrategias terapéuticas verdaderamente eficaces”. De igual modo, a su juicio, “es fundamental fomentar la colaboración entre la investigación básica y la clínica, así como mantener un contacto constante con el paciente, que es el eje final de todo esfuerzo científico”. Y, sobre todo, “es imprescindible apostar por la inversión sostenida en ciencia, porque solo así podremos transformar el conocimiento en soluciones reales que mejoren la vida de las personas”, concluye. dades cardiovasculares e, incluso, favorecer el desarrollo de ciertos tipos de cáncer al alterar el entorno celular”. Además, “interfieren en la regeneración de los tejidos y contribuyen al deterioro general asociado al envejecimiento”, añade. En el caso del grupo ARN y Senescencia del CIMA, los investigadores se interesan en un tipo de senescencia llamada ‘senescencia inducida por terapia’. “Los tratamientos quimioterapéuticos inducen muerte celular en la mayoría de las células, pero una pequeña parte entra en senescencia. Se ha visto que esta senescencia es una de las causas de la resistencia a la terapia”, asegura Marta Montes. El papel del ARN Partiendo de que el “ARN es una molécula esencial en las células que participa de diferentes maneras en la síntesis de proteínas y en la regulación de la expresión genética”, el objetivo es “estudiar el papel del ARN durante la senescencia celular en el contexto del cáncer y el envejecimiento, con el objetivo de identificar nuevas dianas terapéuticas”. “Queremos identificar vulnerabilidades de las células senescentes que nos ayuden a eliminarlas o prevenirlas”, sostiene la científica. Con ese fin, las principales líneas de investigación en marcha se enfocan “en la identificación de ARN que puedan servir como biomarcadores de células senescentes en el contexto del cáncer y el envejecimiento”. Además, prosigue, “exploramos el papel del ARN y su regulación en un tipo específico de senescencia, que es la inducida por la quimioterapia, con el objetivo de comprender mejor sus implicaciones terapéuticas y biológicas en cáncer”. En concreto, la investigación la llevan a cabo mediante la regulación del ARN, un ámbito poco estudiado. Se trata, en palabras de la especialista, “de un proceso altamente orquestado, mediante el cual las células controlan la expresión de genes y la producción de proteínas a partir del material genético, influenciando cuándo, cómo y en qué cantidad se expresan los genes”. Asimismo, indica que la regulación del ARN (tanto codificante como no codificante) se da en varias etapas, no solo a nivel de la trascripción del ADN. “Su transporte, estabilidad y traducción también son controlados. Además, el ARN puede ser modificado químicamente alterando su función, estabilidad o traducción. Estas modificaciones, como la metilación, permiten un control más preciso sobre la expresión génica y la producción de proteínas”, desarrolla Montes. “Todos estos procesos son dinámicos y responden a diversos estímulos y condiciones de estrés”, de tal manera que “la célula adapta la regulación del ARN según las señales externas e internas, como cambios en el ambiente, el estrés celular o las necesidades de desarrollo, asegurando una respuesta rápida y adecuada ante distintas condiciones”. “El control alterado en la regulación del ARN puede afectar la función celular y contribuir al desarrollo de diversas patologías”, señala al respecto. En cuanto a las enfermedades que pueden beneficiarse de estrategias diseñadas basándose en las investigaciones del grupo, al ser la senescencia un proceso común a prácticamente todos los tipos celulares, según Montes pueden tener un gran impacto en múltiples patologías asociadas con el envejecimiento y el daño celular. “En enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, Parkinson y ELA, la acumulación de células senescentes en el cerebro contribuye al deterioro neuronal, por el que modificar la regulación del ARN en estas células podría mejorar la función neuronal. En cáncer, aunque las células senescentes evitan la proliferación de células dañadas, su acumulación en el microambiente tumoral puede promover la inflamación crónica, y es por ello que eliminar o reprogramar estas células podría mejorar la respuesta al tratamiento y reducir el crecimiento tumoral”, manifiesta. Además, indica que la regulación del ARN en senescencia podría ser beneficiosa en enfermedades cardiovasculares como la arteriosclerosis y la hipertensión, “donde las células senescentes en los vasos sanguíneos contribuyen al envejecimiento vascular”. “En enfermedades musculares, como la sarcopenia y la distrofia muscular, esta intervención podría rejuvenecer las células musculares y promover la regeneración”, apostilla la investigadora. “NUESTRO OBJETIVO ES ESTUDIAR EL PAPEL DEL ARN DURANTE LA SENESCENCIA CELULAR EN EL CONTEXTO DEL CÁNCER Y EL ENVEJECIMIENTO, CON EL OBJETIVO DE IDENTIFICAR NUEVAS DIANAS TERAPÉUTICAS”

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