125 obesidad evaluada a través del índice de masa corporal o mediciones antropométricas específicas; la presencia de glucosa alterada en ayunas o un diagnóstico previo de diabetes tipo 2; la hipertensión arterial, tanto diagnosticada como tratada farmacológicamente; la dislipidemia, caracterizada por niveles elevados de triglicéridos o niveles bajos de colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL-c), y, por último, la circunferencia abdominal elevada según criterios específicos para adultos o población pediátrica1,2. Estos criterios actualizados permiten distinguir a MASLD de otras enfermedades hepáticas, como las relacionadas con un consumo significativo de alcohol, hepatopatías virales o enfermedades autoinmunes2. El cambio en la nomenclatura, además, resalta la fuerte relación entre la disfunción metabólica y la patogenia de la enfermedad. Síntomas, diagnóstico y patogénesis MASLD es una condición progresiva. En sus primeras etapas se caracteriza únicamente por la acumulación de grasa en el hígado, lo que conocemos como esteatosis hepática. Esta condición, aunque inicialmente asintomática, puede evolucionar hacia esteatohepatitis metabólica (MASH), una forma más avanzada caracterizada por inflamación hepática, abombamiento de los hepatocitos y, en muchos casos, el desarrollo de fibrosis3. La progresión de la enfermedad en ausencia de intervención puede llevar a la cirrosis hepática, una etapa irreversible, y posteriormente al desarrollo de carcinoma hepatocelular (CHC), uno de los estadios más graves de la patología. Desde el punto de vista clínico, la mayoría de los pacientes con MASLD permanecen asintomáticos en las primeras etapas de la enfermedad. Los síntomas, cuando aparecen, suelen ser inespecíficos e incluyen fatiga, debilidad general y molestias abdominales vagas. En etapas más avanzadas, pueden observarse signos físicos como hepatomegalia, mientras que las manifestaciones de enfermedad hepática avanzada, como ictericia o ascitis, son menos frecuentes. En muchos casos, el diagnóstico es incidental, derivado de la detección de enzimas hepáticas alteradas en una analítica rutinaria o del hallazgo de esteatosis hepática en pruebas de imagen abdominal solicitadas por otras razones. Aunque la biopsia hepática sigue siendo el método de referencia para el diagnóstico y evaluación de la gravedad de la enfermedad, su carácter invasivo limita su uso. Por esta razón, las herramientas no invasivas han ganado protagonismo en la práctica clínica. Entre ellas destacan la elastografía transitoria, que permite medir la rigidez del hígado como indicador de fibrosis, y los modelos predictivos, como el índice Fibrosis 4-Score (FIB-4) y el NAFLD Fibrosis Score, que integran parámetros clínicos y bioquímicos para evaluar el riesgo de fibrosis avanzada. La patogénesis de MASLD es multifactorial, resultado de la interacción entre factores metabólicos, ambientales y genéticos. La resistencia a la insulina desempeña un papel central, al favorecer la acumulación de ácidos grasos en el hígado y estimular procesos inflamatorios y de estrés oxidativo. La disfunción del tejido adiposo, derivada del exceso de grasa visceral, también contribuye al desarrollo de la enfermedad. La variabilidad de manifestaciones clínicas, de la progresión y curso de la enfermedad entre individuos de diferentes razas, así como la incidencia observada en algunas familias, ha despertado el interés por el estudio de mutaciones que pudieran determinar una predisposición genética. Factores genéticos como las variantes en PNPLA3 y TM6SF2 pueden aumentan la susceptibilidad a MASLD, mientras que variantes como HSD17B13 se asocian con un efecto protector frente a su progresión4. Tratamiento: estilo de vida saludable El tratamiento de MASLD se basa principalmente en la modificación del estilo de vida, ya que, hasta la fecha, es la única estrategia demostrada para frenar la progresión de la enfermedad. Aunque no existen tratamientos farmacológicos aprobados específicamente para MASLD, recientemente se ha autorizado el uso de resmetirom, un agonista selectivo del receptor beta de la hormona tiroidea, para el tratamiento de MASH con fibrosis significativa5. No obstante, la combinación de una alimentación equilibrada y la práctica regular de ejercicio físico sigue siendo la piedra angular del manejo clínico6. En este sentido, la dieta mediterránea se ha consolidado como la intervención nutricional de referencia, respaldada por su capacidad para reducir la inflamación hepática, mejorar la sensibilidad a la insulina y disminuir la acumulación de grasa en el hígado6. Este patrón alimentario se caracteriza por un equilibrio en la distribución de macronutrientes, con un aporte de grasas saludables del 30-35 %, predominando las monoinsaturadas y poliinsaturadas presentes en el aceite de oliva virgen extra, frutos secos y pescado azul. Las proteínas constituyen entre el 15-20 % de la ingesta total, con un mayor aporte de origen vegetal, mientras que los hidratos de carbono representan el 45-50 %, priorizando aquellos de bajo índice glucémico, como cereales integrales, legumbres y verduras frescas. Además, la dieta mediterránea promueve un alto consumo de frutas y verduras de temporada, pescado, carnes blancas y técnicas culinarias sencillas como el horneado, la cocción al vapor o a la plancha, evitando el uso de ultraprocesados y azúcares simples. El consumo moderado de vino tinto, en el contexto de un patrón dietético equilibrado, también puede potenciar los efectos antioxidantes de esta dieta, aunque debe evaluarse individualmente según las características del paciente. La actividad física desempeña un papel fundamental en el tratamiento de MASLD, ya que reduce la grasa hepática y mejora la resistencia a la insulina, incluso en ausencia de pérdida de peso significativa7. No obstante, cuando la actividad física se combina con la reducción del peso corporal, los beneficios son aún mayores. Se ha demostrado que una pérdida de peso del 5 % del peso inicial es suficiente para mejorar la esteatosis hepática, mientras que reducciones del 7 al 10 % pueden reducir la inflamación y retrasar la progresión de la fibrosis6,7. En conclusión, MASLD es una enfermedad metabólica compleja y progresiva que requiere un enfoque integral para su manejo. Los nuevos criterios diagnósticos, basados en la presencia de esteatosis hepática junto con factores de riesgo cardiometabólicos, permiten una identificación más precisa de los pacientes en riesgo. El tratamiento, centrado en la adopción de un estilo de vida saludable, con énfasis en la dieta mediterránea y el ejercicio regular, ha demostrado ser la estrategia más eficaz para detener la progresión de la enfermedad y mejorar la salud hepática y metabólica a largo plazo. 1Faculty of Health Sciences, Universidad Francisco de Vitoria, 28223, Pozuelo de Alarcón, Madrid Spain; School of Physiotherapy, Faculty of Health Sciences, Universidad Francisco de Vitoria, 28223, Pozuelo, Spain. 2Centre of Endocrinology and Nutrition, University of Valladolid, Valladolid, Spain. 3CIBERobn Physiopathology of Obesity and Nutrition, Institute of Health Carlos III (ISCIII), Madrid, Spain. 4Precision Nutrition and Cardiometabolic Health, IMDEAFood Institute (Madrid Institute for Advanced Studies), Campus of International Excellence (CEI) UAM+CSIC, Madrid, Spain.
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