49 invasivos y respetando la identidad visual establecida por el colegio farmacéutico o por la normativa municipal. Una vez dentro de la farmacia, la señalización interior desempeña un papel esencial en la organización del espacio, la orientación del paciente-cliente y la construcción de una experiencia de compra clara, eficaz y centrada en la salud. En este contexto, cada elemento gráfico o físico que ayuda a identificar productos, precios, categorías o servicios debe considerarse como parte de una estrategia visual coherente, funcional y respetuosa con la normativa sanitaria, por lo que resulta imprescindible conocer los distintos tipos de señalización disponibles, que van desde las etiquetas tradicionales hasta los soportes digitales, pasando por displays, portaprecios, góndolas, rótulos de lineal o señalética suspendida. Objetivo: orientar, informar y reforzar la decisión de compra Entrando en detalle, uno de los elementos más básicos y a la vez más relevantes son las etiquetas, que tienen como función principal comunicar de forma directa el nombre, la categoría y el precio del producto y, en ocasiones, alguna observación adicional como el formato, la dosis o si se trata de una oferta puntual. Estas etiquetas deben ser legibles y, en la medida de lo posible, estar colocadas a la altura visual del cliente; además de cumplir con el Real Decreto que regula la información sobre precios al consumidor, lo que implica que han de incluir el precio final con IVA, el precio por unidad de medida cuando sea aplicable, y evitar frases que puedan inducir a error o confusión. Con todo, el diseño gráfico de las etiquetas debe adaptarse a la identidad visual de la farmacia, manteniendo un lenguaje claro y profesional, con tamaños de letra que faciliten la lectura, especialmente a personas mayores o con dificultades visuales. Ligado a las etiquetas, encontramos los portaprecios, que son estructuras físicas, normalmente de metacrilato, PVC o materiales flexibles, que sirven como soporte para las etiquetas o tarjetas de precio. Estos dispositivos pueden colocarse en estanterías, baldas, cestas, vitrinas o góndolas, y cumplen no solo una función práctica, sino también estética, ya que ayudan a mantener el orden, protegen la etiqueta del deterioro y refuerzan la profesionalidad del punto de venta. En el mercado existen portaprecios horizontales, verticales, inclinados, con clip, magnéticos o adhesivos, lo que permite adaptar su uso al tipo de mobiliario y a la altura de exposición deseada. Asimismo, algunos modelos incorporan sistemas de cambio rápido que facilitan la actualización de precios en campañas promocionales, lanzamientos o rotación de producto. Las góndolas, por su parte, son estructuras de exposición centrales o murales que permiten disponer productos de forma accesible y atractiva en zonas de paso o cerca de la caja. Estas zonas calientes del punto de venta deben contar con señalización clara, que indique la categoría del producto, su uso previsto o si está en promoción, lo que puede lograrse mediante rótulos superiores, bandejas señalizadas, carteles colgantes o pantallas digitales. En muchos casos se utiliza un sistema de comunicación visual combinado, que incluye el color del mobiliario, la señalética impresa y la disposición jerárquica de productos por niveles de accesibilidad, de modo que los artículos de mayor rotación o valor añadido se coloquen a la altura de los ojos o de las manos, mientras que otros se distribuyen de forma estratégica para favorecer el descubrimiento y la venta cruzada. Otro tipo habitual de señalización interior son los carteles de cabecera de estantería, también conocidos como rótulos de categoría o headers, que ayudan a clasificar y jerarquizar el espacio en función de las distintas categorías de producto, como cosmética facial, cuidado infantil, salud digestiva o bienestar articular. Estos carteles deben seguir un estilo gráfico uniforme y claro, utilizando iconos, colores y tipografía que faciliten la identificación de cada sección. En algunos casos se opta por señalización suspendida o retroiluminada, que mejora la visibilidad desde varios puntos del local, especialmente en farmacias con amplitud de pasillos o estructura en pasillo único. También es habitual el uso de displays informativos o expositores promocionales, que combinan la presentación de producto con mensajes orientativos. Estos elementos pueden ser de sobremesa, de pie o de pared, y suelen incorporar información adicional, como los beneficios del producto, su uso recomendado o su relación con otras gamas disponibles. Más allá del producto En los últimos años ha ganado presencia la señalización digital, mediante pantallas o tabletas ubicadas estratégicamente en el lineal o en la zona de espera, donde se muestran vídeos, consejos farmacéuticos, rotación de productos destacados o información de temporada. Estas herramientas, que deben gestionarse con rigor, asegurando que el contenido es veraz, actualizado y aprobado por la autoridad competente, permiten adaptar el mensaje según el horario, la época del año o las necesidades de comunicación del equipo farmacéutico. Y, por supuesto, no debe olvidarse la importancia de la señalética de servicios, como los carteles que indican que la farmacia elabora sistemas personalizados de dosificación (SPD), formulación magistral, ofrece asesoramiento nutricional o realiza controles de la tensión o la glucosa, entre otros. En cualquier caso, esta señalización debe ser sobria, profesional y claramente identificable, evitando ambigüedades o confusiones con servicios no autorizados. A su vez, también debe colocarse cerca del punto de atención correspondiente y, preferentemente, incluir iconografía accesible y traducción a otros idiomas si la farmacia se encuentra en una zona con población diversa. Por último, cabe destacar el papel de los elementos de señalización accesible, que incluyen letras de alto contraste, pictogramas grandes, información en braille o señalización táctil. De hecho, cada vez más farmacias incorporan este tipo de señalética con el objetivo de mejorar la experiencia de personas con discapacidad visual o cognitiva, facilitando una atención más inclusiva y equitativa. En conjunto, todos estos tipos de señalización no solo cumplen con su función práctica y legal, sino que constituyen una herramienta estratégica que refuerza la identidad de la farmacia, mejora la experiencia del paciente-cliente, ordena el espacio de manera lógica y promueve una compra racional, informada y saludable. ES FUNDAMENTAL CONSIDERAR LA COHERENCIA VISUAL ENTRE SEÑALIZACIÓN Y ETIQUETADO, YA QUE AMBOS FORMAN PARTE DE UNA MISMA ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN
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