47 de la Ley del Medicamento”, añade. En conjunto, valora el año como positivo en cuanto a visibilizar la problemática del sector y a despertar conciencia institucional sobre la necesidad de tomar decisiones estructurales que aseguren la viabilidad de la farmacia rural. Precisamente, la reforma de la Ley de Garantías representa una oportunidad clave para introducir cambios normativos que fortalezcan su sostenibilidad. Espolita celebra que el anteproyecto contemple medidas en esta línea, aunque insiste en que no deben quedarse en simples recomendaciones. Reclama que dicha protección se convierta en “una obligación” y que se considere a la farmacia rural como “una de las destinatarias de los ahorros generados por las medidas de contención del mal llamado gasto farmacéutico”. Para él, también “es importante que se empiece a legislar respecto al cambio del modelo retributivo de la farmacia comunitaria”. El hecho de haber logrado que se incluya una referencia explícita a la protección de las farmacias rurales y vulnerables en el articulado de la nueva Ley del Medicamento constituye, a su juicio, un avance determinante de cara al futuro. Una medida de transición Entre las propuestas centrales de SEFAR figura la creación de un fondo de compensación para farmacias ubicadas en municipios pequeños. Espolita señala que el actual modelo retributivo, basado únicamente en el volumen de dispensación, resulta “absolutamente incoherente” con un sistema que obliga a establecer farmacias en zonas de baja rentabilidad. Por ello, la organización aboga por una reforma del modelo que reconozca no solo el número de pacientes atendidos, sino los servicios que se prestan y el valor añadido que aportan estos profesionales. Argumenta que restringir la apertura de farmacias para que tengan que establecerse en zonas escasamente pobladas y, por tanto, poco rentables para, a la vez, retribuirlas exclusivamente en función del número de pacientes que atienden, está provocando la desaparición de este tipo de farmacias. Ahora bien, son conscientes de que esta reforma estructural llevará tiempo y no estará exenta de obstáculos. Por eso, mientras se desarrolla, defiende la puesta en marcha de un fondo compensatorio que permita a estas farmacias cubrir sus costes básicos de funcionamiento. Esta idea no es nueva y lleva aplicándose en diferentes países europeos desde hace años. En Italia, por ejemplo, este fondo ha pasado recientemente de 100 a 128 millones de euros. En España, aclara, “estaríamos hablando de unos 40, lo que consideramos perfectamente viable”. Una de las amenazas más acuciantes para el futuro de la farmacia rural es la falta de relevo generacional. “Los jóvenes desconocen nuestra labor”, advierte Espolita. Para revertir esta situación, proponen impulsar programas de prácticas que permitan a los futuros profesionales descubrir el valor humano y profesional de ejercer en el medio rural. Sin embargo, también reconoce que la vocación por sí sola no basta: “Habría que establecer incentivos en forma de compensaciones económicas, de vivienda, transporte o servicios, como ya ocurre con los profesionales de Atención Primaria en muchas comunidades autónomas”. La gran aliada La farmacia rural, muchas veces ubicada en poblaciones sin apenas servicios -sanitarios, sociales, educativos o financieros-, encuentra en la tecnología una aliada imprescindible. Desde SEFAR siempre han apostado por su aprovechamiento para paliar estos déficits. En este sentido, Espolita subraya el potencial de la inteligencia artificial (IA) para mejorar la adherencia terapéutica, facilitar la conciliación de la medicación, ofrecer formación continua o mejorar la comunicación con pacientes en zonas aisladas. La farmacia rural no solo cumple una función sanitaria. “Ha adquirido un importante papel social y de cohesión territorial”, reivindica. “Aunque no deja de ser un mantra de la profesión, el farmacéutico rural es el único profesional, no solo sanitario, que permanece en estas poblaciones”, sostiene. “Su presencia se me antoja crucial para abordar el reto de la despoblación”, reflexiona. Lamenta, sin embargo, que las instituciones se queden a menudo en los elogios sin traducirlos en acciones concretas. “No necesitamos más palmadas en la espalda, sino proyectos reales y factibles”, sentencia. En este último año, SEFAR ha redoblado sus esfuerzos por mantener un diálogo fluido con las administraciones públicas, explicando las consecuencias que acarrearía la desaparición de la farmacia rural. Uno de los encuentros más relevantes fue con Mónica García, ministra de Sanidad, a quien Espolita vio “bastante receptiva y con ganas de cambiar esta situación”. Aparte de esto, la celebración de su primer Congreso Nacional, junto con AFARPA, “y el empeño en conseguir que se publiquen constantemente noticias respecto a la farmacia rural”, está teniendo “una repercusión que es muy positiva para visibilizar la magnífica labor y la precaria situación de estos compañeros”. Pese a las dificultades, Espolita lanza un mensaje de ánimo a sus compañeros del ámbito rural, que ya transmitió en el citado congreso: “Son y representan lo mejor de la profesión”. Les pide que mantengan su compromiso con el paciente y su profesionalidad, con la firme esperanza de que el trabajo de SEFAR acabará dando sus frutos. Se muestra convencido de que conseguirán medidas “que aseguren la subsistencia de este servicio sanitario tan esencial para nuestros pueblos”. “ES IMPORTANTE QUE SE EMPIECE A LEGISLAR RESPECTO AL CAMBIO DEL MODELO RETRIBUTIVO DE LA FARMACIA COMUNITARIA”
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